Fin de gira

Jorge Drexler, arte, prestidigitación y seducción serena en el Palau

El músico uruguayo conquistó la sala en un recital en solitario, primera de sendas noches con las que cierra la era de ‘Tinta y tiempo’, dentro del festival Guitar BCN

Primero de los dos conciertos de Jorge Drexler en el Palau de la música

Primero de los dos conciertos de Jorge Drexler en el Palau de la música / MANU MITRU

Jordi Bianciotto

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Barcelona
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Si hay un cantante que no se acoge a una manera única y estable de presentarse al público es Jorge Drexler. Ahí está, de hecho, un perfil de su identidad, en el cambio, la inventiva y la incorporación de cierto arte de la prestidigitación en su don como cancionista, que puede llevarle a tensar el ambiente de una sala con solo el roce de una cuerda desnuda, un silencio, el canto cálido sobre un sencillo ‘loop’ rítmico. 

Así fue en su regreso al Palau, este jueves (festival Guitar BCN), primero de sendos recitales en solitario con los que cerraba la campaña ‘Tinta y tiempo’ tras un largo periplo de fechas por media Europa. Formato como el de 2019 en el mismo local, aunque esta vez con algunos injertos más de pistas electrónicas. Pero la guitarra fue el sustento primario de Drexler: acústica, clásica o esa eléctrica con la que arrancó la noche en ‘¡Oh, algoritmo!’, número ‘funky’ (menos disonante que en el disco), en el que bromea sobre nuestro destino: “Dime qué debo cantar / Oh, algoritmo / Sé que lo sabes mejor / incluso que yo mismo”.

En solitario, Drexler conserva una resonancia recogida del trovador de bossa nova primigenio, Joâo Gilberto, pero multiplicado en extroversión y en recursos innovadores. Con inclinación por la maleabilidad de los géneros (presentó ‘Asilo’ como ”algo parecido a la ranchera”), convirtiendo el silbido en ‘leitmotiv’ (‘La trama y el desenlace’) e improvisando una letra para deleite general (‘Inoportuna’). Jugando con el espacio al alejarse y arrimarse a las musas del Palau en ‘Eco’ y cantando ‘a cappella’, como aquella noche en los Oscar, ‘Al otro lado del río’. El ‘sampler’ y el sintetizador (que tocó un colaborador) abrieron el encuadre sónico, sin pervertirlo, en ‘Hermana duda’ y la hipnótica ‘Tocarte’, suerte de “música urbana de cámara”.

Primero de los dos conciertos de Jorge Drexler en el Palau de la Música.

Primero de los dos conciertos de Jorge Drexler en el Palau de la Música. / MANU MITRU

Otra capa de significado la aportó la conexión con el público barcelonés, muy viva, a través del recuerdo de sus recitales en las calles de Ciutat Vella y del homenaje a quien creyó en él en 1989, el desaparecido Joan Rosselló, de The Project (como preámbulo de ‘La edad del cielo’). Y con atención a los bolivianos del lugar, cuyo país fue, dijo, el único de Latinoamérica que en 1939 acogió a su padre, exiliado de la Alemania nazi. 

Drexler compartió ‘Soledad’ con la exquisita voz flamenca de Ángeles Toledano e hizo que ‘Guitarra y voz’ prendiera aún sin la guitarra. Y, aunque su voz se bastaba para destruir todas las líneas de defensa (dulce y cameladora ‘Sea’), fue el pulcro canto del público, en ‘Todo se transforma’ y ‘Me haces bien’, el que certificó el triunfo último de su arte, a la vez popular y experimental, menuda cuadratura del círculo.

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