Derechos sexuales

Avances, obstáculos y nuevas amenazas: la ley del aborto en Francia cumple 50 años

Las asociaciones feministas denuncian que el texto, aprobado en 1975 gracias al impulso social y a la entonces mistra de Sanidad, Simone Veil, sigue siendo “muy prudente”

Manifestación en Francia en favor del derecho al aborto.

Manifestación en Francia en favor del derecho al aborto. / El Periódico

Leticia Fuentes

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"Esta ley no impone nada. No obliga a nadie. Simplemente otorga a las mujeres la libertad de elegir”, afirmó hace 50 años la entonces ministra de Sanidad, Simone Veil, al despenalizarse el aborto en Francia. Desde entonces, miles de mujeres han recurrido a la 'ley Veil' para interrumpir su embarazo bajo la protección de la legislación francesa.

Medio siglo después de aquel 17 de enero, aunque Francia ha hecho grandes avances –como eliminar la autorización paterna en el caso de las menores o establecer un periodo de reflexión obligatorio o el reembolso de los gastos–, los desafíos persisten. Según el barómetro de planificación familiar publicado el pasado mes de septiembre, el 89% de personas preguntadas afirman que encontraron al menos un obstáculo para acceder al aborto, ya sea por cierre de estructuras médicas, largos tiempos de espera o presiones externas. Desde hace años, algunas mujeres denuncian que profesionales sanitarios las obligan a escuchar el latido del feto antes de abortar. Algo prohibido por ley. 

De ahí que las asociaciones feministas en Francia crean que, a pesar de los grandes avances que se han producido a lo largo de estas décadas, aún queda una larga batalla por recorrer, especialmente ante el auge de las ideas conservadoras en la política francesa. 

Derecho blindado en la Constitución

En 2024, los últimos movimientos conservadores en Estados Unidos –donde algunos estados volvieron a prohibir el aborto– hicieron que el presidente francés, Emmanuel Macron, se apresurara a blindar este derecho en la Constitución para evitar que, en un futuro, otros gobiernos dieran un paso atrás. 

El pasado 4 de marzo, Francia se convirtió en el primer país del mundo en sellar el derecho al aborto en su Constitución, con 780 votos a favor. Tras aprobarse la introducción de este derecho en la Carta Magna, el hemiciclo, ubicado en el Palacio de Versalles, se fundió en un largo aplauso. 

Listas de espera

Un año después, las asociaciones feministas denuncian que sigue sin existir ningún plan que permita avanzar y defender este derecho aportando medios e infraestructuras para facilitar a las mujeres su acceso a la interrupción del embarazo. “Solo en la región de Île-de-France, hay lugares donde los tiempos de espera son más largos, lo que obligará a las mujeres a cruzar la región para abortar. También he tenido pacientes de otras regiones", afirma Laura Marin Marin, responsable de uno de los centros en la región parisina y exsecretaria nacional de la Asociación Nacional de Centros de GIV y de Contracepción (ANCIC) para 'Libération'. 

El texto adoptado en 1975 llegó cuatro años después del manifiesto de las "343 zorras", como lo apodó la revista 'Charlie Hebdo', en el que personalidades como Simone de Beauvoir o Catherine Deneuve y centenares de desconocidas reclamaron la legalización bajo el lema "yo he abortado". Según las asociaciones feministas, el texto sigue siendo “muy prudente” en aspectos tan clave como que solo puede ser realizado dentro de las 10 semanas de embarazo por un médico autorizado, y en muchas ocasiones las listas de espera provocan que se supere ese plazo.

Cláusula de conciencia

Además, piden que se suspenda la eliminación de la cláusula de conciencia específica que permite a los médicos negarse a realizar este procedimiento.

Según los últimos datos de la Dirección de Estadística de los Ministerios Sociales (DREES), el número de abortos en Francia ronda desde hace tiempo los 220.000 al año, a excepción de 2023, cuando se registró un pico de 243.623, 8.600 más que el año anterior. Las mujeres de 25 a 29 años son las que más recurren a esta intervención, y muchas de ellas denuncian la falta de información en los espacios públicos sobre este tipo de recursos.