Integración

"Aquí no hay polémica, su historia es la de este país": crónica desde Santa Eulàlia de Ronçana, pueblo del guionista Eduard Sola ('Casa en flames')

"Es emocionante, aquí vino mucha gente a trabajar y prosperó", afirma un vecino de la localidad en la que creció el guionista de 'Casa en flames'

El discurso de Eduard Sola al recoger el Gaudí por 'Casa en flames' se viraliza en redes

El 28% de la población catalana ya es de origen extranjero: radiografía de la Catalunya de los 8 millones de habitantes

Momento de entrada al CEIP La Sagrera, uno de los dos colegios públicos de Santa Eulàlia de Ronçana, este martes.

Momento de entrada al CEIP La Sagrera, uno de los dos colegios públicos de Santa Eulàlia de Ronçana, este martes. / Jordi Cotrina

Helena López

Helena López

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Subió al escenario y se sacó del bolsillo de su americana un papel con un discurso en el que relataba en primera persona el ‘sueño catalán’. Eduard Sola (1989), reconocido por el guion de la taquillera ‘Casa en flames’, habló emocionado del "éxito colectivo" que supone que un hombre cuyo abuelo era analfabeto se dedique a escribir (y gane premios con ello). E hizo referencia explícita a la escuela pública, al ‘esplai’, al ‘casal’, a las plazas y a las decenas de personas que le han acompañado "en eso de crecer libre". "Si mi abuelo Eduardo era analfabeto y yo me dedico a escribir es que algo estamos haciendo bien", subrayó antes de mandar "a la mierda" a los xenófobos. "Sigamos, por favor, acogiendo a los de fuera con los brazos abiertos, y veremos cómo en unos años escribirán grandes historias catalanas", prosiguió, antes de terminar sus agradecimientos con un "Viva Santa Eulàlia de Ronçana y viva Canal SET", en referencia al municipio en el que creció y a su histórica tele local (referente en la comarca, con permiso de la Ràdio Televisió de Cardedeu), donde empezó a escribir.

Domènec y Josep (con gafas de sol en la cabeza) charlan en La Sala, histórico bar de Santa Eulàlia de Ronçana.

Domènec y Josep (con gafas de sol en la cabeza) charlan en La Sala, histórico bar de Santa Eulàlia de Ronçana. / Jordi Cotrina

El ruido que ha generado en redes el emotivo discurso de Sola por hacer un guiño a su película y decir que su familia "está lejos de ser la de ‘Casa en flames’'; "nos gustaría tener una cala en la Costa Brava y un barquito para salir a navegar, pero no lo tenemos; en mi casa somos orgullosamente charnegos" queda lejos, muy lejos, de La Sala, centenario bar de la localidad, que este martes a las nueve y media de la mañana no tenía una sola mesa vacía.

El dominó del abuelo Eduardo

"El abuelo Eduardo venía por las tardes a jugar a dominó. Se sentaba aquí con Amador, otro vecino que también era paleta. Aunque yo sobre todo tenía relación con Rosario, su mujer; la abuela de Eduard. Era muy niñera y nos cuidaba a todos los niños de la calle. Era muy cariñosa, nos daba unos abrazos...", recuerda Domènec, por aquel entonces hijo de los propietarios del bar La Sala, famoso por sus desayunos de tenedor, ahora regentado por él. Josep, habitual del lugar, le mira y sonríe sentado en su silla de ruedas eléctrica. "Me suena, me suena, pero la verdad es que no he visto nada de la ceremonia", confiesa el hombre mientras en la tele, de fondo, Ariadna Oltra presenta ‘Els Matins’. "Ella empezó también en Canal SET, igual que Eduard", apunta el camarero con orgullo.

En la mesa de al lado termina de desayunar Javier, otro vecino de este pequeño pueblo del Vallès Oriental de menos de 8.000 habitantes donde, sorprendentemente, quedan dos cabinas telefónicas (aunque no funcionan). Nació en Cuenca y migró a Catalunya a los 16 años. Vino solo, en su caso, no huyendo de la miseria como tantos otros –"allí teníamos 200 ovejas y 200 cabras"–, sino "buscando otra vida".

