La carrera contra reloj para encontrar una pastilla del día después en pleno apagón

Mientras que para la mayoría de personas la gran preocupación era si tendrían un plato caliente en la mesa, para una pareja de Girona la inquietud era otra. Menos anecdótica, más trascendental. Y es que necesitaban encontrar "en menos de veinticuatro horas" una pastilla del día después para evitar un embarazo no deseado. "Yo estaba aterrada y bloqueada, me quedé esperando en casa de mis padres, que por suerte no estaban, y mi pareja salió a buscar la pastilla", relata ella.

Él salió de casa y se detuvo sin éxito en la primera farmacia. Y en la segunda. Y en la tercera. Y en la cuarta. "Una bajó la persiana casi en mis narices, las otras me decían que tenía que ir ella porque a mí no me la podían dar", asegura él. Así que empezó a correr de un extremo de Girona al otro porque "no podía perder ni un segundo", mientras el reloj avanzaba y no tenía forma de contactar con ella porque, además, se le había agotado la batería del móvil.

"Vi un grupo de chicas por la calle y las abordé; primero les aclaré que no quería robarlas y después les supliqué que intentaran localizar a mi pareja para decirle que viniera, porque solo podían darle la pastilla a ella, pero no me sabía su número de teléfono de memoria y trataron de mandarle un mensaje por Instagram, pero no funcionaba nada", recuerda. Así que, en un intento desesperado, les pidió que se hicieran pasar por ella para conseguir la pastilla: "Una de ellas entró en la farmacia, le pidieron el DNI pero dijo que no lo llevaba encima y, por suerte, se la dieron, y yo cogí la pastilla y fui corriendo hasta su casa", explica.

Pero cuando intentó llamar al timbre, se topó con otro obstáculo. Y es que sin luz no podía avisarle de que ya estaba allí. Ella, mientras tanto, pensaba que él ya se habría rendido: "Llevaba más de dos horas sin saber nada de él, pensé que ya se habría dado por vencido y se habría ido a su casa". Hasta que, después de veinte minutos esperando a las puertas de su casa intentando encontrar la manera de entrar (incluso intentó saltar la valla), empezó a golpear la puerta y ella lo oyó. Y pudo tomarse la pastilla.

Ahora, que recuerdan este lunes como una "película surrealista", celebran que la aventura también fue una "prueba de amor": "Lo que en un día normal se habría podido solucionar con una simple llamada, fue una especie de carrera de obstáculos para demostrarnos que lo haríamos todo el uno por el otro", asegura él.