Ecosistema deteriorado
Casi la mitad de los peces del Mediterráneo contienen microplásticos
Un estudio del CSIC advierte del mal estado de los ecosistemas marinos y alerta de que urbanizar la costa es perjudicial
MULTIMEDIA | La presencia de microplásticos se enquista en los ríos

Protesta en Baleares por la presencia de plásticos en el mar. / PEDRO ARMESTRE / EFE


Guillem Costa
Guillem CostaHace tiempo que la ciencia advierte: el mar Mediterráneo, uno de los ecosistemas más ricos y diversos del planeta, está en grave peligro. Ahí están el aumento de temperatura, la contaminación, la sobrepesca, la urbanización descontrolada en la costa... Los factores de amenaza son múltiples. Pero ahora, un nuevo informe del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) alerta de cómo la degradación ambiental de este mar se intensifica.
Uno de los aspectos que más llama la atención de este trabajo es la presencia de microplásticos. Estos elementos que están en todas partes (los respiramos e ingerimos a menudo) han aparecido en un 46% de los ejemplares de peces analizados. Este tipo de contaminación no solo afecta a la fauna marina, sino que también supone un riesgo para la salud humana.
El Mediterráneo es uno de los mares más contaminados del mundo, según este estudio
El Mediterráneo, de hecho, es uno de los mares más contaminados del mundo. Según el estudio del ICM-CSIC, más del 60% de los residuos marinos en la costa catalana son plásticos. "El problema está aumentando porque no estamos reduciendo la basura ni gestionamos los residuos como es necesario", constata Esther Garcés, una de las investigadoras, en conversación con este diario.
"En los países del norte del Mediterráneo se está abordando el problema y hay leyes europeas para frenar el desastre, pero, si todos los estados no actúan igual, es difícil resolver el asunto", considera Garcés. "Por esta razón hay plásticos en la Antártida y el Ártico, porque no actuamos todos a la una", añade.
Además de los plásticos, la contaminación química es una amenaza creciente. Se han encontrado niveles preocupantes de metales pesados y compuestos orgánicos persistentes como hidrocarburos y retardantes de fuego. Las emisiones industriales, especialmente de la industria del embalaje de alimentos, la producción de energía y la fabricación de metales están contribuyendo a empeorar la situación.
"El mar tiene margen para recuperarse en cuanto a la calidad del agua", afirma la científica del ICM-CSIC. "En realidad, en este aspecto, en la costa catalana, el escenario no es dramático, pero son imprescindibles décadas de hacer las cosas bien para que los ecosistemas se recuperen", sostiene.
Mar alterado
Además del ya conocido calentamiento acelerado –en estaciones de monitoreo como la del Estartit y la Bahía de Blanes, la temperatura del agua ha aumentado entre 0,3 y 0,8 grados por década– y la subida del nivel del mar, la sobrepesca también está alterando el funcionamiento de la biodiversidad marina, según la investigación.
La mayoría de las especies explotadas comercialmente están en niveles de biomasa bajos o en situación de sobreexplotación. La pesca de arrastre, en particular, ha transformado el fondo marino de manera similar a como la agricultura intensiva ha modificado los suelos terrestres. La falta de gestión efectiva y el incumplimiento de regulaciones han agravado esta situación. Como consecuencia, la biodiversidad marina está en declive. Menos del 10% del Mediterráneo está protegido y solo el 0,04% tiene prohibición total de pesca, una cifra insuficiente para revertir la pérdida de especies.
Además, el exceso de nutrientes procedentes de la actividad humana ha favorecido la proliferación de algunas especies exóticas que pueden convertirse en invasoras.
Protección costera
Para Garcés, sin embargo, la principal amenaza de la costa catalana, sobre todo en el área de Barcelona, es la "urbanización excesiva", la cual ha modificado los hábitats litorales. "Hemos puesto cemento donde debería haber marismas e impermeabilizado toda la costa", lamenta Garcés.
"Estos sistemas costeros de lagunas tienen una función clave porque actúan como un riñón y ofrecen unos servicios ecosistémicos de descontaminación y protección de la línea del litoral, no hay duda de que eliminarlos no ha sido una buena idea", dice. Sin embargo, el estudio abre una brecha para la esperanza: "Hay proyectos de recuperación de hábitats costeros que están demostrando que si se toman las decisiones adecuadas, se puede cambiar de rumbo". Garcés pone como ejemplo la renaturalización de la costa en la desembocadura del río Ter, a través de un proyecto europeo. "Así, evitaremos daños en infraestructuras y reduciremos la erosión costera, ante la vulnerabilidad de nuestro litoral", zanja.
Ante este panorama desalentador, el informe del ICM-CSIC subraya la necesidad de tomar medidas urgentes como ampliar las áreas marinas protegidas, reducir la contaminación, regular aún más la pesca, adaptar las ciudades costeras al cambio climático implementando estrategias de conservación y restauración de marismas y humedales.
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