Aquí trabajó siempre en la construcción, primero en Caldes, donde vivió a su llegada a Catalunya, en 1966, y después en Santa Eulàlia de Ronçana, donde reside desde 1972 y tiene un negocio vinculado a la construcción que ahora llevan sus hijos. "Aún no he visto la película, pero quiero hacer", admite. Tampoco siguió la gala del sábado, pero sí ha visto el vídeo viral: "Ahora con los móviles te llega todo". "Es emocionante, sí, aquí vino mucha gente a trabajar, y trabajando duro, prosperó", concluye antes de dar el último sorbo el cortado. 

Un pueblo como tantos

En la calle este es el discurso mayoritario. "Su historia es la de tantas otras familias, que vinieron aquí desde otras partes de España a trabajar, en nuestro pueblo sobre todo en la construcción, como pasó en tantos otros lugares de Catalunya. Polémica no hay ninguna, es la historia del país, la polémica la crean los medios", resume, sin enfado, su visión otro vecino del lugar.  

Su historia es la de tantas otras familias, que vinieron aquí desde otras partes de España a trabajar, en nuestro pueblo sobre todo en la construcción

Pese a que la tormenta se ha desatado alrededor de la utilización de la expresión 'charnego' –palabra que escuece, y de qué manera, vista la rabia de las reacciones desatadas–, el discurso de Sola tenía muchas capas (no es casualidad que sea el guionista de moda, autor también de series como 'Querer'). La intervención del escritor en los Gaudí mostró, por ejemplo, la vulnerabilidad masculina, rompiendo a llorar al subrayar el amor hacia sus padres [otra cosa se está haciendo bien, cuando un hombre se siente libre de mostrar sus emociones en público], frente a un auditorio puesto en pie [las cámaras enfocaron a Juan Antonio Bayona también levantándose, con una historia familiar similar].

Vieja cabina telefónica en Santa Eulàlia de Ronçana, este martes.

Vieja cabina telefónica en Santa Eulàlia de Ronçana, este martes. / Jordi Cotrina

En lo que Sola quería poner el acento, según ha contado en varias intervenciones estos días, era en la importancia de abrazar "a los de fuera". "Si hoy podemos celebrar que ese 'charneguismo' haya cogido el ascensor social, aunque hablar de ascensor social es así-así, sigamos acogiendo para las personas que están llegando ahora también lo cojan", explicaba este lunes en 'Els Matins', quien ejemplificaba esa acogida en la lucha por una escuela pública digna.

Javier, este martes desayunando en Santa Eulàlia de Ronçana, su pueblo.

Javier, este martes desayunando en Santa Eulàlia de Ronçana, su pueblo. / Jordi Cotrina

Una escuela pública cuya defensa ya estuvo presente en los Gaudí del año pasado –en su caso, en boca del actor David Verdaguer, al recoger el premio a mejor actor por 'Saben aquell'– y que, con los últimos datos sobre la mesa, tiene todavía una gran asignatura pendiente en esa acogida. El último PISA demostró con crudeza que ese ascensor social que tomaron buena parte de los hijos y nietos de la migración española de mediados del siglo XX funciona como las cabinas de teléfono de Santa Eulàlia de Ronçana –es decir, no funciona– para los hijos de la migración procedentes de países pobres en el siglo XXI, bastante lejos de poder entrar en la ESCAC (como mínimo en la misma proporción que los de origen no extranjero).

Desigualdad creciente

Según el último informe PISA, un alumno de origen extranjero saca una media de 32,5 puntos menos en matemáticas respecto a uno no migrante (equivalente a algo más de un curso y medio), aunque esa brecha se reduce a 6,6 puntos si se elimina de la ecuación el efecto de la desigualdad económica.

Acoger a la nueva migración como se hizo con la que llegó, el siglo pasado, de otros territorios de España es, de hecho, uno de los retos de una Catalunya que tiene ya ocho millones de habitantes y en la que uno de cada cinco son extranjeros. Elisenda Colell repasaba este septiembre en este diario en su aplaudida serie 'El corredor del fuet, viaje a la Catalunya que necesita y a la vez rechaza, la inmigración' las principales asignaturas pendientes en este aspecto, dando voz a catalanas como Sanaa Boujdadi, quien llegó en 1993 a los nueve años a Manlleu con su madre y hermanas y explicaba cómo pasó a convertirse en "la invisible": "Nunca te invitan a los cumpleaños".

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