La sucesión de Francisco
Claves de los candidatos a nuevo Papa: quién es quién
Los 133 cardenales electores, entre ellos cuatro españoles, elegirán al Pontífice en un cónclave que augura una pugna entre progresistas y conservadores
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Juan José Omella, un improbable 'papable' español

¿Quiénes son los candidatos a suceder al papa Francisco? Pietro Parolin / Agencias


Irene Savio
Irene SavioPeriodista
Tras el pontificado rompedor de Francisco, que falleció este lunes a los 88 años, el cónclave sucesorio estará marcado por la pugna entre progresistas y conservadores. Aunque en las quinielas ya aparecen muchos nombres, a fecha de hoy no hay ningún candidato claro. Sin embargo, todo indica que la opción de los 133 cardenales electores -han causado baja en las últimas horas el español Antonio Cañizares y el bosnio Vinko Puljic, ambos por motivos de salud- que participarán en el cónclave para elegir al nuevo Pontífice, entre los que hay cuatro españoles, será buscar a un moderado. El 80% de ellos los nombró el fallecido Papa.
Después de tres papas extranjeros (Bergoglio, Ratzinger y Wojtyła), el ala italiana presiona para que el próximo pontífice vuelva a ser del país o al menos europeo. Aunque la presencia de cardenales italianos en el cónclave ha disminuido en estos años, siguen siendo 53 los que entrarán en la Capilla Sixtina para el cónclave con un peso enorme en el voto.
Repasamos a continuación los nombres que suenan con más fuerza como posibles sucesores. Teniendo en cuenta dos cosas: por un lado, que nunca ha perdido completamente vigencia el famoso dicho 'quien entra Papa sale cardenal'. El propio Juan José Omella lo recordaba al ser preguntado sobre la posibilidad de ser uno de los candidatos. Y por otro, que en la historia no faltan casos en los que las quinielas se han equivocado o han subestimado a algún candidato. Es lo que ocurrió en su momento con el propio Francisco, que había sido señalado como papable en el cónclave que eligió a Benedicto XVI y luego, en el cónclave que lo eligió a él, no figuraba como uno de los favoritos.
El más nombrado en las 'quinielas' vaticanas es sin duda el actual secretario de Estado, Pietro Parolin, de 70 años, un hombre de consenso y difícilmente encasillable entre progresistas y conservadores, lo que podría ser una baza importante. Conocido por todos los cardenales, gran diplomático que ha acercado estos años la Santa Sede a China y un buen conocedor de todo Oriente y de Latinoamérica después de haber sido nuncio en Venezuela.
Es uno de los favoritos entre los apostadores, y es visto como un candidato de consenso entre progresistas y conservadores. Ha sido diplomático de la Iglesia durante casi toda su vida y desde 2013, año en que fue elegido Francisco, ha servido como su secretario de Estado. Este cargo es similar al de un primer ministro, y los secretarios de Estado a menudo son llamados el "papa adjunto", ya que ocupan el segundo lugar en la jerarquía vaticana.
Parolin ya había sido viceministro de Exteriores con el papa Benedicto XVI, quien en 2009 lo nombró nuncio (embajador del Vaticano) en Venezuela, donde defendió a la Iglesia frente a los intentos del presidente Hugo Chávez por debilitarla. También fue el principal arquitecto del acercamiento diplomático del Vaticano con China y Vietnam.
Ha recibido críticas por parte de los sectores conservadores debido al acuerdo con China sobre el nombramiento de obispos. Parolin ha defendido ese acuerdo afirmando que, aunque no es perfecto, evitó un cisma y permitió mantener cierta forma de diálogo con el gobierno de Pekín.
Nunca ha sido un activista visible en las llamadas “guerras culturales” de la Iglesia (como el aborto o los derechos LGBT), aunque en una ocasión calificó la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo como “una derrota para la humanidad”.
