Educación

Las escuelas catalanas afrontan el reto de las lecturas en primaria sin criterios unificados

El Departament d'Educació publicó en 2023 la guía 'La lectura literaria en primaria: orientaciones para la enseñanza de la literatura', que no es de obligado cumplimiento

Cristina Correro: "Los libros infantiles sobre emociones son recetas de autoayuda, no literatura"

María Pousa: "Una biblioteca escolar no debe tener toda la colección de Geronimo Stilton"

Biblioteca de la Associació de Mestres Rosa Sensat.

Biblioteca de la Associació de Mestres Rosa Sensat. / Ferran Nadeu

Helena López

Helena López

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Frases como "no se aprende a leer libros difíciles leyendo solo libros fáciles" (Teresa Colomer, 2002) forman parte de la guía 'La lectura literaria en primaria: orientaciones para la enseñanza de la literatura', publicada por el Departament d'Educació en noviembre de 2023 con el objetivo de asesorar a las escuelas catalanas a la hora de elegir con qué libros llenar sus bibliotecas. Un documento en el que también se advierte a los docentes de que "no elegir (o dejar que sean los alumnos los que traigan los libros de casa) es también una forma de elegir: la más desafortunada, ya que les deja solos en el descubrimiento y, además, deja al azar y a unas pocas obras (normalmente de no demasiada calidad y excesivamente planas) el aprendizaje de la lectura".

¿Son estas orientaciones de obligado cumplimiento? ¿Cómo eligen las escuelas qué libros leen los niños en primaria? ¿Cada cuánto se renuevan los títulos? La primera de las preguntas es la única que tiene una respuesta clara: No. Como su nombre indica, se trata de orientaciones.

De 'Los cinco' a 'La terrible Adelè', los libros que leen los niños en el cole dependen del centro, de la formación de los docentes y de si hay o no biblioteca escolar

En primaria -etapa educativa que comprende de los seis a los doce años- no hay lecturas obligatorias y cada escuela -siempre con la autonomía de centro por bandera- elige cuántos y qué libros compra (y ofrece a su alumnado) y cada cuánto los renueva; así como qué libros les hace comprar (en Catalunya está muy generalizada la práctica de los libros socializados). Así, que una biblioteca de aula de, pongamos, tercero o cuarto de primaria, siga ofreciendo a los niños 'Geronimo Stilton' u ofrezca el humor inteligente (y bastante negro) de 'La terrible Adèle' -cómic francés que narra las peripecias de una niña pelirroja (y su complicada relación con sus padres y su gato)- es, prácticamente cuestión de suerte.

"Los maestros pueden salir de la facultad habiendo cursado solo una materia de literatura infantil en todo el grado"

Queralt Girbau

— Biblioteca Rosa Sensat

"No hay ningún itinerario, lo que hace que la elección sea libre por parte de los centros. Pueden existir factores desde personales, de cada docente ('me ha gustado este libro') hasta prácticos (los que recomienda la empresa externa contratada o que la autora puede venir a hacer una visita a la escuela), o el típico 'llevamos leyéndolo muchos años y funciona bien'", repasa Júlia Baena, bibliotecaria escolar y profesora asociada en la Universidad de Barcelona (UB), quien añade que el problema es que "la elección puede ser de calidad muy variable, en función de quién la realiza, y que no suelen ser criterios literarios, sino temáticos o didácticos".

"Los más afortunados tienen a un docente con formación en Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) o cuentan con la opinión de profesionales (recomendaciones de expertos, revistas especializadas, bibliotecarios o libreros)", prosigue la bibliotecaria escolar, quien lamenta que todo dependa de la conciencia que tenga (o no) de su importancia el claustro.

Los únicos centros que cuentan con un bibliotecario escolar son los que tienen un afa con los recursos económicos y la sensibilidad para contratarlo

Coinciden plenamente con Baena Queralt Girbau, una de las responsables de la biblioteca de la Associació de Mestres Rosa Sensat, y Mar Hurtado, presidenta de la entidad, quienes recuerdan que con el actual plan educativo, en el grado de Educación Primaria -la formación inicial de los futuros maestros, pendiente de reforma desde hace lustros- el alumnado pueden graduarse habiendo cursado solo una asignatura de literatura infantil y juvenil en todo el grado. "Después está la mención que, si la hacen, estupendo, pero es una mención; todos los que no la eligen salen de la facultad habiendo hecho una sola asignatura de LIJ", insiste Girbau, quien lamenta, además, que, hoy por hoy, los únicos centros que cuentan con la figura de un bibliotecario escolar son los que tienen un afa con los recursos económicos y la sensibilidad para contratarlo, provocando una evidente falta de equidad.

