Violencia sexual

¿Qué pasaba en la enfermería de los jesuitas de Casp? 18 exalumnas denuncian "tocamientos, abusos y prácticas inapropiadas"

12 nuevos testimonios se suman a las denuncias judiciales contra el enfermero del colegio, para el que la fiscalía pide 20 años de cárcel por abusos a alumnas

La orden ha impuesto de forma cautelar al acusado restricciones de movimiento y de contacto con menores

El colegio de los Jesuïtes de Casp, a Barcelona. | JORDI OTIX

El colegio de los Jesuïtes de Casp, a Barcelona. | JORDI OTIX

Paula Ericsson Navarro

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¿Qué ocurría en la enfermería del colegio de los jesuitas de Casp? Fiscalía pide 20 años de cárcel para el enfermero jesuita Amado Ardid, de 79 años, por dos presuntos delitos de abuso sexual infantil. Pero más allá de estos dos casos, otros 12 testimonios, sumados a seis denuncias judicializadas, abundan, según la acusación, en un patrón de supuestos abusos, tocamientos y conductas inapropiadas que sufrieron alumnas de primero a sexto de primaria entre 1992 y 2005. "Me tocó y me masturbó, me quedé petrificada", afirma una antigua alumna. "Tras ponerme la mano en los genitales, la imagen se me queda en negro”, asegura otra. La mayoría de afectadas no han acudido a denunciar porque o bien sus casos se encuentran prescritos o no se han visto con fuerzas para enfrentarse a la maquinaria judicial.

Sea como sea, los testimonios recabados en esta investigación –17 mujeres y un hombre que han pedido anonimato, por lo que los nombres que aparecen en esta pieza no son reales– recuerdan con nitidez que al fondo a la derecha de la enfermería había "una sala pequeña, oscura, con una camilla blanca". Una estancia que se cerraba por dentro y donde el alumnado se quedaba a solas con el enfermero, quien utilizaba este cuarto tanto para la revisión médica como para las consultas puntuales. La fiscal es contundente: un enfermero no puede explorar los genitales de una menor. Ardid, por su parte, niega las acusaciones.

"Me tocó los genitales y me masturbó; yo sabía que lo que me estaba haciendo no era normal, me quedé petrificada en la camilla”

"Yo sabía que aquello no era normal"

Uno de los episodios más delicados denunciados lo relata Bet, exalumna de una promoción de finales de los 90. En el primer ciclo de primaria, acudió a la enfermería para una revisión médica que, según ella, debía evaluar su peso y altura. “Una vez en su despacho privado, cerró la puerta, me hizo quitar la ropa y empezó a tocarme todo el cuerpo". "Después de eso recuerdo el tocamiento de los genitales y la masturbación. Yo sabía que lo que me estaba haciendo no era normal. Me quedé petrificada en la camilla”.

Su relato coincide con el de Viviana, que en su declaración judicial también explica que Ardid le quitó la ropa interior y le introdujo los dedos. “No encuentro ninguna justificación para hacer un tacto vaginal o una masturbación en una revisión médica a menores”, subraya Eva Adarve, vocal de las comadronas de la Junta de Govern del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Barcelona (COIB).

"Tenía miedo"

Hay más. Exalumnas como Sònia, Teresa, Sílvia, Fàtima y Olga también coinciden en que el religioso les tocó los genitales durante la revisión médica. “Cuando eres pequeña no sabes si eso es protocolario o no”, subraya Fàtima, quien recuerda que le hizo tumbar en la camilla y desnudarse "de arriba abajo" para luego practicarle tocamientos.

"Me puso la mano en los genitales y después de eso la imagen se me queda en negro”

Una escena muy parecida evoca Noa, otra denunciante judicial. “Después de estos hechos, recuerdo limpiarme a conciencia la vulva y decirme a mí misma que tenía que ir limpia a clase por sí se repetía un hecho similar”. Elisabet, que también ha acudido a los juzgados, rememora que el enfermero le hizo cerrar la puerta y tumbarse en la camilla. Una vez estirada, le desabrochó los pantalones y le puso la mano en los genitales. “Después de eso la imagen se me queda en negro”.