Defiende la autoridad del Vaticano sobre las iglesias locales y ha criticado los intentos en Alemania de permitir la bendición simbólica de parejas del mismo sexo, argumentando que las decisiones locales no pueden comprometer a toda la Iglesia.
De carácter suave y gentil, Parolin devolvería el papado a Italia, después de tres pontífices no italianos consecutivos: Juan Pablo II (Polonia), Benedicto XVI (Alemania) y Francisco (Argentina).
Ingresó al servicio diplomático vaticano apenas tres años después de ser ordenado sacerdote en 1980, por lo que su experiencia pastoral es limitada. Sin embargo, uno de sus puntos a favor es que habla varios idiomas.
La gran opción para los progresistas italianos es Matteo Maria Zuppi, de 69 años, actual presidente de la Conferencia Episcopal italiana, el perfil más cercano a Jorge Bergoglio por su atención a los más desfavorecidos y a los migrantes y muy cercano a la poderosa comunidad laica de San Egidio.
Cuando Zuppi fue ascendido en 2015 y nombrado arzobispo de Bolonia, la prensa nacional lo apodó el “Bergoglio italiano”, por su afinidad con el papa Francisco. Zuppi sería el primer papa italiano desde 1978.
Al igual que Francisco cuando era arzobispo en Buenos Aires, Zuppi es conocido como un “cura de calle”, volcado en los migrantes y los pobres, y poco interesado en los protocolos y la pompa. Se hace llamar simplemente “Padre Matteo”, y en Bolonia a veces se desplaza en bicicleta en lugar de usar el coche oficial.
En una ciudad famosa por su tradición culinaria, provocó revuelo al ofrecer tortellini sin cerdo en la festividad del santo patrón de Bolonia. Defendió la opción "halal" como un gesto de respeto y cortesía hacia los musulmanes.
Si llegara a ser elegido papa, es probable que los sectores conservadores lo miren con recelo. También podría enfrentar críticas de las víctimas de abusos sexuales, ya que la Iglesia italiana —que él preside desde 2022— ha sido lenta en investigar y enfrentar esta problemática.
Zuppi está estrechamente vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio, un grupo católico internacional con sede en el barrio romano de Trastevere, centrado en la paz y la justicia. Allí pasó gran parte de su vida como sacerdote. Sant’Egidio, a menudo apodada “la ONU de Trastevere”, fue clave en la firma de paz que puso fin a la guerra civil en Mozambique en 1992, con Zuppi como uno de los mediadores.
En los últimos tiempos ha participado en misiones diplomáticas como enviado del Papa para la guerra en Ucrania, centrado en el retorno de los niños que, según Kiev, fueron deportados a Rusia o a territorios ocupados. Zuppi es romano de nacimiento, con un acento regional marcado y profundas raíces católicas.
Su padre, Enrico, fue editor del suplemento dominical del periódico vaticano L’Osservatore Romano, y su tío abuelo, Carlo Confalonieri, fue también cardenal.
El perfil del cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, engloba algunas de las características que a los cardenales podrían convencer en la Sixtina. Hombre de la Curia pero que representa el continente asiático, que es la esperanza para la Iglesia católica. Aunque considerado progresista, ha criticado duramente un proyecto de ley filipino sobre salud reproductiva y se ha pronunciado enérgicamente contra el aborto y la eutanasia y argumenta que existen situaciones en las que los principios morales universales no se aplican, como la comunión para las parejas que conviven en matrimonio pero sin matrimonio sacramental, y las cuestiones relacionadas con la homosexualidad.
A menudo es llamado el “Francisco asiático” por su compromiso similar con la justicia social, y si fuera elegido, sería el primer papa de Asia. Sobre el papel, Tagle —quien prefiere que lo llamen por su apodo “Chito”— cumple con todos los requisitos para ser papa. Tiene décadas de experiencia pastoral desde su ordenación sacerdotal en 1982, y más tarde adquirió experiencia administrativa, primero como obispo de Imus y luego como arzobispo de Manila. El papa Benedicto XVI lo nombró cardenal en 2012.
