El temor a un nuevo apagón deshincha la movilidad en Barcelona y Madrid

Cerca de 400.000 personas han amanecido en Catalunya sin saber si podrían subir al tren que cada día les lleva al trabajo o a la universidad; si podrían, en definitiva, disponer del medio de transporte que ejerce de columna vertebral de su rutina. Los más madrugadores han visto que la cosa pintaba bien, pues a las cinco de la mañana, la previsión era iniciar el servicio con un 60% de la oferta habitual de Rodalies. Pero una hora después, la inestabilidad de la red eléctrica ha obligado a plegar velas hasta nueva orden. A mediodía han empezado a salir los trenes, de manera tímida y solo en el ámbito de Barcelona. Para, a lo largo de la jornada, ir recuperando la normalidad en toda la diáspora ferroviaria, a excepción de los Regionals de Tarragona y Lleida. Lo mismo ha sucedido en Madrid con los cerca de 600.000 habituales de las Cercanías. Al final de la jornada, sumando el bajón de demanda del metro, se ha confirmado lo esperable: un día más sedentario que nómada, de prudencia tras la tormenta y un cierto miedo ante lo desconocido.

Los registros del subterráneo de Barcelona hasta las 12 del mediodía son el mejor ejemplo de lo sucedido: 453.069 validaciones, un 20% menos que el martes 8 de abril, cuando a mediodía se llegó a los 564.803 viajes. No es que se hayan ido al bus, como hicieron el martes en masa, día en el que TMB batió el récord histórico de billetes en su transporte de superficie, simplemente, no han hecho ese desplazamiento habitual o eventual.

Menos coche

Podría pensarse que, como también sucedió el lunes, se ha apostado más por el vehículo privado, pero es una suposición que el consistorio echa por tierra. En el interior de la ciudad se ha registrado un tráfico muy similar al de cualquier laborable, pero en las rondas, la congestión ha sido inferior. Es decir, menos uso del transporte público y también menos recurso del coche o la moto. Más teletrabajo y dejar para otro día un recado que requiriera de un desplazamiento largo.

Poco a poco, a lo largo del martes, Madrid ha ido recuperando la movilidad tras el apagón. Tras las imágenes de atascos en las principales arterias de la ciudad y esporádicos ciudadanos que, compartiendo las labores de los agentes de movilidad, se lanzaron a la calzada a dirigir el tráfico, la capital ha amanecido sin retenciones en las carreteras, con el Metro de Madrid a pleno rendimiento desde primera hora de la mañana y el servicio de Cercanías normalizado en torno al medio día. La huella más visible de las más de 12 horas sin energía se ha visto durante todo el día en las estaciones de Chamartín y Atocha, donde se han agolpado miles de personas para intentar coger un tren.

Madrid, con la UME

Con el nivel 3 de emergencia de protección civil declarado en la Comunidad de Madrid, la Policía Nacional y miembros de la Unidad Nacional de Emergencias (UME) se han encargado de organizar a las miles de personas que han ido llegando a lo largo del día a dos principales estaciones de tren de la ciudad. Allí se han agolpado quienes tenían billetes para el lunes y los que tenían plaza para viajar el martes. 

En el resto de la capital ha reinado la normalidad. Los accesos a la ciudad se han mantenido tranquilos y con tráfico fluido, un 7% menor al que se suele registrar en un día laborable, según la DGT, y que en otras ciudades de España ha llegado al 14%. Además, Cercanías Madrid ha operado desde primera hora al 50%, aunque pasado el mediodía todas las líneas funcionaban al 100%. A las 12 horas, Metro de Madrid también ha asegurado que "toda la red presta servicio con normalidad".

Fuera de la capital, Renfe ha ido recuperando los servicios ferroviarios poco a poco, con problemas en algunos núcleos de Cercanías y con trenes de media distancia. Tras la última actualización, la normalidad era casi plena en todo el territorio, aunque hay suspendidas dos líneas de Cercanías en Sevilla y retrasos en Cádiz. Está por ver cómo responde el tendido eléctrico el miércoles, pues de ello dependerá el correcto funcionamiento de las redes ferroviarias. Y de las rutinas ciudadanas.