La cruzada de Francisco contra la pederastia deja un sabor agridulce en las víctimas: "Palabras bonitas" y "pocos hechos"

Nadie duda de que Francisco ha sido un Papa que ha roto moldes. Tras su fallecimiento, ha sido loado por su compromiso con la justicia social, la paz, los derechos de los inmigrantes o el cambio climático. Sin embargo, ha dejado un sabor agridulce en cuanto a la respuesta del Vaticano a los múltiples escándalos de pederastia, que ya habían estallado cuando llegó al papado, en 2013, y han continuado saliendo a la luz, con un goteo constante.

"Muchas víctimas creemos que el gran fracaso de su pontificado ha sido su negativa a implementar un plan de acción realista y ambicioso para luchar contra la pederastia clerical", apunta Miguel Hurtado, activista y primer denunciante de los casos de abusos en la Abadía de Montserrat. "Nunca un Papa ha tenido tan bonitas palabras contra la pederastia y ha hecho tan poco para ponerlas en práctica", resume.

Francisco creó la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, un grupo internacional de expertos que se vio envuelto en la polémica desde el principio

Esas ‘bonitas palabras’ o buenas intenciones comenzaron en 2014, cuando Francisco creó la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, un grupo internacional de expertos destinado a abordar el problema. Sin embargo, el órgano se vio envuelto en la polémica desde el principio, con dimisiones sonadas debido a la "vergonzosa" falta de colaboración de los funcionarios vaticanos, hasta el punto de que diez años después presentó su primer informe, sin cifras de afectados y sin apenas soluciones.

Cinco años después de la creación de la Comisión, estalló el escándalo de los abusos en Chile, que fue un punto de inflexión. En un inicio, el Papa defendió al obispo chileno acusado de encubrir las violaciones de menores, pero tras reunirse en privado con las víctimas, ordenó una investigación a dos personas de su confianza y después admitió que había cometido "graves errores". Tras ello, convocó a los obispos chilenos al Vaticano y les forzó a presentar su renuncia en bloque.

El Papa expulsó al excardenal estadounidense Theodore McCarrick, que abusó de menores y seminaristas, lo que supuso un giro de guion sobre la actuación previa del Vaticano

Una de las cosas que más duele a las víctimas de los abusos sexuales en la Iglesia es que la jerarquía católica haya tratado, durante años, de encubrir, silenciar o justificar a los culpables.

Nuevos escándalos

Tras la crisis chilena, salieron a la luz nuevos escándalos, como el que obligó a Francisco a expulsar al excardenal estadounidense Theodore McCarrick, que abusó de menores y seminaristas. Previamente, Juan Pablo II había ignorado las advertencias en contra de este cardenal, con lo que la actuación de Francisco supuso un giro en la actuación del Vaticano.

En 2019, empujado por los múltiples escándalos, convocó a los obispos de todo el mundo a una cumbre dedicada exclusivamente a la pederastia

El goteo de casos continuó, así como las investigaciones, como la llevada a cabo por Francia, que cifró en más de 330.000 las víctimas de la pederastia eclesial, lo que provocó una nueva respuesta del Pontífice: convocó, por primera vez, a los obispos de todo el mundo a una cumbre en el Vaticano dedicada exclusivamente "a la protección de los menores de edad", que se celebró en 2019.

En este cónclave, se escucharon relatos desgarradores de las víctimas así cómo críticas a la actuación de la Iglesia, por lo que Francisco prometió una "batalla sin cuartel" contra la pederastia. A partir de aquel momento, el Vaticano dio la orden de investigar internamente a los acusados, de abrir oficinas de atención a las víctimas y de eliminar el secreto pontificio sobre estos delitos, entre otras reformas.

"Francisco ha pasado la patata caliente a su sucesor”

Miguel Hurtado

— Primer denunciante del caso de abusos en Montserrat

Las actuaciones pendientes

Sin embargo, las víctimas se quejan de que el clero sigue sin estar obligado a denunciar los abusos ante los tribunales civiles y de que la reparación que les ofrecen en las distintos países e Iglesias es desigual. "La ONU hizo un demoledor informe en el que incluyó múltiples recomendaciones para afrontar la crisis como denunciar todos los casos ante la justicia, abrir los archivos canónicos, cesar a los encubridores y compensar de forma integral a las víctimas. Más de una década después no hay ningún avance en ninguna de estas tares. Francisco ha pasado la patata caliente a su sucesor", opina Hurtado.

En España, de hecho, la Iglesia tuvo una colaboración "dispar" con la investigación encargada al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, que a partir de una encuesta cifró en 440.000 el número de víctimas de abusos sexuales en el ámbito religioso. La Conferencia Episcopal encargó su propio informe, que también se vio envuelto en la polémica y no incluye cifras concluyentes. Además, ha decidido indemnizar a las víctimas pero sin participar en un fondo estatal, como proponía Gabilondo, para asegurar la equidad y la transparencia.

No obstante, no todas las víctimas se muestran tan críticas con la actuación de Francisco como Hurtado. Juan Cuatrecasas, portavoz de la Asociación Nacional de Infancia Robada (ANIR), considera que Francisco ha tenido "cercanía y empatía" con las víctimas y ha sido "el iniciador" de un camino de reconocimiento, reparación y acompañamiento que tiene que continuar su sucesor, porque aún "queda mucho trabajo por hacer", según ha declarado Cuatrecasas a Europa Press.

Suscríbete para seguir leyendo