Estética visual
Ni verde ni azul: estos son los tres colores más populares entre las personas menos inteligentes y creativas según la psicología
Tradicionalmente, se vincula el azul con sensaciones de calma, confianza y lealtad, mientras que el rojo suele asociarse con la pasión, la energía y la fuerza vital
La Universidad de California descubre un nuevo color: "Intenso…"

Minimanitas de colores. / Elisenda Pons
El universo de los colores va mucho más allá de la mera estética visual. Desde tiempos inmemoriales, los colores han sido portadores de significado, capaces de evocar emociones, influir en nuestro estado de ánimo e incluso afectar nuestras decisiones. La psicología del color es la rama que se dedica a estudiar estas conexiones profundas entre los tonos que nos rodean y nuestra psique. Explora cómo percibimos la realidad a través del prisma cromático y cómo nuestras preferencias pueden, en cierta medida, reflejar aspectos intrínsecos de nuestra personalidad, nuestras motivaciones y hasta nuestra forma de procesar el mundo. No es de extrañar que este campo genere un gran interés, ya que nos ofrece una ventana fascinante hacia la comprensión de nosotros mismos y de los demás.
Dentro de este ámbito, surgen interpretaciones que asocian colores específicos con determinados rasgos de carácter. Tradicionalmente, se vincula el azul con sensaciones de calma, confianza y lealtad, mientras que el rojo suele asociarse con la pasión, la energía y la fuerza vital. El verde evoca naturaleza, crecimiento y esperanza. Sin embargo, algunas investigaciones y análisis dentro de la psicología van un paso más allá, sugiriendo correlaciones más específicas y, en ocasiones, controvertidas. Un ejemplo reciente, que ha generado debate y que retoma ideas exploradas en el ámbito, proviene de interpretaciones vinculadas a estudios como los referenciados por la Universitat de Barcelona y figuras como Jonathan García-Allen, fundador de ‘Psicología y Mente’. Estos análisis proponen que ciertos colores tienden a ser elegidos con mayor frecuencia por personas con características particulares, incluyendo niveles potencialmente más bajos de creatividad o un enfoque menos innovador ante la vida.
Marrón y gris: la búsqueda de estabilidad y la neutralidad
Según las interpretaciones popularizadas por García-Allen, basadas en la psicología del color, existen ciertos tonos que parecen resonar más con individuos que tienden a sentirse menos cómodos con la ambigüedad, el riesgo y la improvisación. El primero de estos colores es el marrón. Este tono tierra, asociado a la estabilidad, la solidez y lo predecible, sería preferido por personas que valoran enormemente la seguridad que proporcionan las estructuras establecidas y las normas claras. Para ellos, seguir las reglas no representa un problema, sino una fuente de confort. La idea de enfrentarse a situaciones desconocidas, tener que improvisar soluciones o asumir riesgos puede generarles una notable incomodidad. Esta preferencia podría reflejar una mentalidad más tradicional o conservadora, menos inclinada a la exploración de nuevas ideas o a la expresión creativa disruptiva, que a menudo requiere salir de la zona de confort.
El gris es otro color que, según esta perspectiva, figura entre los favoritos de personas con un perfil similar, aunque con matices distintos. El gris, por su naturaleza neutra y equidistante entre el blanco y el negro, se asocia a menudo con la pasividad, la indecisión y una cierta falta de firmeza. Quienes prefieren el gris podrían tender a evitar tomar posiciones firmes, buscando constantemente el equilibrio y la sobriedad. Esta inclinación hacia la neutralidad podría interpretarse como una menor disposición a expresar emociones intensas o a embarcarse en proyectos creativos audaces que requieran una fuerte convicción personal. La búsqueda de balance puede, en algunos casos, traducirse en una dificultad para tomar decisiones de forma ágil o para liderar iniciativas que impliquen romper con lo establecido.
Amarillo pálido y la concentración: una conexión sugerida
El tercer color mencionado en este análisis es el amarillo, específicamente en sus tonalidades más pálidas o deslavadas. A diferencia del amarillo brillante, a menudo asociado con la alegría y el optimismo, el amarillo pálido se vincula, desde esta óptica psicológica, con posibles dificultades en la concentración. Las personas que se inclinan por este color podrían experimentar problemas para mantener el enfoque en tareas que requieren una atención sostenida, especialmente aquellas que son complejas, multifásicas o que exigen seguir una serie de pasos detallados. Esta dificultad para concentrarse podría, indirectamente, limitar la capacidad para desarrollar proyectos creativos elaborados o para abordar problemas que demanden un análisis profundo y sostenido, aspectos que a veces se relacionan con ciertas facetas de la inteligencia fluida o la capacidad de resolución de problemas complejos.
Es fundamental subrayar que estas asociaciones entre colores y rasgos como la inteligencia o la creatividad deben tomarse con extrema cautela. La psicología del color es un campo interpretativo y las preferencias cromáticas están influenciadas por una multitud de factores: experiencias personales, asociaciones culturales, recuerdos, e incluso estados de ánimo temporales. Reducir la complejidad de la inteligencia humana o la vastedad de la creatividad a la simple elección de un color favorito sería una simplificación excesiva y potencialmente engañosa.
Un universo de significados: la riqueza más allá de las etiquetas
Mientras que el marrón, el gris y el amarillo pálido son señalados en esta interpretación particular, el espectro cromático ofrece una riqueza de significados mucho más amplia y a menudo positiva. El verde, como se mencionaba, conecta con la naturaleza, la armonía y la empatía.
El negro evoca elegancia, poder y misterio. El blanco simboliza pureza, limpieza y orden. El morado, históricamente ligado a la realeza, también sugiere espiritualidad, misterio y, curiosamente, creatividad y seguridad en algunas interpretaciones. El rosa habla de dulzura, amor y feminidad. Incluso el naranja, a veces menos popular, se asocia con cualidades tan valiosas como la sociabilidad, el entusiasmo, la energía y la valoración de la amistad.
En conclusión, si bien la psicología del color nos invita a reflexionar sobre las posibles conexiones entre nuestras preferencias y nuestra forma de ser, es crucial abordar estas interpretaciones con un espíritu crítico y abierto. Atribuir niveles de inteligencia o creatividad basándose únicamente en el color favorito de una persona es una generalización que ignora la complejidad del ser humano y la multiplicidad de factores que moldean nuestra mente y nuestro carácter. Los colores enriquecen nuestra experiencia del mundo, y nuestras preferencias por ellos son, ante todo, una expresión personal y subjetiva, un reflejo de nuestra historia individual y de las emociones que buscamos o que resuenan con nosotros en un momento dado.
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