Los farmacéuticos avisan del gran problema que tiene la Ley de Medicamentos en todas las farmacias de España

La principal fuente de preocupación radica en el sistema diseñado para elegir, cada seis meses, los medicamentos considerados "más económicos"

Medicamentos en una farmacia.

Medicamentos en una farmacia. / Redacción

Alexandra Costa

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El panorama farmacéutico español se encuentra en un momento de potencial transformación y, a la vez, de profunda inquietud. El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos ha levantado la voz para señalar serias preocupaciones sobre uno de los pilares del anteproyecto de la nueva Ley de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos y Productos Sanitarios. En el centro del debate se sitúa un novedoso mecanismo propuesto para la selección y dispensación de fármacos que, si bien podría buscar la contención del gasto farmacéutico, amenaza con generar efectos adversos significativos tanto para los pacientes como para la propia red de farmacias comunitarias que vertebra el acceso al medicamento en todo el territorio nacional. La profesión farmacéutica advierte de un futuro incierto si no se reconsideran aspectos clave de esta propuesta normativa.

Impacto en el paciente: adherencia y seguridad en juego

La principal fuente de preocupación radica en el sistema diseñado para elegir, cada seis meses, los medicamentos considerados "más económicos" dentro de cada grupo terapéutico homogéneo (aquellos con el mismo principio activo y vía de administración). Según el borrador de la ley, estos fármacos seleccionados serían de dispensación prioritaria. Esto implica que si un paciente llega a la farmacia con una prescripción para un medicamento específico que no coincide con el seleccionado en ese semestre, el farmacéutico estaría obligado a sustituirlo por la opción designada como más barata. Si el paciente insistiera en recibir el medicamento originalmente prescrito (no seleccionado), tendría que asumir la diferencia de coste de su propio bolsillo.

Los farmacéuticos alertan de que esta dinámica de sustitución frecuente, impulsada por criterios primordialmente económicos, podría convertirse en un obstáculo considerable para la salud de los ciudadanos. Cambiar constantemente la presentación, el nombre o incluso el excipiente de un medicamento, aunque el principio activo sea el mismo, genera confusión, especialmente entre pacientes de edad avanzada, crónicos o polimedicados, que constituyen un grupo vulnerable. Esta confusión, advierten, puede derivar directamente en una disminución de la adherencia terapéutica (que el paciente siga correctamente su tratamiento) y, lo que es más grave, en un aumento del riesgo de errores en la toma de medicación. Como subraya Jesús Aguilar, presidente del Consejo General, los farmacéuticos no se oponen a la capacidad de sustituir fármacos, pero defienden que esta decisión debe basarse siempre en criterios sanitarios y de beneficio para el paciente, no en una imposición económica que puede comprometer la seguridad y efectividad del tratamiento.

La amenaza a la red asistencial: suministro y viabilidad económica

Más allá del impacto directo en el paciente, el sistema propuesto genera serias dudas sobre la sostenibilidad y operatividad de la propia red de farmacias. Al concentrar la demanda en un número muy limitado de medicamentos (los seleccionados como más baratos cada semestre), se teme que se produzcan tensiones en la cadena de suministro. La focalización extrema en pocas referencias podría llevar a faltas de stock de los fármacos seleccionados, dificultando la continuidad de los tratamientos y obligando a buscar alternativas de forma constante, generando más incertidumbre.

Pero las consecuencias podrían ser aún más profundas. La limitación de las opciones disponibles y la presión sobre los márgenes económicos asociada a la dispensación prioritaria de los fármacos más baratos podrían comprometer la viabilidad económica de muchas oficinas de farmacia. El Consejo General advierte que este impacto no sería homogéneo, sino que afectaría de manera desproporcionada a las farmacias situadas en entornos más vulnerables, como zonas rurales o barrios con menor densidad de población. La posible reducción del número de farmacias no solo implicaría la pérdida de puestos de trabajo cualificados, sino que erosionaría un pilar fundamental del Sistema Nacional de Salud: la capilaridad y accesibilidad que ofrece la red farmacéutica actual, garantizando el acceso al medicamento incluso en las localidades más remotas. Se corre el riesgo, señalan, de dejar a muchas comunidades sin su farmacia de referencia y sin el consejo sanitario cercano que proporcionan sus profesionales.

Buscando el equilibrio: desarrollo profesional vs. sostenibilidad

Paradójicamente, el mismo anteproyecto de ley que introduce este controvertido sistema de selección también incluye medidas valoradas positivamente por la profesión farmacéutica, orientadas a potenciar su rol asistencial. Entre ellas se contempla la posibilidad de que los farmacéuticos actúen sobre medicamentos de primera prescripción bajo ciertas condiciones, su participación en órganos de coordinación terapéutica a nivel de atención primaria, o el reconocimiento explícito de su labor al dispensar entre presentaciones equivalentes. Estas medidas, alineadas con las demandas históricas del colectivo, podrían contribuir a descargar la presión sobre los centros de salud y aprovechar mejor el potencial sanitario de los farmacéuticos comunitarios.