Entrevista

Hatim Azahri: "Mi fortuna fue encontrarme con maestras que se fijaron en mi potencial, no en mi origen"

Vecino del Poble-sec desde que tenía 2 años, este estudiante de la UB nacido en Marruecos está convencido del impacto transformador que tiene la confianza del profesorado en el alumnado

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Hatim Azahri

Hatim Azahri / Marc Asensio

Helena López

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-¿La escuela catalana acoge tan bien como nos gusta creer?

-Yo he vivido las dos caras. Por un lado, vi como un porcentaje muy alto de mi promoción abandonó en secundaria: solo dos personas llegamos a bachillerato. Pero también viví que en la escuela Jacint Verdaguer del Poble-sec, donde estudié la primaria, un centro con una parte muy importante de alumnado de origen diverso (Marruecos, Filipinas, Senegal, Costa de Marfil...), tuvimos la fortuna de encontrarnos con unas maestras que se fijaron en nuestro potencial más que en de dónde veníamos. La confianza que pusieron en nosotros hizo que pudiéramos superar la secundaria, pese a las barreras con las que nos encontramos.

-Pudieron sortear el 'efecto Pigmalión' en el instituto gracias a la confianza de la primaria...

-Sí. De hecho, mi experiencia en primaria, secundaria y bachillerato son tres realidades que no tienen nada que ver entre ellas. Tuve una experiencia maravillosa en primaria, con unas maestras que comprendían nuestras realidades, afectadas por situaciones socioeconómicas, desahucios, dificultades para acceder a prácticas deportivas... y nos acompañaban dándonos oportunidades y entendiendo que el responsable de esas situaciones no son las criaturas ni sus familias, que hay circunstancias que impactan en los niños. En estas otras realidades, hay personas que te dicen que puedes ganar mucho dinero sin estudiar. Y también están las drogas. Hay jóvenes se ven tentados a pensar: ¿para qué estudiaré ocho años si mi vecino está vendiendo tal cosa y se está ganando la vida? También nos encontramos a veces que el dilema de seguir o no estudiando choca con el hecho de que se necesita dinero y que en casa se tiene que pagar la luz...

-Luchar contra eso es difícil...

-Y no es solo eso. Las personas referentes de muchos de estos jóvenes son músicos cuyas canciones no animan precisamente a estudiar...

-¿Morad, por ejemplo?

-Por ejemplo. Muchas personas dicen, 'oh, Morad es un referente'. Y yo pienso: ostras, sería un referente si animara a los jóvenes a seguir estudiando y a organizarse para transformar el barrio... y no tanto con esa mirada que a veces se confunde con temas delictivos. Y después nos encontramos con toda una cultura de ¿para qué voy a estudiar, si los que estudian cobran 1.200 euros al mes?

Morad sería un referente si animara a los jóvenes a seguir estudiando y a organizarse para transformar el barrio

-Me decía que su experiencia en la escuela fue muy distinta a la del instituto. ¿Qué paso en la ESO?

-Fui a un instituto al que iban estudiantes de varias escuelas y vivimos un choque. Los profesores hacían comentarios. Recuerdo uno de Educación Física que nos dijo al alumnado que veníamos del Jacint Verdaguer: '¿Qué hacían en vuestro colegio, os tiraban el bocadillo en el patio y os dejaban ahí?'. Entonces no le dábamos importancia, pero te das cuenta de que aquello te impactó cuando, pasados 15 años, aún te acuerdas. Nos llamó poco menos que animales un profesor, que tendría que ser un referente que nos animara y empoderara.

-Pese a eso... no solo acabó la ESO. Está en la universidad...

-Sí. Por suerte hay también muchos docentes que están haciendo muchos esfuerzos con muy buenos resultados. Pero en la ESO vimos cómo a muchos alumnos a partir de tercero se les invitaba a marchar. Se vaciaban las clases porque el profesorado insistía en que lo mejor era que esos chicos fueran a hacer un PFI de cocina, que estudiar no era lo suyo, que les iría mucho mejor haciendo algo más práctico... Que son cosas que están muy bien, pero lo sentimos como una limpieza. Cuando llegamos a cuarto de la ESO, a los que compartíamos un bagaje migratorio nos dijeron que mejor que no hiciéramos bachillerato: nos invitaron a hacer un grado medio de soldadura.

-Pero hizo bachillerato...

-Sí, casi por casualidad. En casa mi madre solo me decía, 'tú, estudia; tú estudia', pero tampoco sabía orientarme. Si los profesores te están diciendo directamente que no hagas bachillerato, ¿qué vas a pensar? Sientes que no eres bienvenido en bachillerato y que no eres suficiente para seguir estudiando. Con otros alumnos miramos un grado medio de soldadura... y luego nos enteramos de que el hermano mayor de uno de nuestros compañeros hizo bachillerato en el instituto de Sants Joan Corominas [hoy integrado en el IE Arts].

A partir de tercero de ESO, vimos como a muchos alumnos se le invitaba a marcharse del instituto; lo sentimos como una limpieza

-Un referente...

-Exacto. Y explicaba que allí el bachillerato le había ido muy bien, que muy bien los profesores y el director... Fuimos a probar y nos cogieron. Empezamos en un instituto nuevo, en el que no conocíamos a nadie, pero teníamos la buena referencia del hermano mayor que se había sacado el bachillerato y ahora estaba haciendo un grado superior. Y lo intentamos.

Necesitamos a profesores que crean de verdad en los niños; porque cuando pasa, ¡funciona!

-¿El hermano de vuestro compañero también era de origen marroquí?

-Sí, sí, y también del Poble-sec. Y fuimos y confirmamos lo que nos habían explicado. Que el profesorado hacía un esfuerzo mayúsculo, que quizá era hacer su trabajo, pero a nosotros, viniendo de la experiencia de la ESO, nos parecía un esfuerzo mayúsculo, aunque quizá debería ser así siempre. Teníamos muchísima gratitud porque veníamos de un lugar en el que sentíamos que se nos habían quitado de encima.

-¿Las cifras tan altas de abandono escolar temprano en los jóvenes de origen diverso se debe a esa falta de acompañamiento?

-Sí. No solo por parte del profesorado, también de todos los agentes implicados. Si todos esos agentes hacen un esfuerzo, el acompañamiento funciona. Y ahora se está viendo en el barrio. Jóvenes que ven a otros jóvenes que han estudiado, que se han sacado carreras, que están trabajando por el barrio y creando asociaciones. Tienen referencias positivas. Y el mensaje que les damos es que deben estudiar, sí o sí. Esas referencias positivas son los mensajes que hace faltan. Necesitamos a profesores que crean de verdad en los niños; porque cuando pasa ¡funciona! Es como la escuela del Besòs que pasó de suspender las competencias básicas a estar por encima de la media gracias a un profesorado que creyó en su alumnado y vio más allá de sus apellidos.

-Escuelas como la Concepción Arenal demuestran que es posible.

-¡Exacto! El problema es cuando lanzamos el mensaje de que no es posible. ¡Es posible si se ponen recursos y se cree en los alumnos! Necesitamos un profesorado consciente del impacto que puede tener en la vida de los alumnos, de las familias y del barrio.

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