Central histórica
Camarasa, la centenaria presa en activo donde germinó la huelga de La Canadiense y la jornada laboral de 8 horas
Las paredes de una de las centrales más antiguas de España siguen produciendo energía hidroeléctrica
Catalunya prioriza La Baells en su apuesta por las centrales que almacenan energía

Vista parcial del estado de las obras en la presa de Camarassa, el 4 de diciembre de 1919. / ENDESA


Guillem Costa
Guillem CostaEra de noche en el pueblo de Camarasa cuando varios obreros y sindicalistas entraron en el local Salón Olimpia. El bar estaba a punto de albergar un encuentro clave para que, meses después, tuviera éxito la famosa huelga de La Canadiense, que en 1919 paralizaría gran parte de la industria catalana y logró instaurar la jornada laboral de ocho horas.
Como en 'Germinal', la novela de Émile Zola, la reunión clandestina en la taberna era la antesala de un intento de revolución orquestado por los trabajadores. Pero, en este caso, la acción transcurría en la comarca de la Noguera y no en el norte de Francia. Y los peones no eran mineros, sino que dedicaban su jornada laboral a levantar la gran presa de Camarasa.
La huelga, en Camarasa, no triunfó, pero personajes como Salvador Seguí (el Noi del sucre) ya habían puesto la semilla para que meses más tarde, en la gran ciudad, la insumisión civil prosperara en la empresa eléctrica Riegos y Fuerza del Ebro, que pertenecía a Barcelona Traction, Light and Power Company, limited, una compañía conocida por todo el mundo como La Canadiense. La huelga fue una de las más importantes de la historia de España, pero pocos saben que el preámbulo (fallido) tuvo lugar en la presa de Camarasa, que también era propiedad de Riegos y Fuerza del Ebro.

Vista parcial del estado de las obras en la presa de Camarassa. Un operario mantiene vertical una mira y otros sostienen unos carteles donde se indica la cota, el 13 de febrero de 1919. / ENDESA
Las obras para construir el dique y la central hidroeléctrica empezaron en 1917 y cambiaron por completo la vida en la comarca. Los habitantes de Camarasa se triplicaron, pasando de 1.000 a 3.000. "Decenas de tiendas y comercios nuevos, también prostíbulos e incluso un cuartel de la Guardia Civil, para apaciguar los movimientos sindicales, se instalaron en el pueblo, que se convirtió en el auténtico centro neurálgico de la zona, con la llegada de inmigrantes que venían a trabajar en la presa", cuenta Dolors Domingo, historiadora especializada en la historia de esta infraestructura.
Tifus y neumonía
De todos los foráneos que murieron en el pueblo durante los años de construcción del embalse, una tercera parte lo hicieron por accidente laboral directo. Otros, por enfermedades respiratorias o el tifus, a menudo derivadas de las labores en la presa. "Tenemos que imaginarnos a los obreros sin casco, empapados durante todo el día por la humedad del río", detalla Marc Miret, actual responsable de la Central Hidroeléctrica de Camarasa. En total, se calcula que fallecieron entre un 5% y un 10% de los operarios.
A día de hoy, la central acoge una pequeña exposición que rememora aquella época oscura para los obreros. Y en el pueblo se puede realizar una curiosa ruta rastreando los locales que proliferaron en aquellos años de ajetreo vecinal y político tan intenso. Una vez la central estuvo terminada, no fueron necesarios tantos trabajadores y la vida comenzó a desacelerarse en Camarasa.

Vista, aguas abajo, del complejo hidroeléctrico de Camarassa. Al fondo, la presa con el aliviadero descargando; a la derecha, la central con los canales de desagüe (de las turbina) también descargando. Imagen del 31 de diciembre de 1922. / ENDESA
Pero esta hidroeléctrica no es tan solo un lugar para la historia. Este edificio centenario sigue en pie y aún está en funcionamiento, con capacidad para producir 52 megavatios de electricidad. Miret, además de comandar la central en la actualidad, está ligado a ella de manera sentimental: "Mis dos bisabuelos trabajaron en el taller mecánico y en la sala de turbinas respectivamente, mi abuelo fue operador del cuadro de control y mi padre estuvo en el taller eléctrico y en la dirección".
Cuatro trabajadores
La biografía de la central, una de las centrales más antiguas de España, corre por la sangre de Miret. "Para mí, que desde pequeño tenía claro que quería trabajar aquí, es un orgullo formar parte de esta planta", admite. Las cosas han cambiado mucho con el paso de los años. Ahora, trabajan en la central solo cuatro personas, porque todo está muy automatizado.
Sin embargo, el modelo de producción de energía es el mismo. El agua cae a gran velocidad desde la presa, aprovechando la gravedad y activa las turbinas para generar energía eléctrica limpia. "No podemos olvidar la importancia de las hidroeléctricas como fuente de energía renovable", avisa Miret, responsable de esta central que hoy está en manos de Endesa. Miret, que no se limita a romantizar las crónicas de Camarasa, subraya la contribución actual de la presa a la vida de la localidad: "Es necesario evocar la lucha obrera de aquellos tiempos para entender cómo han cambiado las condiciones laborales, pero también vale la pena recordar que hoy, es imposible entender Camarasa sin la presa y la central".
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