En lo que muchos vieron como una estrategia de Francisco para darle experiencia en el Vaticano, en 2019 el Papa lo trasladó de Manila para nombrarlo jefe del Dicasterio para la Evangelización, el órgano encargado de la misión global de la Iglesia.
Tagle proviene de lo que algunos llaman "el pulmón católico de Asia", ya que Filipinas tiene la mayor población católica del continente. Su madre era una filipina de origen chino. Habla con fluidez italiano e inglés.
Entre 2015 y 2022, fue el líder máximo de Caritas Internationalis, una confederación de más de 160 organizaciones católicas de ayuda humanitaria, desarrollo y justicia social en todo el mundo. Sin embargo, en 2022, el papa Francisco destituyó a toda la cúpula de Caritas tras denuncias de acoso laboral y humillaciones a empleados, y nombró a un comisario para hacerse cargo. Aunque Tagle también fue cesado de su cargo, no estaba involucrado en la gestión diaria, que estaba en manos de un director general laico. Al anunciar esta drástica medida, Tagle reconoció los errores ante una reunión de la confederación, afirmando que era un momento para “enfrentar nuestros fracasos”. Queda por ver cómo este episodio afectará sus posibilidades en un eventual cónclave.
El arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, de 66 años, ha cobrado fuerza en los últimos años sobre todo tras haber convencido al papa Francisco a visitar la ciudad francesa para hablar de migración. Su perfil recuerda al primer Bergoglio, afable y culto, dedicado a las cuestiones de las 'periferias', al diálogo interreligioso y las migraciones, una sensibilidad adquirida también a través de su infancia en una familia perteneciente a los franceses repatriados a partir de 1962, al final de la guerra de Argelia. Su edad relativamente joven podría ser un punto en contra.
Según la prensa francesa, es conocido en algunos círculos católicos del país como Juan XXIV, en alusión a su parecido con el Papa Juan XXIII, el pontífice reformista de rostro redondeado de principios de los años 60. El papa Francisco bromeó en una ocasión diciendo que su sucesor podría adoptar el nombre de Juan XXIV.
Aveline es conocido por su afinidad ideológica con Francisco, especialmente en temas de inmigración y en las relaciones con el mundo musulmán. También es un intelectual serio, con un doctorado en teología y una licenciatura en filosofía.
Nació en Argelia en el seno de una familia de inmigrantes españoles que se trasladaron a Francia tras la independencia de Argelia, y ha vivido la mayor parte de su vida en Marsella, un puerto que ha sido un cruce de culturas y religiones durante siglos.
Bajo el pontificado de Francisco, Aveline ha tenido un ascenso destacado en su carrera eclesiástica: fue nombrado obispo en 2013, arzobispo en 2019 y cardenal tres años después. Su prestigio se vio reforzado en septiembre de 2023 cuando organizó una conferencia internacional de la Iglesia sobre cuestiones mediterráneas, en la que el papa Francisco fue el invitado principal.
Si llegara al cargo máximo, Aveline se convertiría en el primer papa francés desde el siglo XIV, una época turbulenta en la que el papado se trasladó a Aviñón. También sería el papa más joven desde Juan Pablo II. Entiende el italiano, pero no lo habla, lo que podría ser un inconveniente importante para un puesto que también conlleva el título de Obispo de Roma y que requiere una gran familiaridad con los juegos de poder e intrigas romanas.
Aunque italiano, el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, 59 años, es una baza para un papa con una visión internacional y que se ha expresado en estos días en defensa de los palestinos de Gaza, pero con buena relación con las autoridades israelíes. Demasiado joven para ser papa y una incógnita en algunas posiciones doctrinales, pesará lo que pueda comunicar en las congregaciones, las reuniones precónclave que se realizarán estos días.
