Debate educativo
Los expertos llaman a rebajar la presión para que los niños de infantil sepan leer: aprender antes no asegura la competencia lectora
Los especialistas insisten en que "hay que trabajar en cada momento aquello para lo que evolutivamente están preparados" y piden refuerzos adicionales para los que terminan 1º de primaria con una lectura muy titubeante
Debate sobre aprender a leer y escribir en infantil: solo el 1% de los niños son lectores precoces
Olga Pereda
Olga PeredaPeriodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
Ninguna norma educativa exige que el alumnado de infantil (etapa no obligatoria que abarca desde los 3 hasta los 6 años) aprenda a leer. El currículo de enseñanzas mínimas deja claro que “no es exigible para afrontar primaria” y recomienda a los docentes de infantil que se limiten a “favorecer una primera aproximación a la lectura y la escritura”. Sin embargo, la realidad es que aprender a leer con 5 años es el día a día de muchas escuelas. Los expertos destacan que esta presión para que los niños y las niñas comiencen primer curso de primaria (6 años) sabiendo leer no parte solo de algunos colegios sino también de familias. Los investigadores reconocen que se trata de una imposición que, hasta el momento y según la evidencia científica, no conlleva ningún beneficio extra cara a conseguir la competencia lectora.
“Muchas escuelas, sobre todo centros concertados y privados, plantean como una característica diferencial que su alumnado termina infantil sabiendo leer y que algunos niños son capaces de hacerlo con 4 años. Es una presión que no solo proviene de la escuela sino también de los padres y las madres, a quienes les genera confort decir que su hijo ya lee a pesar de ser tan pequeño”, reconoce Llorenç Andreu, catedrático de los estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del eHealth Center.
Ninguna norma educativa exige que el alumnado de infantil aprenda a leer
El especialista, que recuerda que la lectura y la escritura son "las dos caras de la misma moneda", subraya que “hay que trabajar en cada momento aquello para lo que evolutivamente están preparados” y reclama refuerzos adicionales para todos los alumnos que terminan 1º de primaria con una lectura muy titubeante y con errores. “Hay que actuar inmediatamente y poner todos los recursos encima de la mesa tanto en el colegio como en casa. Mi recomendación a esas familias es que, si pueden permitírselo, busquen también ayuda profesional de un logopeda o un neuropsicólogo. Hay que trabajarlo con intensidad y no dejarlo pasar”, advierte.
Primaria
Primero de primaria, concluye Andreu, sí debería ser el curso en el que los niños sean capaces de leer. Que lo hagan fluidamente correspondería a 2º de primaria. En 3º comienza otro de los hitos: la comprensión lectora. Es decir, pasar de aprender a leer a aprender leyendo.
En esta necesidad de contar con ayuda profesional desde edades tempranas coincide la logopeda e investigadora Nadina Gómez-Merino, que destaca que la famosa expresión "ya hablará" genera problemas, sobre todo cuando los niños con dificultades de lenguaje se enfrentan a la enseñanza de la lectoescritura. “Es fundamental cuidar la manera en que se presentan los sonidos y las letras”, insiste.
Gómez-Merino opina que la presión por saber leer antes de cumplir los 6 años, aunque parece generalizada, es una cuestión que depende de cada centro y cada familia. Miembro de Eri-Lectura (Estructura de Recerca Interdisciplinar en Lectura, organismo de la Universitat de València), la investigadora explica que, de acuerdo con algunos estudios, aprender a leer en último curso de infantil no comporta un beneficio evidente frente a hacerlo en primero de primaria.
La presión por saber leer antes de los 6 años, aunque parece generalizada, es una cuestión que depende de cada centro y familia
“Hasta el momento, pocos estudios han investigado sistemáticamente los efectos de la enseñanza temprana (4/5 años) o tardía (6/7 años) de la lectura y la escritura. Los resultados disponibles parecen indicar que, en primaria, el nivel de lectura del alumnado al que se ha enseñado de forma temprana y el que ha recibido la instrucción de forma tardía se igualan”, concluye Gómez-Merino, autora del ensayo ‘Aprender a enseñar a leer y a escribir’ junto con el maestro especialista de audición y lenguaje Juan C. Ripoll y la doctora en Psicología Vicenta Ávila. “Unos pocos datos encuentran un mejor nivel de comprensión lectora en el alumnado que ha recibido enseñanza tardía de la lectura”, añade el ensayo, aunque los investigadores recuerdan que otros factores podrían influir en los resultados.
Habilidades
Gómez-Merino destaca que aprender a leer es un término complejo que puede llevar a confusión y pide, antes que nada, aclarar el concepto. La investigadora recuerda que hay que diferenciar entre las habilidades precursoras de la lectura (entre las que los expertos incluyen la conciencia fonológica, conocimiento de lo escrito y las letras y la velocidad de denominación) y la decodificación. Las primeras, básicas en la etapa de infantil, consisten en dividir palabras en sílabas, escuchar e interactuar con cuentos, manipular un libro para saber qué son las páginas, conocer las letras e identificarlas. “Son habilidades que facilitarán no solo la lectura sino también la comprensión lectora”, añade Gómez-Merino. “Si nos referimos a aprender a leer, con trabajar estas habilidades de manera temprana en el aula, este tipo de prácticas son más que recomendables desde que los niños y las niñas son pequeños”, agrega.
Mientras, la decodificación consiste en el descifrado de las letras (saber qué sonido tiene cada letra) y enlazarlas formando palabras. Dedicar esfuerzos para que el alumnado de 5 años sepa leer, en el sentido de ser capaces de leer palabras o frases enteras, no tiene una justificación clara, explica la investigadora y logopeda. “En lo que no hay dudas es que es recomendable dedicar tiempo a habilidades lingüísticas precursoras de la lectura que favorecerán su desarrollo posterior y, por lo tanto, habría que priorizarlo”, concluye.
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