Entrevista
Núria Tortós, psicóloga: "La muerte no debería ser un tabú en las residencias de personas mayores”
La especialista en gestión del duelo ha impulsado la publicación del libreto 'En Memoria' para ayudar tanto a compañeros como a profesionales geriátricos y familiares a expresar sus emociones ante el fallecimiento de un residente.
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Núria Tortós, psicóloga especializada en la gestión del duelo en residencias de personas mayores.
El traslado a una residencia implica un impacto vital para una persona mayor, aunque en esta etapa aún se pueden experimentar todo tipo de vivencias positivas. Y también, obviamente, de dolorosas, como cuando se produce el fallecimiento de un compañero. Núria Tortós, psicóloga de Mutuam Girona, entidad que colabora con el programa para la Atención Integral a Persones con Enfermedades Avanzadas de la Fundación La Caixa, defiende la necesidad de visibilizar estas situaciones, en vez de camuflarlas. Por eso, ha contribuido a publicar el libreto ‘En Memoria’, con el fin de favorecer la expresión emocional y facilitar el proceso de duelo.
-¿Cómo se suele afrontar el traslado a una residencia?
-A no ser que sea su propia decisión, a la mayoría de las personas no les gusta, en parte porque implica reconocer que encaran el tramo final de su vida, y esto es complicado de asumir. Para las familias también resulta difícil, porque pueden tener cierta sensación de abandono, aunque sean conscientes de que es la mejor opción. No hay que olvidar, sin embargo, que aún se puede tener una vida feliz en esta etapa.
-¿De qué forma encarar positivamente esta fase?
-Aunque parezca lo contrario, se gana en independencia. Es verdad que deben seguir una rutina determinada, pero se desligan de ser dependientes de sus seres queridos. Y esto es importante para todos. Además, las personas mayores tienden a aislarse cuando están en su casa, mientras que en la residencia pueden socializar, participar en actividades, no preocuparse de las tareas del hogar… Cuesta un tiempo, pero muchas personas acaban asumiendo que ha sido una buena decisión.
-Por el otro lado, están en un entorno donde la muerte está muy presente. ¿Se gestiona de manera saludable el fallecimiento de un residente?
-La muerte suele ser un tabú en esta sociedad, pero incluso lo es más en las residencias. Muchas veces se procura esconder el fallecimiento de un residente, seguramente con buena fe, para evitar el sufrimiento. Pero se debe hacer todo lo contrario, visibilizarlo. Se tiende a infantilizar a las personas mayores, se les sobreprotege, cuando en realidad suelen ser más sabias y con más experiencia que nosotros. Se han forjado vínculos, se han trabado amistades… Hay que hablar de ello.
-De ahí nace ‘En Memoria’.
-Es tanto un homenaje como una ayuda para que residentes, profesionales y familiares puedan cerrar el círculo. Es un documento personalizado donde se puede adjuntar la fotografía de la persona fallecida y una carta sobre ella, y también se deja un espacio para que todas las personas que quieran puedan escribir una frase de despedida o consuelo. Al final se añaden algunas pautas básicas sobre higiene de duelo, sobre todo para las familias. Es bonito para ellas que sepan que ha habido personas que han querido a su familiar en este último tramo de la vida.
-Ha hablado también de los profesionales. ¿Se tiene en cuenta que ellos también pueden verse afectados por un fallecimiento?
-A veces se les trata simplemente como trabajadores que tienen que seguir adelante como si nada, y se olvida que son personas que han tenido un contacto muy directo e íntimo con el residente fallecido, con la que han forjado vínculos, especialmente las gerocultoras. También deben poder expresar sus sentimientos, porque si no puede llegar a parecer que esa persona fallecida no haya existido nunca en sus vidas.
-Avanzamos hacia una sociedad cada vez más envejecida. ¿Hacia dónde deberían ir las residencias?
-Existe un modelo residencial centrado en la persona, pensado para respetar sus deseos y forma de vivir, al menos siempre que sea posible. Es bonito, pero también algo utópico, a causa de la falta de recursos y personal. En cualquier caso, debemos plantearnos que las residencias pueden aportar cosas positivas en nuestra última etapa. Y que no está mal recordar que todos moriremos algún día; solo así podremos aprovechar plenamente la vida.
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