Extraño hallazgo

Charcas secas y deslumbre en el puerto: la curiosa historia del calamoncillo africano que apareció en Barcelona

El ave se ha liberado en el delta del Llobregat tras recuperarse a base de lentejas de agua en el centro de fauna de Torreferrussa

El plan de gestión del Govern para el delta del Llobregat incluirá la Ricarda

Liberación del calamoncillo africano en el delta del Llobregat

Pau Toldrà

Santa Perpètua de Mogoda / El Prat de Llobregat

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Qué hace un ave típica del África subsahariana volando entre los carrizos del delta del Llobregat? Para responder a la pregunta hay que contar una historia, casi una odisea, que se remonta al 23 de enero de este año. Un operario de una de las terminales del puerto de Barcelona encontró un pájaro herido en el suelo. Parecía haber recibido un golpe en la cabeza tras chocar contra los contenedores del muelle químico del puerto. El trabajador lo fotografió y mandó una foto a un conocido que entendía de aves. A partir de aquí, se activó el engranaje necesario para salvar a este individuo.

El ornitólogo aficionado que recibió el mensaje de móvil lo reenvió a un grupo de Whatsapp de expertos. Los miembros de esta comunidad pajarera enseguida determinaron que se trataba de un calamoncillo africano (Porphyrio alleni), un pájaro rarísimo en Catalunya. El siguiente paso era llamar al 112 para que se avisara al cuerpo de Agents Rurals. Los rurales recogieron al animal accidentado y lo trasladaron hasta un centro de recuperación de fauna de la Generalitat, un espacio que acoge a todo tipo de aves y mamíferos maltrechos.

1739538189068.JPG

El veterinario Rafael Molina ha supervisado la recuperación del ave. / PAU TOLDRÀ

En el 'hospital' de Torreferrussa, en Santa Perpètua de Mogoda, Rafael Molina y su equipo de veterinarios esperaban a este calamoncillo. "Vimos que era un ejemplar juvenil, estaba muy delgado: pesaba tan solo 83 gramos", recuerda Molina. "No tenía plumas en una zona de la cabeza, seguramente por la contusión que sufrió, que le causó un hematoma", añade. Aun así, el pájaro se desplazaba con aparente normalidad. Le suministraron un medicamento para desparasitarlo y lo dejaron tranquilo, solo, en una jaula para que se recuperara: "Empezó a comer, sobre todo lenteja de agua, una planta acuática, y aumentó de peso hasta llegar a los 120 gramos".

"Por suerte, aunque no estamos acostumbrados a tener pájaros infrecuentes como este, era la segunda vez que atendíamos a esta especie y ya sabíamos cómo proceder", señala el veterinario. En total, en Catalunya hay cuatro registros históricos de calamoncillo africano: dos se avistaron en el Empordà en buen estado y otros dos, uno en Badalona y este en el puerto de Barcelona, al estar lastimados, tuvieron que ser tratados en Torreferrussa.

Este viernes, a primera hora de la mañana, Molina examina al ave por última vez antes de meterlo en una caja de cartón agujereada y transportarlo hasta el delta del Llobregat, donde regresará a la libertad: "Hoy pesa 112 gramos y está listo para espabilarse".

Huida de la sequía

Una hora más tarde, decenas de amantes de las aves se reúnen en la marisma de Cal Nani, a pocos metros del cauce del río Llobregat. El día es soleado y caluroso, casi primaveral. Tanto que una golondrina, la primera de la temporada para muchos de los presentes, sobrevuela el espacio natural. Ricard Gutiérrez, del servicio de fauna y flora de la Generalitat, recibe a las dos trabajadoras del centro de fauna que han trasladado al calamoncillo.

Gutiérrez coge al animal con extremo cuidado y lo muestra al público. "La primera vez que se detectó un calamoncillo africano en España fue en Canarias, pero parece ser que cada vez serán más recurrentes sus apariciones", cuenta. ¿Pero cómo y por qué llegó hasta el puerto de Barcelona este frágil pájaro? "Los individuos jóvenes, cuando alcanzan el año de vida, se suelen dispersar en todas direcciones", explica Gutiérrez.

El problema es que los que vuelan hacia el norte a menudo chocan con la sequía: "Muchas charcas del Sahel o del sur del Sáhara están secas, por tanto, siguen migrando hacia el norte". Así es como algunos ejemplares sueltos, muy pocos, aterrizan a Europa. "Es un síntoma más del cambio climático, igual que el hecho de que especies como los autillos o las cigüeñas permanezcan en Catalunya para invernar", precisa Gutiérrez.

1739538188837.JPG

Detalle del pico del ave. / PAU TOLDRÀ

Las circunstancias del calamoncillo, además, demuestran hasta qué punto la contaminación lumínica es un problema para las aves: "Seguramente quedó deslumbrada por las luces de la infraestructura portuaria e impactó con los contenedores, es probable que viniera sobrevolando el mar y que este fuese su primer contacto con la tierra".

Vuelo fugaz

Este pájaro africano es de la familia de los rálidos, a la que pertenecen las fochas, los calamones, las gallinetas comunes y los rascones. Son pájaros acuáticos de fuertes patas y reacios a volar, pese a que pueden hacerlo durante largos ratos durante sus migraciones. Algunos presentan un curioso escudo frontal en la cara, una especie de extensión que se extiende hacia atrás de la parte superior del pico. Es el caso de este calamoncillo, que en su nombre en catalán ('polla blava d'Allen') y en su apodo científico (P. alleni) lleva el apellido del almirante británico William Allen (1770-1843), el primer Europeo que lo recolectó y registró la especie.

El animal extiende sus alas tratando de emprender el vuelo mientras Gutiérrez lo sostiene. El experto muestra los detalles de las plumas: "Algunas ya están cogiendo un tono azulado y púrpura llamativo". Esta especie, en la edad adulta, combina verdes, azules y lilas que contrastan con el rojo vivo del pico y las patas.

Una hembra adulta y un juvenil, en Botswana.

Una hembra adulta y un juvenil, en Botswana. / Wikipedia Commons

"Aquí, de vez en cuando, arrastradas por las condiciones meteorológicas, vienen aves divagantes procedentes de América, Asia y África, pero siempre es una oportunidad única ver a una de ellas", detalla Gutiérrez para dar contexto al hallazgo. Sabe de lo que habla, puesto que formó parte del comité de rarezas de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife).

Son las 12.40 horas y ha llegado la hora de la liberación. Minutos antes, alguien temía por el planeo en el cielo de un gavilán, ave rapaz especialista en cazar pequeños pájaros que podía aguar la fiesta del calamoncillo, pero hace rato que no se le ha vuelto a ver. Los asistentes aguardan expectantes con prismáticos, telescopios y cámaras fotográficas para capturar el breve momento. En pocos segundos, el calamoncillo africano entra en contacto con el suelo lodoso del humedal. Da cuatro pasos indecisos y rápidamente decide volar, fugaz, para esconderse entre unas cañas y unos arbustos cercanos. Alguien intuye todavía su presencia en la rama de un lentisco. Pero pronto extiende las alas de nuevo y desaparece en la vegetación.

¿Permanecerá en el delta? ¿Regresará a las zonas húmedas del centro de África? "Lo más normal, como en este tipo de casos, es que jamás volvamos a saber nada de él", concluye Gutiérrez.

Suscríbete para seguir leyendo