El arzobispo de Budapest, Péter Erdö, de 72 años, es una de las más importantes opciones del ala conservadora y europea. Creció bajo el comunismo y, cuando tenía cuatro años, en 1956, su familia se vio obligada a huir del país. Considerado un gran intelectual es, firmemente provida, se opone al celibato opcional para los sacerdotes y está en contra de la aceptación de las uniones homosexuales y defiende los valores de la Europa cristiana. Su buena relación con el Gobierno antinmigración de Viktor Orban podría ser un punto negativo.
Si Erdo fuera elegido, inevitablemente sería visto como un candidato de compromiso: alguien del campo conservador que, no obstante, ha tendido puentes con el mundo progresista de Francisco.
Erdo ya fue considerado papable en el último cónclave de 2013 gracias a sus amplios contactos eclesiásticos en Europa y África, así como por su papel como pionero en la Nueva Evangelización, una campaña clave para muchos cardenales para revitalizar la fe en países avanzados secularizados.
Se le considera conservador en teología y, en discursos por toda Europa, subraya las raíces cristianas del continente. Sin embargo, también se le ve como pragmático y nunca se ha enfrentado abiertamente con Francisco, a diferencia de otros clérigos tradicionalistas.
Dicho esto, generó controversia en el Vaticano durante la crisis migratoria de 2015 cuando contradijo la llamada del Papa a que las iglesias acogieran refugiados, alegando que esto equivaldría a tráfico de personas —una postura que lo alineó con el primer ministro nacionalista de Hungría, Viktor Orbán.
Experto en derecho canónico, Erdo ha tenido una carrera meteórica: se convirtió en obispo en sus 40 años y cardenal en 2003, cuando tenía solo 51, lo que lo convirtió en el miembro más joven del Colegio Cardenalicio hasta 2010.
Habla italiano con fluidez, así como alemán, francés, español y ruso —lo cual podría ayudarle a descongelar las relaciones entre la Iglesia católica y la ortodoxa rusa tras el profundo enfriamiento causado por la guerra en Ucrania.
No es un orador carismático, pero lo que antes se consideraba un gran defecto podría verse ahora como una ventaja si los cardenales buscan un papado más sereno tras los fuegos artificiales del de Francisco.
El obispo de Estocolo, Anders Arborelius, de 75 años, primer cardenal de Suecia, es un convertido al catolicismo en un país escandinavo con una población abrumadoramente protestante y una de las sociedades más secularizadas del mundo. Es un firme defensor de la doctrina de la Iglesia, particularmente contra la posibilidad de permitir que las mujeres sean diáconos o de bendecir a parejas del mismo sexo. Aunque igual que Francisco, Arborelius es partidario de acoger a los inmigrantes en Europa.
El obispo maltés Mario Grech de 68 años, es el secretario general del Sínodo de los Obispos, por lo que en estos últimos tres años cuando se ha celebrado el Sínodo de la Sinodalidad ha podido conocer a todos los cardenales y representantes de la iglesia católica llegados a Roma para esta asamblea. Tuvo que lograr un delicado equilibrio entre las peticiones de crear una Iglesia abierta y atenta y al mismo tiempo reconociendo las preocupaciones conservadoras.
Grech proviene de Gozo, una pequeña isla que forma parte de Malta, el país más pequeño de la Unión Europea. Pero desde sus modestos orígenes ha llegado muy lejos: fue nombrado por el Papa Francisco como secretario general del Sínodo de los Obispos, un puesto de gran peso dentro del Vaticano. Inicialmente considerado un conservador, Grech se ha convertido en un abanderado de las reformas de Francisco, adaptándose rápidamente a los nuevos tiempos.
