Desde Barcelona

Una familia catalana se instala en Paiporta para ayudar tras la dana: "Esto nos ha unido más todavía"

Rubén Hernández y sus tres hijos, Ángel, Noel y Eizan, llevan mes y medio colaborando en una nave del polígono industrial ofreciendo ayuda a los damnificados: "Estaremos por lo menos un par de meses más"

Rubén Hernández y su hijo, Ángel, en el centro logístico de Paiporta en el que están colaborando.

Rubén Hernández y su hijo, Ángel, en el centro logístico de Paiporta en el que están colaborando. / Francisco Calabuig

Abraham Pérez

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Con apenas 22 años, Ángel Hernández ha asumido el control del Pabellón 51, la nave del polígono industrial de Paiporta que se ha convertido en un centro logístico que recepciona todas las donaciones que llegan a la zona cero y las distribuye entre los distintos puntos de reparto habilitados en la ciudad. El catalán lleva casi desde el inicio de la emergencia colaborando con la Galdakaoko Boluntarioen Gizarte Elkartea (GBGE), la oenegé vasca que dirige este centro, a quienes conoció "de casualidad" durante su primera visita tras la dana.

"Vine a los días, porque mi situación personal me permitía disponer de tiempo y estaba planeando irme un año de mochilero. Cuando pasó esto no dudé en venir porque en mi cabeza siempre ha estado la idea de dedicarme a la ayuda humanitaria". Dicho y hecho, el joven se trasladó a Paiporta, donde pasó algo más de una semana "ayudando a limpiar y a repartir alimentos y productos básicos que llegaban".

Alojados en el polígono

Al volver a su Barcelona natal, el joven contó a su familia la "dura realidad" en la zona cero: "No paraba de repetir entre lágrimas que todo era mucho peor de lo que se veía en la tele y que tenía que volver para ayudar" cuenta su padre, Rubén Hernández. Fue entonces cuando, "tras meditarlo", el hombre decidió seguir los pasos de su hijo y venirse con él "a aportar nuestro granito de arena".

"Compramos una furgoneta, la cargamos de comida y decidimos venirnos para Valencia", cuenta Ángel. Le siguieron sus hermanos, Noel y Eizan, de 21 y 20 años respectivamente. Ahora, desde hace más de un mes, los cuatro miembros de esta familia han cambiado su núcleo familiar y se han instalado en el polígono industrial de Paiporta, donde están alojados y colaborando con la GBGE en la gestión de este centro humanitario.

Orgullo de familia

"Nuestra situación personal nos permite que podamos estar aquí todo este tiempo sin cobrar, y seguiremos al menos un par de meses más", afirma el progenitor, quien se muestra "muy orgulloso" del importante papel que está jugando su hijo mayor en este centro de ayuda.

"Lo que ha hecho la GBGE es aportar la cordura y la coordinación que hacía falta, porque había mucha ayuda, pero nadie tenía claro que hacer. Ahora, gracias a ellos y a su experiencia todos tenemos asignados unas tareas, y esto permite que estemos ofreciendo una ayuda más efectiva a las personas que más lo necesitan", expresa el padre al tiempo que reconoce que "siempre he sido bastante reticente a estas estructuras piramidales y he sido muy crítico con el Ejército, porque pensaba que no valía para nada, pero ahora he visto lo importantes que son, y que haya gente que dirija a otra gente".

"Ha sido un cambio para bien a nivel familiar"

Por su parte, Ángel confiesa que esta catástrofe les ha cambiado la vida: "A nivel personal, siento que he madurado muchísimo y todo esto me hace ver la vida de otra manera. Pero es que a nivel familiar, estar aquí los cuatro juntos y compartir todo esto nos ha unido mucho. Todavía más. Ha sido un cambio para bien para todos nosotros".