Girbau hace hincapié en la importancia del acompañamiento y la orientación. "Si el niño quiere leer 'El diario de Greg', lo puede encontrar en cualquier lado, no lo tenemos que tener en el colegio; el trabajo de la bibliotecaria escolar debe ser preguntar al niño, ¿qué te interesa de 'El diario de Greg'? ¿Que es un diario? Pues tengo este otro… Ofrecer alternativas de calidad. El problema vuelve a ser ¿qué bibliotecas escolares cuentan con un bibliotecario para hacer este trabajo?", prosiguen Girbau y Hurtado, quienes defienden también la presencia de los cuentos clásicos sin edulcorarlos.

El vacío de la biblioteca escolar

Disponer de la figura de un bibliotecario escolar no es lo único que no está generalizado (en realidad, en Catalunya, se trata de algo muy minoritario). Muchos centros no disponen ni siquiera de biblioteca escolar centralizada, ya que en los últimos años se hizo muy popular la tendencia a sustituirla por las bibliotecas de aula, más cómodas para el profesorado. Bibliotecas de aula en las que pueden encontrarse desde ediciones relativamente modernas (o no) de 'Los cinco' a volúmenes de 'Agus i els monstres' (aplaudidos éxitos de Copons&Fortuny, autores también de la serie 'Bitmax', para primeros lectores). De clásicos de Roald Dahl o Astrid Lindgren (que estar, están, pero en algunas aulas pueden hacerlo abandonados en el fondo de la estantería -o de la caja- porque su portada no resulta suficientemente atractiva para las sobreestimuladas criaturas de 2025) a obras contemporáneas con mucho márketing y no tanta calidad literaria.

Los centros educativos no están obligados a tener un Plan de Lectura de Centro (PLEC) pero sí a disponer de una Estrategia Digital de Centro (EDC) 

"No se trata de demonizar ningún tipo de libro infantil, la cuestión es que es necesario un acompañamiento", apunta la bibliotecaria Alícia Moreno, quien destaca la importancia de no abandonar las lecturas en voz alta al alumnado con el salto de infantil a primaria. Las expertas coinciden en reivindicar los 30 minutos de lectura diaria recogidos en el currículum y que, mejor o peor, sí se cumplen, y algún día a la semana, seguir leyéndoles en voz alta durante toda la primaria (e incluso en secundaria).

El fenómeno de la sustitución de las bibliotecas escolares por bibliotecas de aula, que no se ha vivido en otras comunidades autonómas, lo atribuye Baena a la falta de recursos humanos y económicos: "Los docentes no tenían demasiadas opciones".

"Cuidado con las novelas tóxicas y '+18' que leen muchísimas niñas de primaria"

Júlia Baena

— Bibliotecaria escolar y profesora asociada en la UB

De hecho, los centros -que sí están obligados a tener por ley una biblioteca aunque muchos no la tengan- no lo están a tener un Plan de Lectura de Centro (PLEC), documento que recoge -cuando existe- cómo se trabaja la lectura en el centro (no solo el gusto por la lectura, sino también el 'leer para aprender' y 'aprender a leer'). "Es un documento recomendado, no obligatorio [como sí lo es la Estrategia Digital de Centro (EDC)], y desconozco el porcentaje de centros que lo tienen y lo aplican, porque exige mucho trabajo de diagnóstico, elección e implicación de todo el claustro y los docentes están desbordados de trabajo", resume Baena.

Desde el Departament señalan que no pueden "en ningún caso" recomendar "libros concretos", y que su función es "velar para que haya un liderazgo pedagógico real de las direcciones", asumiendo que no pueden estar en todas las aulas de las 3.000 escuelas que hay en Catalunya. "Nuestro empeño es seguir apostando por las formaciones en los centros", prosigue la misma voz, que apunta que el plan piloto de mejora de las bibliotecas escolares (PLAMIB) "funciona y funciona muy bien" [el problema es que solo ha llegado a 50 centros: 35 públicos y 15 privados-concertados].

Formaciones voluntarias

Este curso 24-25, el Departament ha impulsado cuatro formaciones docentes en esta área, una de lecturas literarias en infantil y primaria (con 390 inscritos en el primer turno); otra de acompañamiento lector en la primera infancia (con 690 participantes), un curso 'autoformativo' sobre lectura en primaria (con 1.000 participantes) y las formaciones de la Xarxa de Comprensió lectora, una de las medidas impulsadas para remontar la comprensión lectora tras los últimos resultados en PIRLS y PISA (con 3.000 participantes).

Baena apunta preocupada una última cuestión: "Cuidado con las novelas tóxicas y '+18' que nos estamos encontrando que leen muchísimas niñas de primaria". "Es muy preocupante el machismo en estas novelas, que no son juveniles, por mucho que las vendan como tal, y las están leyendo niñas de nueve años en cuarto de primaria", alerta, apuntando un problema añadido: "la dificultad de controlarlo, ya que hay familias que ya están contentas de que las niñas lean, y eso supone meterse en el ámbito familiar, ya que no son libros de la escuela".