Educación en Catalunya
Cruzada en los institutos contra el odio y las 'fake news': "No tienen conciencia de lo que comparten en redes"
Más allá de mejorar los resultados académicos, el gran reto de la educación en la era de la posverdad es enseñar a los jóvenes a discernir entre una información veraz y una opinión interesada
CodiCrack es un proyecto de Drets Socials y la UPC para formar en competencias digitales a más de 30.000 jóvenes de entornos vulnerables
Identificar las 'fake news': el (urgente) reto de la alfabetización digital de niños y adolescentes

Taller de CodiCrack en la UEC Esclat en L'Hospitalet, la semana pasada. / Macarena Pérez


Helena López
Helena LópezRedactora
Más allá de los resultados académicos y de la preocupante fotografía que muestran año tras año las pruebas de competencias básicas, uno de los grandes retos en la educación en Catalunya -y a nivel global- es trabajar la mirada crítica del alumnado adolescente (una adolescencia que cada vez llega antes). Enseñar a los chavales a saber discernir una noticia contrastada, una "verdad", de una 'fake-new', algo cada día más difícil, según reflejaban también las últimas pruebas PISA. Es por eso que esa cuestión está recogida en los nuevos currículums y los centros educativos están intentando 'despertar' a su alumnado con numerosas iniciativas, que a veces se antojan como intentar vaciar el mar con un cubo, pero que son una urgencia para un alumnado que solo se informa a través de TikTok, según coinciden docentes y familias y confirman los propios jóvenes.
Una de esas iniciativas es CodiCrack, proyecto que busca formar en competencias digitales a más de 30.000 niños y adolescentes de entre 9 y 17 años de entornos vulnerables y jóvenes extutelados mayores de 18 años impulsado por el Departament de Drets Socials y desarrollado por la UPC School, la escuela de formación permanente de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), financiado por los Fondos Next Generation EU. El proyecto parte de la base constatada de que la población más vulnerable socieconómicamente sufre también más riesgo digital (la nueva brecha digital ya no está en el acceso a la tecnología, universal, sino en su uso y abuso).
"Trabajamos aspectos como que no se queden con lo primero que encuentren, que busquen las fuentes de las noticias", explica Cristina, la profesional que este jueves impartía el taller de CodiCrack en la UEC Esclat de L'Hospitalet de Llobregat. Con los jóvenes de este centro trabaja desde la búsqueda de información a cuestiones de ciberacoso, ciberseguridad o inteligencia emocional, para gestionar las propias emociones y" comunicarse empáticamente en entornos digitales".
"Nuestros alumnos digitalmente son competentes, nos pueden dar mil vueltas a algunas docentes haciendo virguerías con el ordenador, pero nos preocupan muchos los riesgos de las redes, la poca seguridad que hay", apunta Brisa Galindo, directora de la UEC Esclat. "Nos interesó mucho entrar en CodiCrack para poder trabajar bien con los chicos qué significa la huella digital y su alcance; el alumnado no tiene conciencia de que lo que comparten en las redes se queda ahí o de que compartir según qué vídeos sin consentimiento es delito...", prosigue Galindo, responsable de esta Unidad de Escolarización Compartida (UEC) con 43 años de historia que acoge a 54 alumnos de tercero y cuarto de ESO procedente de distintos institutos de la ciudad; a quien le gusta presentar el centro como una oportunidad.
"Debemos enseñar a los chicos qué significa la huella digital; no tienen conciencia de que lo que comparten en las redes se queda ahí o de que compartir según qué vídeos es delito"
A las UEC, un centro educativo en el que obtener la ESO de forma adaptada para alumnado que no "sostenía" la escolarización en un instituto ordinario, llegan principalmente dos tipos de estudiantes. Por un lado, el alumnado disruptivo (el perfil clásico) y, por el otro, sobre todo después de la pandemia, alumnado con una gran desmotivación y fragilidad emocional, alumnado que no tenía ánimo para ir a al instituto.
Esta UEC en concreto, son 54 alumnos, 22 en tercero y 22 en cuarto, en aulas llevadas por profesores de secundaria, igual que los del instituto. "No tenemos varitas mágicas, pero para nosotros es muy importante que el alumnado tenga sentimiento de pertenencia, por eso, a diferencia de lo que pasa en un instituto cualquiera, aquí el tutor está toda la jornada en el aula con el grupo", explica la directora.
Junto al tutor, eso sí, van entrando a la clase los talleristas de cocina, carpintería... unos talleres 'prelaborales' "más motivadores y significativos para los chavales", cuenta Galindo. Ahora mismo están haciendo mobiliario para el patio del instituto escuela Gornal: una cabaña y un barco pirata de madera que estos días terminan ilusionados. Hace años que hacen ese tipo de trabajos en proyectos APS (aprendizaje-servicio) para centros educativos de la ciudad gracias al boca a oreja; y tienen una lista de espera con peticiones de cuatro años.
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