Educación en Catalunya

Maestras que han pasado por el MIR docente catalán: "Es una gran escuela, en la facultad no te enseñan a reponerte tras un mal día"

Jóvenes que han participaron en el Programa temporal de residencia inicial docente (Sensei) explican en qué consiste

"El primer año en el aula es un gran reto, lo que más aprecio es que teníamos espacios para hablar, algo muy difícil en el día a día", coinciden

Las escuelas catalanas afrontan el reto de las lecturas en primaria sin criterios unificados

Maribel Pascual (izquierda) y Paula Liébana, esta semana en el IE Feixes.

Maribel Pascual (izquierda) y Paula Liébana, esta semana en el IE Feixes. / Anna Mas Talens

Helena López

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"Acabas la carrera y vas un poco insegura; tranquiliza mucho saber que todas esas inquietudes y miedos los puedes compartir con tu mentora y que podéis buscar soluciones a situaciones que van surgiendo y poner después esos consejos en práctica; cuando estás sola nadie te puede dar un 'feedback'". Con estas palabras resume la joven Paula Liébana Núñez su experiencia el curso pasado como maestra novel en el primer año del plan piloto del Programa temporal de residencia inicial docente en centros educativos (Sensei, una suerte de MIR docente). Dice estar muy agradecida a su mentora, Maribel Pascual, docente del IE Feixes de Terrassa, donde, tras aprobar las oposiciones, este curso sigue trabajando, ahora como funcionaria. "Maribel dejó muy claro a todo el equipo que ya éramos maestras, que no estábamos allí para hacer fotocopias", agradece la joven, quien el curso pasado, en el marco del Sensei, dio clases de castellano en tercero y cuarto, y estuvo de codocente con la tutora en quinto, curso que ha asumido este año como tutora.

"Si ya nos cuesta a las veteranas, imagina a las noveles; el Sensei ofrece herramientas para gestionar la diversidad en las situaciones concretas que van saliendo en el día a día"

Maribel Pascual

— Maestra en el IE Feixes

"Todo lo que aprendí el curso pasado lo estoy aplicando este; en quinto somos dos líneas, pero estamos todos juntos, así que somos cuatro tutores; como tutora, tengo solo a 11 alumnos, con lo que puedes ofrecer una atención mucho más individualizada", explica Liébana Núñez, quien considera que, más allá del Sensei, la codocencia debería ser el camino a seguir. "Mientras un docente explica, el otro observa quién no ha entendido algo y se puede acercar a resolver dudas", destaca la joven maestra, quien apunta que de esta manera se puede intentar trabajar por multiniveles, con tres o cuatro por actividad.

Acompañamiento

A ojos de Liébana Núñez, lo mejor de participar en el Sensei –experiencia que recomienda con convencimiento– es el acompañamiento: "Es una gran escuela, en la facultad no te enseñan, por ejemplo, a tratar con las familias –añade–. Y además puedes estar un curso entero en un mismo centro con un mentor que te guíe". Lo peor (también hay cosas malas, como en todo) es "cobrar media jornada y trabajar muchísimo". De hecho, tras las quejas de la primera promoción por la carga de trabajo que suponía tener todas las formaciones del programa por las tardes, después de pasar el día en el aula, este curso lo han cambiado y las han incluido en horario lectivo.

Pascual, docente en el instituto escuela en el que Liébana Núñez hizo el Sensei, ha pasado de ser su mentora, el curso pasado, a su compañera, este. "Al principio, los mentores también íbamos un poco perdidos, pero es una muy buena idea: para los maestros que acaban la carrera encontrarse solos ante un grupo para hacer una sustitución es muy duro, ojalá yo hubiera tenido este apoyo cuando empecé", asegura Pascual, quien destaca que cada vez hay más dificultades de aprendizaje en las aulas y más problemas de comportamiento. "Gestionar eso es complicado".

"Ser mentora es una responsabilidad muy grande, porque tienes que hacer que estas maestras tengan ganas de seguir haciendo su trabajo, el aprendizaje mutuo es espectacular"

"Si ya nos cuesta a las veteranas, imagina a las noveles. El Sensei es un apoyo que ofrece herramientas para solucionar toda esa gestión de la diversidad, con las situaciones concretas que surgen en el día a día", relata Pascual, firme defensora de mantener el programa (obligado a transformarse tras acabarse los fondos europeos que han sustentado la prueba piloto y que este curso está en su segundo y último año). "Ser mentora es una responsabilidad muy grande, porque tienes que hacer que estas maestras tengan ganas de seguir haciendo su trabajo, el aprendizaje mutuo es espectacular", continúa.

Una responsabilidad que Pascual ejemplifica en escuchar a una maestra cuando rompe a llorar después de un día duro. "Has de saber tranquilizarla y decirle que es normal, que al principio nos ha pasado a todas y que la docencia no es siempre así –afirma la docente del Feixes–. Superar estas situaciones no te lo enseñan en la facultad, te lo enseña la práctica".

Lucila Maldonado hizo el Sensei en la escuela Pau Casals de Sant Joan Despí. Como Paula, se apuntó por la oportunidad de estar un curso entero en un mismo centro (algo impensable recién salida de la facultad). "Fue un gran aprendizaje; es una escuela que trabaja por planes de trabajo. En lengua y en matemáticas tienen planes individualizados, el alumnado va trabajando de forma autónoma, ellos eligen por dónde empiezan. Hay diferentes tipologías y ellos eligen. Como docente, esa manera de trabajar requiere muchas horas de preparación porque tienes que ir creando tú los planes, pero aprendí muchísimo", cuenta Maldonado, quien valora que todas las compañeras que hicieron el Sensei el curso pasado este curso han encontrado trabajado.

Poner límites

La experiencia de la joven Irene Pérez, quien hizo el Sensei en la escuela Roser Capdevila de Terrassa también el curso pasado, es similar a la de sus compañeras de promoción. Ella pasó la mayoría de tiempo de apoyo en I4. "Era un grupo complicado, que necesitaba mucho refuerzo y aprovecharon este personal extra para reforzarlo", narra la joven, quien destaca que una de las cosas que más le costaba al principio era poner límites y pasar por ese grupo fue "un aprendizaje total". "El primer año en el aula es un reto muy grande, lo que más valoro del Sensei es que teníamos espacios para hablar con la mentora. En el día a día de la escuela es muy difícil encontrar espacios para poder compartir, y el programa prevé ese tiempo", destaca la joven docente.

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