Educación en Catalunya

Las secuelas del acoso escolar: "Se burlaban de mi sobrepeso y acabé en el hospital con 30 kilos a los 18 años"

Mar, Carlota y Mireia son tres jóvenes que sufrieron bullying en la escuela

La unidad contra el acoso escolar en Catalunya recibió 7.166 llamadas y atendió 2.060 casos en 2024

Un grupo de adolescentes, en clase

Un grupo de adolescentes, en clase / Archivo

Paula Saavedra

Manresa
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Mar (nombre ficticio, para preservar su intimidad) es una joven de 26 años de la Catalunya central que, como muchas otras, sufrió acoso escolar por su complexión. Después de superar aquel episodio de su vida, se siente "más fuerte". Pero, para llegar a este punto, tuvo que atravesar un infierno. Fue hospitalizada cuando, para evitar las burlas de sus compañeros, dejó de comer y, con 18 años, bajó de peso hasta los "30 kilos". Había tocado fondo.

Los datos de la Unidad de Atención a los Alumnos en Situación de Violencia (USAV) revelan que el curso pasado (2023/2024) se documentaron más de mil casos como este en Catalunya. El aumento del bullying ha sido del 50% en el territorio. Se trata de un tipo de violencia habitual que, según especifican los expertos, puede manifestarse de diversas formas: mediante agresiones verbales, físicas o sexuales, a través de la exclusión del grupo o con maltrato psicológico. Es habitual que las víctimas arrastren secuelas por el sufrimiento experimentado.

"Me daba miedo volver al colegio, prefería estar en el hospital", cuenta Mar, que dejó de comer por las burlas de compañeros

"Me daba miedo volver al colegio, prefería estar en el hospital", recuerda Mar. Su calvario comenzó en la educación primaria y se extendió hasta el bachillerato. Cuando se divorciaron sus padres, se sentía "sola, sin apoyo", y se "refugió en la comida". Su físico desencadenó una persecución que la llevó al otro extremo: 30 kilos a los 18 años. Hoy, Mar sostiene que esa situación ha "reforzado mi personalidad". Afirma haber "aprendido" a valorarse. Sea como sea, "todavía voy al psicólogo" y "controlo la alimentación", añade.

Otra chica que ofrece un testimonio similar es la Carlota, igualmente originaria y residente en las comarcas interiores de Catalunya. En realidad, no se llama así, pero desea mantener el anonimato y pide que se la identifique de esta manera. "En primaria, me llamaban 'Bob Esponja', por tener los dientes separados y la cabeza hacia adelante". La ortodoncia sirvió para corregir esta circunstancia, a la que ahora puede referirse con serenidad.

Tampoco la tercera entrevistada para este reportaje quiere que se haga público su nombre verdadero. Por esta razón aquí aparece como Mireia. También desde primaria la ciberacosaron en la escuela. Un compañero de clase le enviaba mensajes alarmantes: "¡Voy a pegaros, a ti y a tu madre!", por ejemplo. Además, como apunta esta afectada, el infractor le escribía a través de la plataforma que usaba el centro educativo donde estaba matriculada para sus actividades académicas.

El tiempo pasó y Mireia creció. En la actualidad, es una chica alta y está bien consigo misma. Antes, tuvo que escuchar descalificaciones de otros adolescentes: "Jirafa" o "Torre Eiffel", entre otras. Al principio, eso la angustiaba, pero ya ha entendido "que el problema no era mío, sino de ellos".

Redes sociales como TikTok o Instagram, muy populares entre los menores de edad, reproducen comentarios de influencers con cientos de miles de seguidores referidos al acoso escolar. También titulares de cuentas con menos seguidores comparten sus vivencias. Su objetivo coincide con el de los profesionales: las afectadas no deberían guardar silencio, sino pedir ayuda.

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