Calor oceánico

Esto es lo que les pasa a los corales por el aumento de las temperaturas marinas

El cambio climático global está provocando eventos de blanqueamiento de coral a una escala y con una intensidad nunca antes vistas

Una buceadora observa corales en el arrecife Scott.

Una buceadora observa corales en el arrecife Scott. / Nick Thake / James Gilmour

Alexandra Costa

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Considerados como verdaderas ciudades submarinas, rebosantes de vida y color, los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más biodiversos y valiosos de nuestro planeta. Sin embargo, estas maravillas naturales se encuentran actualmente inmersas en una crisis sin precedentes, una situación tan grave que los científicos advierten que podría estar alterando permanentemente la faz de nuestros océanos y su capacidad para sustentar la vida. El principal culpable de esta catástrofe silenciosa es el inexorable aumento de las temperaturas marinas, consecuencia directa del cambio climático global, que está provocando eventos de blanqueamiento de coral a una escala y con una intensidad nunca antes vistas.

El fenómeno del blanqueamiento no es nuevo, pero su magnitud actual es alarmante. Según datos recientes de la Iniciativa Internacional para los Arrecifes de Coral (ICRI), aproximadamente el 84% de los arrecifes oceánicos del mundo ya muestran signos de decoloración. Estamos presenciando el cuarto evento de blanqueamiento masivo a nivel global desde que se tienen registros (el primero fue en 1998), pero este último, iniciado en 2023, se perfila como el más extenso y devastador hasta la fecha, superando incluso la grave crisis ocurrida entre 2014 y 2017, que afectó a cerca de dos tercios de los arrecifes mundiales. Lo más preocupante es que este episodio aún no ha terminado y sus efectos continúan acumulándose, impulsados por un calentamiento oceánico que batió récords en 2023, alcanzando una temperatura media anual en la superficie marina (excluyendo zonas polares) de 20,87 grados Celsius.

El proceso de decoloración: cuando el estrés térmico apaga la vida

Para entender la gravedad del blanqueamiento, es crucial comprender la biología de los corales. Estos organismos son, en realidad, colonias de pequeños animales (pólipos) que viven en una relación simbiótica fundamental con unas algas microscópicas llamadas zooxantelas. Estas algas residen dentro de los tejidos del coral y, a través de la fotosíntesis, le proporcionan la mayor parte de sus nutrientes y le otorgan sus vibrantes colores característicos. Los corales son extremadamente sensibles a las variaciones de su entorno, especialmente a la temperatura del agua. Cuando el mar se calienta de forma anómala y prolongada, esta simbiosis vital se rompe. Las algas, bajo estrés térmico, comienzan a producir compuestos tóxicos, lo que lleva al coral a expulsarlas masivamente de sus tejidos.

El resultado visible de esta expulsión es el blanqueamiento: el coral pierde su color y queda expuesto su esqueleto blanco de carbonato de calcio. Un coral blanqueado no está necesariamente muerto, pero sí gravemente debilitado, privado de su principal fuente de alimento y más vulnerable a enfermedades. Si las condiciones de estrés térmico persisten durante semanas o meses, o si son extremadamente severas, los corales no pueden recuperar sus algas y mueren de inanición. La magnitud del evento actual ha sido tal que la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU.) ha tenido que añadir nuevos niveles de alerta a su escala de vigilancia de blanqueamiento (Coral Reef Watch) para poder reflejar adecuadamente la intensidad del estrés térmico observado.

Un ecosistema vital en peligro: más allá de la pérdida de belleza

La desaparición progresiva de los arrecifes de coral va mucho más allá de una pérdida estética o de biodiversidad, aunque esto último ya sea dramático por sí solo. Estos ecosistemas son cruciales para la salud general de los océanos y para el bienestar humano. Se estima que sustentan alrededor del 25% de todas las especies marinas conocidas, funcionando como áreas de cría, refugio y alimentación para miles de peces, invertebrados y otras formas de vida. Además, actúan como barreras naturales vitales que protegen las costas de la erosión causada por el oleaje y mitigan el impacto de tormentas y huracanes, un servicio ecosistémico cada vez más relevante en un contexto de eventos climáticos extremos más frecuentes.

Desde una perspectiva socioeconómica, millones de personas en todo el mundo dependen directa o indirectamente de los arrecifes de coral para su subsistencia, principalmente a través de la pesca y el turismo. La degradación y muerte de los corales amenaza estas actividades económicas, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y los medios de vida de comunidades costeras enteras, a menudo en países en desarrollo. La pérdida de estos ecosistemas complejos representa, por tanto, una crisis ecológica, económica y social de alcance global.

Conservación y restauración: esfuerzos valiosos pero insuficientes sin acción climática

Ante la magnitud de la crisis, han surgido diversas iniciativas de conservación y restauración en distintas partes del mundo. Proyectos en lugares como los Países Bajos o Florida trabajan arduamente cultivando fragmentos de coral en laboratorios o viveros submarinos, rescatando corales afectados por el calor extremo, rehabilitándolos y tratando de reintroducirlos en arrecifes dañados. Estos esfuerzos son loables y representan una chispa de esperanza para preservar la diversidad genética de algunas especies y recuperar pequeñas áreas degradadas.

Sin embargo, la comunidad científica es unánime al señalar que estas medidas, por sí solas, son insuficientes para revertir la tendencia global de declive de los arrecifes. La restauración de corales es una tarea compleja, costosa y que requiere mucho tiempo, además de necesitar condiciones ambientales estables para tener éxito. El problema fundamental es que el cambio climático, con su continuo calentamiento de los océanos y la creciente frecuencia de olas de calor marinas, está minando la viabilidad a largo plazo de estos propios esfuerzos de restauración. Como expresó Mark Eakin, experto en corales, estas acciones se asemejan más a poner "una tirita" que a aplicar una verdadera solución. La única estrategia efectiva y duradera, insisten los expertos, es abordar la raíz del problema: reducir drástica y urgentemente las emisiones globales de gases de efecto invernadero, principalmente las derivadas de la quema de combustibles fósiles. Sin una acción climática decidida a nivel mundial, la inacción, como advirtió Melanie McField, copresidenta de la Red Mundial de Monitoreo de Arrecifes de Coral, equivale a una "sentencia de muerte" para estos invaluables ecosistemas.