“En las siguientes revisiones tenía miedo”, admite Silvia, mientras que Sònia recuerda el "susto" que sintió con los tocamientos, sensación que compartió con algunas compañeras. Según Adarve, es "relevante" que los testimonios recuerden “miedo”, “vergüenza” o “incomodidad”.

Revisiones de vello púbico

Otras exalumnas como Joana, Cecília, Ofèlia y Míriam mantienen que Ardid también examinaba si tenían vello púbico. Así, mientras que Ofèlia recuerda este control como un único episodio en primero de primaria y durante la revisión médica, Joana, Cecília y Míriam aseguran que lo vivieron varias veces. De hecho, Míriam afirma que le sucedió en tres o cuatro revisiones, y que en alguna ocasión le hizo quitar el 'top'. Nunca lo comentó en casa, pero, como Sònia, lo explicó a algunas niñas de clase.

"Me dolía un diente y acudí a la enfermería: me hizo quitar los pantalones y me puso las manos dentro del calzoncillo para apretarme la bufeta”

Eduard, el único varón de este grupo de testimonios y alumno de una promoción de los 2000, relata dos episodios entre tercero y cuarto de primaria. El primero tuvo lugar cuando acudió a la enfermería porque le dolía un diente. “Me miró la boca, me hizo quitarme la camiseta y me auscultó. Luego me dijo que me quitara los pantalones y me estirara en la camilla, y acto seguido me puso las manos dentro de los calzoncillos para apretarme la bufeta”. La segunda vez fue porque tenía fiebre y Ardid repitió el procedimiento. En esta ocasión el testimonio recuerda, además, notar la erección del jesuita.

Revisiones insólitas en un entorno escolar

Y luego estaban las revisiones de sexto de primaria. “Era importante porque en ellas te decían cuándo te vendría la regla”, indica Laura, quien no recuerda tocamientos pero sí que el enfermero practicaba una observación “como la haría un ginecólogo”. Noemí sí se acuerda de que cuando el enfermero procesado quiso quitarle la ropa interior ella se negó. “Me hizo bajarla un poco y me dijo que la regla me vendría a los 13 años, pero no dejé que me tocara y él me dio a entender que, al negarme, estaba haciendo algo malo”.

La Societat Catalana de Pediatria y el Col·legi de Metges de Barcelona subrayan que el control puberal “no es una revisión que se haya hecho nunca de forma rutinaria protocolizada a nivel escolar”

El acceso a estos informes médicos, proporcionados por una antigua alumna, de 1995, 1996, 2000 y 2001, muestra que en algunos de estos documentos, con una extensión máxima de dos páginas, se habla de “exploración de abdomen y aparato genitourinario”, “control del cambio puberal” y de “exploración genital”, sin especificar prácticas. En una respuesta conjunta, la Societat Catalana de Pediatria y el Col·legi de Metges de Barcelona remarcan que el control puberal “no es una revisión que se haya hecho nunca rutinariamente o de forma protocolizada a nivel escolar”. “Actualmente no es habitual ni parece adecuado hacer este tipo de valoraciones en un entorno escolar, y menos sin estar los familiares presentes", añade el texto.

Cautelares

Por su parte, la abogada de la acusación particular, Norma Pedemonte, asegura que las denunciantes han necesitado ayuda psicológica para asimilar la magnitud del caso. “Ver que hay un patrón les ha afectado, aunque navegando juntas lo están superando”, asegura la jurista, quien también denuncia que el colegio y los jesuitas “no han colaborado judicialmente de forma plena”. “La información que hemos solicitado ha llegado o muy lentamente o nunca lo ha hecho”, añade la abogada.

Sobre los episodios relatados, la Compañía de Jesús mantiene que a la institución no le constan más casos que los seis que se han denunciado ante el juzgado. La orden también ha impuesto al acusado restricciones de movimiento y de contacto con menores, una de las medidas cautelares que se activan ante causas judiciales por abuso sexual de menores. Ante posibles procesos de asunción de responsabilidades y de restauración como el que está siguiendo el jesuita Francesc Peris, la compañía se mantiene “a la espera de que concluya el recorrido judicial”.

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