En 2008, varios ciudadanos malteses homosexuales anunciaron que abandonaban la Iglesia en protesta por lo que percibían como una postura anti-LGBT del entonces Papa Benedicto. Grech no mostró mucha simpatía en ese momento, pero en 2014, hablando en el Vaticano, pidió a la Iglesia que fuera más acogedora con sus miembros LGBT y creativa para abordar nuevas realidades familiares. Al día siguiente, durante el desayuno, el papa Francisco le dio una palmada en el hombro y lo felicitó por su discurso, lo que marcó el inicio de su ascenso dentro de la jerarquía.
En 2018, Grech declaró que disfrutaba de los desafíos que enfrenta la Iglesia: “Estamos atravesando un periodo de cambio. Y para mí, esto es algo muy positivo”, dijo al periódico Malta Today. Advirtió de que la Iglesia dejaría de ser relevante si no superaba la nostalgia del pasado.
Sus opiniones le han ganado enemigos influyentes, como el cardenal conservador Gerhard Müller, quien en 2022 lo atacó públicamente, cuestionando su perfil académico y acusándolo de contradecir la doctrina católica.
Los aliados de Grech insisten en que tiene amistades tanto en los sectores conservadores como moderados, y que gracias a su papel de alto perfil, es bien conocido por muchos cardenales —una ventaja clara en un cónclave donde muchos apenas se conocen entre sí. Al provenir de un país pequeño, su elección como papa no supondría ningún problema diplomático o geopolítico.
Grech ha enfatizado que siempre prefiere el consenso antes que el enfrentamiento. Sin embargo, no ha estado exento de polémica: en 2016 encabezó una peregrinación para rezar por lluvia tras reunirse con agricultores preocupados por la sequía. Un diario local lo calificó como "una vuelta a los intentos prehistóricos de provocar lluvia", pero pocos días después del evento, empezó a llover.
El arzobispo metropolitano de Colombo (Sri Lanka), Malcolm Ranjith , de 77 años, aunque ha demostrado cercanía con Francisco y ferviente preocupación por los pobres, es un cardenal con raíces en el pontificado de Benedicto XVI y no ha desdeñado alentar la celebración de la Misa tradicional en latín. Con experiencia en la Curia donde fue secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos después se trasladó a Sri Lanka y podría ser la baza del Sur del mundo. Habla diez idiomas con fluidez.
Aunque es muy difícil que el próximo papa sea africano, el arzobispo de Kinshasa, Fridolin Ambongo Besungu, de 65 años, es la opción más probable. Nacido en la República Democrática del Congo, de 65 años y arzobispo de Kinshasa, es el único cardenal africano en el consejo de Cardenales, el comité de asesores, que creó Francisco. Como presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar, en enero de 2024 firmó una carta expresando su oposición a la declaración del Vaticano que autoriza a los sacerdotes a impartir bendiciones a las uniones homosexuales. En una entrevista de 2023, Ambongo afirmó que "África es el futuro de la Iglesia, es obvio".
El actual prefecto del dicasterio para los obispos, el estadounidense originario de Chicago, Robert Francis Prevost, de 69 años, encargado de asesorar al papa en los nombramientos y también presidente de la Comisión Pontificia para América Latina puede ser una baza tanto para aquellos que quieren un hombre de Curia pero también del continente americano.
El arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, de raíces irlandesas-estadounidenses, es un conservador teológico, firmemente opuesto al aborto y una baza para los conservadores aunque en los últimos meses se ha opuesto con fuerza a las políticas contra los migrantes de Donald Trump. Su nombre ya sonó con fuerza en el anterior cónclave.
Otros nombres que suenan en las listas son Claudio Gugerotti (69 años), prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales o Joseph Cupich (75 años), arzobispo de Chicago, pero también una de las posibilidades sería un español como Ángel Fernández Artime (64 años), que fue el responsable de los salesianos y ahora proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. También Cristóbal López Romero (72 años), aunque cuenta como "africano" al ser arzobispo de Rabat, y el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella (79 años), muy cercano a Francisco y que formó parte de la comisión de cardenales que le ayudaron en su pontificado.
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