Educación
Juan Jesús Donaire, decano de Ciencias de la UAB: "Nos llegan alumnos que no saben sumar fracciones, algo impensable hace 10 años"
Contrario a la propuesta del Departament de recortar horas de ciencias en bachillerato, advierte de que los efectos de las políticas educativas se notan a largo plazo y "son muy difíciles de corregir en la universidad"
El profesorado de bachillerato ve "un sinsentido" quitar horas de Física, Química o Biología para dárselas a optativas como "retos científicos"
Anna Marbà, del máster de profesorado de la UAB: "Si no quieren bajar el nivel en ciencias, que no recorten horas"

Juan Jesús Donaire, decano de la facultad de Ciencias de la UAB. / Marc Asensio Clupés


Helena López
Helena LópezRedactora
En una última semana de clases políticamente intensa, EL PERIÓDICO charla con Juan Jesús Donaire, decano de la Facultat de Ciències de la UAB, sobre la propuesta del Departament d'Educació i Formació Professional de unir las materias de Física y Química y de Biología, Geología y Ciencias Ambientales en primero de bachillerato, con la consecuente pérdida de horas lectivas de cada una de las materias fusionadas, medida que ha puesto en pie de guerra tanto a los institutos y las universidades, que la consideran "absolutamente perjudicial".
–Como decano; ¿tenía constancia de que se estaban preparando estos cambios?
–En absoluto. Me enteré por la prensa.
–¿Y cómo los recibió?
–Aquí hay varias cosas. Una cuestión es la de juntar materias. Después está el maltrato que está viviendo la Geología desde hace muchos años ya. Si estos cambios llegan a consumarse, será su defunción definitiva, algo sorprendente en el momento en el que estamos.
La enseñanza se usa más como arma política que como pilar de una sociedad civilizada, lo que debería ser
–¿En qué momento estamos?
–En un momento de crisis climática. Vivimos en un país que sufre sequías constantemente y los recursos hídricos nos deberían importar. Estudiar cuál es el tratamiento que se tiene que hacer del agua y qué aprovechamiento es el más adecuado para un recurso tan importante como este parece que queda en un segundo plano y ya no importa. Es esa degradación constante que estamos sufriendo en los ámbitos científicos. No es solo por lo de esta semana.
–El Departament insiste en que no se recortan horas de ciencias, sino que estas se organizarán distinto. ¿Cómo ve la propuesta de compensar las horas de física por "retos de física"?
–Hay un poco de falacia sobre el aprendizaje por competencias. Para aprender por competencias primero tienen que trabajarse unos contenidos, y lo que estamos haciendo ahora es quitando esos contenidos. Esa asignatura de retos quedará absolutamente vacía, será un poco una pantomima. Evidentemente no fortalecerá el conocimiento científico de los estudiantes.
–¿Lo devaluará?
–Absolutamente.
Para aprender por competencias primero tiene que haber contenidos, y lo que hacemos es quitarlos
–Decía antes que el problema viene de lejos. Ya se pasó de cuatro horas semanales a tres y se eliminó la materia de Ciencias del Mundo Contemporáneo. ¿Esos recortes se han notado ya en una bajada del nivel de los estudiantes que llegan a la facultad?
–Totalmente. De hecho es un sentimiento generalizado. Nosotros tenemos la suerte, aquí en la Facultad de Ciencias, de tener a un alumnado muy comprometido con su formación, gente que estudia y tiene ganas de aprender, pero ¿qué pasa? Últimamente, llegan alumnos con unas lagunas que a veces incluso nos sorprenden. Eso se nota mucho en las asignaturas vinculadas a las matemáticas, materia que también ha sufrido en los últimos años una reducción del número de horas en la etapa obligatoria de la secundaria. Podemos encontrar a personas con dificultades para sumar fracciones, por ejemplo, algo que hace 10 años era absolutamente impensable.
–Alumnado que ha estudiado el bachillerato científico, ha aprobado la selectividad y ha obtenido nota para acceder a la UAB…
–Sí. Vemos que hay alumnos con dificultades que hasta nos sorprenden. De pensar: ¿cómo es posible que no sepan eso? El problema de la enseñanza es que, según qué medidas tomes, los efectos, ya sean positivos o negativos, los ves a largo plazo, pero son muy difíciles de corregir cuando están ya en la facultad.
–¿Son casos anecdóticos o es habitual?
–Es habitual. Por ejemplo, personas que tienen dificultades para negar una frase. Una cosa tan simple como esa. Tú haces un enunciado y dices: "Los gatos son blancos". Si eso es falso, ¿qué es lo que es cierto? Y te dicen que los gatos son negros. Hasta eso. Cuestiones de razonamiento lógico.
El problema es que en nuestra sociedad a los científicos no se les considera intelectuales
–Llama la atención, porque ese sería precisamente un ejemplo al que tendrían que estar acostumbrados en la enseñanza competencial…
–Las grandes víctimas de todo este desbarajuste son evidentemente los escolares. Pero una víctima colateral es el profesorado. Muchas veces se tienen que adaptar, sin haber recibido la formación necesaria a directrices que algún iluminado decide, con unos criterios caóticos y a veces caprichosos, que no obedecen a ninguna lógica. ¿Por qué sobre un problema, como es el de la enseñanza, que llevamos arrastrando 50 años, no llamamos a las puertas de las universidades, que es donde está la gente que tiene criterio, que ha investigado sobre el tema, para aportar soluciones?
–¿Porque no hay conciencia de la gravedad del problema?
–Yo creo que sí, pero mi percepción es que la enseñanza se instrumentaliza demasiado políticamente; se usa más como arma que como uno de los pilares que debería ser de una sociedad civilizada. Todavía escuchamos aquello de que la educación sirve para adoctrinar a la gente. En el momento en el que pensamos que la educación adoctrina, las medidas que toma no sé qué gobierno ya las miramos de determinada manera, porque en ellas vemos intereses oscuros. Soy pesimista en ese sentido.
–¿Le sorprendió que los políticos se llevaran las manos a la cabeza con la Literatura, pero prácticamente no dijeran nada de los recortes en Ciencias ni de los Treballs de Recerca (TR), que casi desaparecerán?
–Es un tema cultural. Cuando hablamos de intelectuales, la gente ¿en qué piensa? En un filósofo, en un humanista… Una persona como Pedro Almodóvar puede opinar sobre el cambio climático y no pasa nada. Y la gente le escucha e incluso creerán que es una autoridad. Este señor es un director de cine, ¿por qué puede opinar sobre cambio climático? Pues puede hacerlo porque tiene esa etiqueta de intelectual. En cambio, en nuestra sociedad, a los científicos no se les considera intelectuales. Si una persona no sabe quién escribió el Quijote, pensaremos que es un ignorante; en cambio, podemos ignorar perfectamente qué elemento químico es el más frecuente del universo, aunque solo que se piense un poco se podría inferir que es el más sencillo de todos: el hidrógeno. Pero no pasa nada porque una persona no sepa ciencia. No pasa nada.
–Sucede aquí, en Catalunya o España, o es algo generalizado?
–Es algo especialmente ibérico. En otros lugares los científicos sí son escuchados. Aquí también tenemos autoridad y prestigio social solo cuando se nos necesita. Cuando pasan cosas como la pandemia, como el cambio climático…
–Cuestiones de vida o muerte, casi. ¿Confían en que se escuchará a los expertos?
–Si en el caso de las literaturas se ha podido echar marcha atrás, en las ciencias también.
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