Relaciones afectivas

El año del desamor en las aplicaciones de citas, la fatiga prende entre usuarios e inversores: "No estoy cansada, estoy asqueada"

Casi 8 de cada 10 usuarios están hartos de este tipo de 'apps', según la revista 'Forbes'

Bumble y Match Gropup, casa matriz de Tinder, han perdido 40.000 millones de dólares en valor de bolsa entre 2021 y 2023

Divorciados, cuarentones y personas no normativas: cuando las ‘apps’ de citas sí funcionan

10 años de Tinder alborotan la soltería: entre la adicción al amor exprés y la decepción en bucle

Ocho de cada 10 usuarios sienten "fatiga" ante las aplicaciones de citas.

Ocho de cada 10 usuarios sienten "fatiga" ante las aplicaciones de citas. / JORDI OTIX

Arlette Suriñach

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Fatiga y hartazgo se han convertido en las palabras más repetidas no solo para definir el ánimo de los usuarios de las aplicaciones de citas: también el de los inversores de Wall Street. Tras una década en la que estas 'apps' han convertido la cultura del ligue en una ventana de infinitas posibilidades y también en una fuente de ansiedad y de bucle de mil formas de rechazar y ser rechazado, las compañías insignia – Bumble y Match Group, matriz de Tinder– van camino de cerrar su gran año del desamor tras perder más de 40.000 millones de dólares en valor de mercado entre 2021 y 2023, según 'The New York Times'.

"No estoy cansada, estoy asqueada", admite Patricia, de 49 años, que desde que se separó en 2018 ha tenido una cincuentena de citas... y también una relación que duró tres años y que ya ha acabado. "Ya no tengo a ninguna amiga que quede por aquí", añade su amiga Belén al hablar de un agotamiento, el de las 'apps' de citas, que 'Forbes' cifra en que 8 de cada 10 usuarios están hartos del mundo del 'match'. Además, no se avista relevo generacional: los más jóvenes no están dispuestos a pagar para ligar en un momento en que las suscripciones se erigen como el gran salvavidas del modelo de negocio. "Qué locura pagar cuando no tienes un duro: los jóvenes conocemos gente nueva todo el rato y además tenemos Instagram, que es donde ahora pasan las cosas", explica Alex Martín, estudiante de 18 años.

"Me enfado conmigo misma cuando me sorprendo sopesando bajar el listón para conformarme con alguien que no veo claro"

— Patricia. 49 años

Descenso en bolsa

Los números están ahí. Tras presumir de haber oficiado 70.000 millones de 'matches' y de haber alcanzado en verano de 2022 los 11 millones de suscriptores en todo el mundo, Tinder registra un descenso del 16% en bolsa en lo que va de año. De hecho, el mes pasado volvió a perder valor al anunciar que de nuevo había sufrido fugas de usuarios de pago.  

"Qué locura pagar cuando no tienes un duro: los jóvenes conocemos gente nueva todo el rato y además tenemos Instagram, que es donde ahora pasan las cosas"

— Alex Martín. Estudiante. 18 años

Y tras las malas cifras, además de fatiga y relevos en los altos cargos, también hay un cambio en la forma de vivir la liturgia afectiva. Para un grueso de usuarios, lo que una década atrás parecía una promesa ahora a menudo no es más que un rosario de citas aceleradas: echan de menos un poco de tranquilidad y presencialidad. “Yo vivía en un pueblo pequeño y, para mí, fue una salida de emergencia en un entorno claustrofóbico. Al principio era una forma de encontrar nuevos círculos sociales, sentía que mi vida mejoraba. Pero 12 años después, de aquello ya no queda nada”, explica Marta Serra, de 32 años.

"Yo llevaba desde los 18 años con la misma mujer y, tras separarme, un amigo me animó a probar con las 'apps'. Ahora lo he dejado porque he empezado una relación"

— Marc. 48 años

Una ventana abierta

A pesar de su mala reputación, las aplicaciones de citas se erigen aún en una posibilidad cuando, por ejemplo, eres gay o lesbiana y vives en un entorno cerrado o te divorcias entrada la cuarentena y levantas la vista y a tu alrededor no ves posibilidades de reiniciar una mínima vida afectiva. "Yo llevaba desde los 18 años con la misma mujer y, tras separarme, un amigo me animó a probar con las 'apps' –explica Marc, de 48 años–. Ahora me he dado de baja porque estoy iniciando una relación y ya estaba un poco harto: he conocido a gente maja, pero me incomodaba verme a mí mismo mirando fotos de mujeres como si estuviera ojeando una revista cada vez que tenía 10 minutos libres".

