Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Entender más

El complejo puzzle de desigualdades en el empleo del hogar

El servicio doméstico debe regularse mejor

Las trabajadores del hogar ante los nuevos derechos

Una empleada del hogar realiza sus labores en un domicilio de Barcelona.

Una empleada del hogar realiza sus labores en un domicilio de Barcelona. / CARLOS MONTANYES

Marc Masip / Lucía Abadías (Verificat)

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hasta el año 1975, las mujeres casadas solo podían trabajar si su marido las autorizaba para ello. La reforma del código civil de mayo de ese mismo año eliminó la llamada “licencia marital” y abrió el camino hacia la igualdad laboral entre hombres y mujeres. Sin embargo, en 2020, las mujeres catalanas cobran todavía un 20% menos que los hombres para realizar el mismo trabajo.

La brecha salarial va a la baja en Catalunya, pero de forma muy lenta. Se ha reducido, de media, un punto porcentual cada año entre 2014 y 2020, según datos del Observatori del Treball. Pero pese a esta tendencia general decreciente, la desigualdad sigue presente en áreas más invisibilizadas, donde se cruza con componentes de clase y/o estatus migratorio, trazando así una red discriminatoria compleja, tal como detalla un informe de Naciones Unidas.

Este es el caso del empleo del hogar y los cuidados, que “no está ni social ni económicamente valorado”, por lo que “realizarlo recae en quienes tienen menor capacidad de elección o decisión”, expone el documento, compilado por el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer, parte de ONU Mujeres. “De ahí la segmentación por sexo, etnia y estatus migratorio de estos trabajos”, concluye.

Nueve de cada diez personas que se dedican al cuidado del hogar en España son mujeres, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Entre las que están afiliadas a la Seguridad Social, prácticamente la mitad, el 44%, son extranjeras. Hay que tener en cuenta que muchas de las que constan como españolas provienen de países extranjeros y han obtenido la nacionalidad, asegura en conversación con Verificat Gabriela Poblet, profesora de Antropología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Es algo que suscribe un estudio de la UGT a partir de datos de la EPA. Las bases de datos, sin embargo, no permiten desglosar las cifras por país de origen, solo por nacionalidad.

https://public.flourish.studio/visualisation/20924392/

El hecho de que las mujeres de origen extranjero hayan asumido trabajos del hogar y los cuidados ha favorecido que las españolas se incorporen al mercado laboral. Así lo argumenta un informe del Consejo Económico y Social, que atribuye a la migración un tercio del aumento de la ocupación de mujeres españolas cualificadas con cargas familiares entre 1990 y 2008. El documento también apunta que la ratio de personas extranjeras en este ámbito es probablemente mayor si contamos con la economía sumergida, a la que se atribuye un tercio de la carga laboral del sector.

Poblet, autora del libro 'Criadas de la globalización' (Icaria, 2024), añade una capa de complejidad más: “A lo mejor trabajas en 12 casas y cotizas en 3”. Las empleadas del hogar, detalla, suelen faenar en distintos hogares, y no todos ellos las dan de alta en la Seguridad Social, con lo que cuantificar el peso real de la economía sumergida en el sector del hogar y los cuidados es prácticamente imposible.

El largo camino a la equiparación de derechos

Las empleadas del hogar contratadas por familias cotizan en un sistema especial dentro del Régimen General de la Seguridad Social, a diferencia de las trabajadoras ocupadas por una empresa. Sus derechos, además, también han diferido históricamente de los que disfrutan empleados de otros sectores. Las variaciones “pueden resultar discriminatorias”, reconoce el propio preámbulo del Real Decreto-ley 16/2022, con el que se pretendía mejorar las condiciones laborales del colectivo.

El texto, que entró en vigor en septiembre de 2022, es el último intento de equiparar los derechos de las empleadas del hogar y los cuidados con los de otros sectores de actividad. Por primera vez, se contempla el derecho a una prestación por desempleo tras haber cotizado un mínimo de 360 días. Sin embargo, la cotización es obligatoria desde el 1 de octubre de 2022, y no tiene carácter retroactivo, con lo que una persona que haya trabajado los últimos 20 años en el sector tendrá el derecho a la misma prestación por desempleo que otra con una antigüedad de dos años.

Pese a ello, a día de hoy y sobre el papel, los derechos de las empleadas domésticas prácticamente se equiparan con los de otros sectores. Pero hay una gran distancia entre la teoría y la prácitca, explica Poblet. “Todavía es un trabajo en el que no acaban de respetarse los derechos dentro del hogar, persiste esta idea de una mujer sumisa, sin papeles”, apunta. Y concluye: “El hogar no se reconoce como lugar de trabajo”.

Suscríbete para seguir leyendo