Estudio médico

Tener un estilo de vida intelectualmente activo ralentiza la enfermedad de Huntington

Una investigación de IDIBELL y la UB confirma que una mayor actividad mental a lo largo de la vida es un factor protector de la neurodegeneración

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Una acción sobre un tablero de ajedrez.

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ACN

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Desde el Institut de Investigació Biomèdica de Bellvitge (IDIBELL) y la Universitat de Barcelona (UB), en colaboración con otros centros, se ha descubierto que tener una vida intelectualmente activa tiene un efecto protector ante la progresión y la severidad de los tres tipos de síntomas de la enfermedad de Huntington: cognitivos, motores y psiquiátrico. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa de origen genético que debuta en la edad adulta, alrededor de los 40 años de edad. Los afectados sufren una degeneración progresiva que acaban derivando afectaciones incapacitantes. A día de hoy, no hay una cura, pero hace tiempo que se conoce su causa genética y se dispone de un test para identificar sus portadores antes de la primera aparición de los síntomas.

La enfermedad de Huntington es una patología neurodegenerativa genética que suele aparecer en la edad adulta, normalmente a los 40 años

Hace años que el grupo Cognició y Plasticitat Cerberal del IDIBELL explica que este estilo de vida conlleva beneficios directos en la sintomatología cognitiva. Ahora, el estudio publicado en Scientific Reports demuestra los beneficios de estos efectos en los otros campos afectados en los pacientes, el motor y el psiquiátrico.

Para llegar a esta conclusión, la investigadora predoctoral Audrey De Paepe y otros científicos liderados por la doctora Estela Càmara evaluaron la reserva cognitiva de un grupo de pacientes, a través de factores como su nivel de educación, la ocupación profesional, los cursos académicos y musicales, el número de idiomas hablados, la actividad lectora o la frecuencia en que la persona jugaba a juegos intelectualmente complejos como el ajedrez.

Además, los investigadores complementaron la información con pruebas de neuroimagen con relación a la actividad intelectual desarrollada a lo largo de la vida. Para finalizar, los investigadores hicieron modelos para ver si los pacientes presentaban diferencias en los síntomas típicos de la enfermedad según el estilo de vida cognitivo de los participantes.

Los resultados

Los datos recogidos tras la serie de pruebas han confirmado que una mayor actividad mental durante la vida es capaz de proteger a la persona de la neurodegeneración y permite mantener un buen estado cerebral durante más tiempo. En los afectados por Huntington, esto se traduce en una aparición más tardía de los síntomas de deterioro cognitivo, motor y psiquiátrico. Esta conclusión ha llevado a los investigadores a entender mejor los casos de forma personalizada, ya que esto explicaría las diferencias que se habían encontrado en la trayectoria clínica de los diferentes pacientes de esta enfermedad.

Esta investigación no propone una cura para este problema, pero supone un gran avance en el control de la enfermedad por parte de los profesionales, puesto que demuestra que los pacientes cuentan con una serie de estrategias preventivas para disminuir o retardar potencialmente la progresión de Huntington incluso antes del diagnóstico.