Valor oculto
Estas monedas con el rostro del Papa Francisco pueden darte una alegría
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Moneda con la efigie del Papa Francisco.
La figura del Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica durante más de una década, trasciende lo puramente religioso para convertirse en un icono global. Su imagen y los símbolos asociados a su pontificado han quedado inmortalizados en diversos objetos, desde sellos postales hasta recuerdos. Sin embargo, un área que despierta un interés particular, especialmente entre coleccionistas y aficionados a la numismática, es la de las monedas emitidas por la Ciudad del Vaticano durante su papado. Aunque estas piezas son técnicamente de curso legal dentro de la Eurozona, su verdadero valor a menudo reside en su singularidad, historia y potencial como objeto de colección, un valor que puede deparar gratas sorpresas a quienes las posean.
La Ciudad del Vaticano, como estado soberano, tiene la potestad de acuñar sus propias monedas de euro, las cuales se caracterizan por llevar diseños distintivos que reflejan su identidad única. Durante el pontificado de Francisco, se han puesto en circulación principalmente dos series de monedas que llevan su impronta, aunque de manera diferente. La primera serie, introducida a partir de enero de 2014, es quizás la más reconocible popularmente, ya que muestra directamente la efigie, el rostro del Papa Francisco. Esta conexión visual directa con el Pontífice la convierte en una pieza buscada. Tres años más tarde, en marzo de 2017, se introdujo una segunda serie significativa. Esta optó por un diseño diferente, presentando el escudo de armas del Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, que, aunque no muestra su rostro, representa oficialmente al Estado durante su liderazgo. Ambas series, reconocidas por el Banco Central Europeo, forman parte del conjunto de emisiones vaticanas que circulan junto a las de otros papados anteriores.
¿Qué determina el valor de estas piezas numismáticas?
El hecho de que una moneda vaticana con la efigie o el escudo asociado a Francisco pueda valer significativamente más que su denominación facial (un céntimo, dos euros, etc.) no es casualidad. Responde a varios factores clave en el mundo del coleccionismo numismático. El principal es la limitada tirada de estas emisiones. A diferencia de las monedas producidas masivamente por grandes países europeos, las acuñaciones vaticanas suelen ser considerablemente más reducidas, concebidas a menudo tanto para la circulación como, y principalmente, para el mercado de coleccionistas en sets específicos. Esta escasez relativa las convierte intrínsecamente en objetos más deseables y difíciles de encontrar en el cambio cotidiano.
Otro factor crucial es el estado de conservación. Las valoraciones más altas, como las que citan catálogos especializados, se refieren casi exclusivamente a monedas "sin circular" (UNC, por sus siglas en inglés). Esto significa que la pieza no ha sido utilizada en transacciones, conservando su brillo original de acuñación y sin presentar desgastes, arañazos o golpes propios del uso. Una moneda que ha estado en circulación, aunque siga siendo coleccionable, tendrá un valor considerablemente menor. Finalmente, un elemento que puede disparar el valor de cualquier moneda, incluidas las vaticanas, es la presencia de errores de acuñación o variantes raras. Una imperfección, un detalle mal grabado o una desviación del diseño estándar convierte a esa pieza específica en algo único y, por tanto, potencialmente muy cotizado entre los expertos.
Un potencial económico inesperado: valoraciones indicativas
Teniendo en cuenta los factores de rareza y conservación, las monedas vaticanas del Papa Francisco pueden alcanzar valores sorprendentes. Según estimaciones basadas en catálogos numismáticos para piezas en estado sin circular, incluso las denominaciones más bajas pueden multiplicar su valor facial exponencialmente. Por ejemplo, las monedas de uno, dos o cinco céntimos de la serie con la efigie (2014) pueden moverse en rangos de 8 a 12 euros. Las de 10 y 20 céntimos alcanzan cifras similares. Curiosamente, las de 50 céntimos de esta serie suelen tener una valoración algo más modesta, en torno a los 3-4 euros. Sin embargo, el salto se produce en las denominaciones superiores: una moneda de un euro sin circular puede valorarse entre 16 y 18 euros, mientras que la de dos euros, a menudo la más buscada, puede alcanzar entre 40 y 48 euros.
La segunda serie, la que presenta el escudo de armas (a partir de 2017), también muestra un patrón interesante. Las denominaciones bajas (1, 2, 5, 10, 20 céntimos) se valoran, sin circular, entre 5 y 8 euros. La de 50 céntimos se sitúa entre 4 y 5,50 euros. Pero, de nuevo, son las monedas de uno y dos euros las que destacan notablemente, con valoraciones que pueden oscilar entre los 42 y 44 euros para ejemplares perfectos. Estas cifras demuestran que revisar el cambio o antiguas colecciones puede, en ocasiones, revelar pequeñas piezas cuyo valor numismático supera con creces su función monetaria original. Si bien encontrar una de estas monedas en perfecto estado o con un error significativo no es tarea fácil, la posibilidad añade un aliciente a la búsqueda y al interés por estas emisiones papales. Representan no solo un valor económico potencial, sino también un fragmento tangible de la historia reciente de la Iglesia y del pontificado de una figura de relevancia mundial.
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