"Yo me he cansado de la ansiedad que implican las citas, de sentir que estás en un casting y de aburrirme con tipos que no paran de hablar de sí mismos"

— Belén. 49 años

La fórmula del éxito de Tinder ha sido precisamente su 'burn-out'. La aplicación reina –que se diferencia de Bumble en que en esta última son las mujeres las que inician las conversaciones– utiliza un algoritmo de jerarquía social (se liga por franjas de 'likes') y técnicas “gamificadas” propias de los videojuegos que están pensadas para atraer a los usuarios y retenerlos el máximo tiempo dentro de la plataforma. De ahí el ya viejo dicho de que la 'app' no quiere que te emparejes, sino que vivas enganchado a ella a través de los 'match' –cuando dos personas deslizan el dedo a su derecha y se eligen para poder empezar a hablar– en chutes de validación física y felicidad.

Casting y déficit de atención

Una década después, sin embargo, hay más aburrimiento que subidones. Un grueso de los usuarios ya han vivido la cara B del amor exprés. Mirar y elegir por la imagen y sin contexto alguno. Citas que no llevan a ninguna parte. Iniciar algo y que la otra persona desaparezca. O desaparecer tú. Rechazar. Ser rechazado. "Yo me he cansado de la ansiedad que implican las citas, que parecen cástings. Pero sobre todo, de lo que me he aburrido es de quedar con tipos que no paran de hablar de sí mismos y que en ningún momento se les pasa por la cabeza preguntar: 'Y tú, ¿qué haces?'", explica Belén Sánchez.

"El problema de estas 'apps' es la superficialidad, el cómo promueven la irresponsabilidad, la cosificación y la ansiedad de prometerte que siempre habrá alguien mejor”

— Hugo Hernández. Psicólogo

Tras vivir una cincuentena de citas, Patricia apunta a la llamada crisis de la heterosexualidad. "Yo no estoy harta de desplantes, no tengo demasiados problemas de autoestima, pero sí estoy hasta el moño de conocer gente y no dar con hombres mínimamente aceptables desde un punto de vista emocional y académico. Me da mucha rabia cuando me veo a mí misma haciendo un amago de bajar el listón y convencerme para conformarme con alguien que no me gusta de veras y con el que no tengo futuro. Esta misma semana me pasó en una cita. Cuando llega ese momento, sé que debo dejar Tinder o Bumble una temporada".

Solución al caos del amor

Especialistas en relaciones afectivas e internet tienen bien tomadas las medidas del fenómeno. "El problema de estas aplicaciones es la superficialidad, el cómo promueven la irresponsabilidad, la cosificación y la ansiedad de prometerte que siempre habrá alguien mejor”, explica el psicólogo Hugo Hernández. Y luego está la brecha de género: las mujeres son más propensas a utilizar 'apps' de ligue para encontrar una relación seria.

"El problema es que las aplicaciones de citas te prometían una solución rápida al caos del amor, reduciéndolo a un simple procedimiento, pero está claro que eso no funciona”

— Janira Planes. Experta en cultura de internet

"La tecnología me fascina, pero los humanos ponemos excesivas esperanzas en ella", apunta la sexóloga Carmen Sánchez, quien también considera que esperamos demasiado de las relaciones de pareja y que en algún momento se entendieron que estas 'app' serían una especie de "agencia matrimonial".

"El problema es que las aplicaciones de citas te prometían una solución rápida al caos del amor, reduciéndolo a un simple procedimiento, pero está claro que eso no funciona”, añade Janira Planes, experta en cultura de internet. De hecho, Tinder y demás aplicaciones no dejan de ser un síntoma más de una revolución social de calado. Por un lado, nunca había habido tantas personas solteras (en España hay más de 14 millones) y, por el otro, la institución de "la pareja para toda la vida" hace tiempo que entró en crisis.

“Yo vivía en un pueblo pequeño y, para mí, fue una salida de emergencia en un entorno claustrofóbico. Doce años después estoy aburrida"

— Marta Serra. 32 años

La gran fiesta de Instagram

Por tanto, la necesidad de conocer a gente nueva persiste y persistirá. Los más jóvenes, para quienes Tinder y las demás 'apps' son algo casi dinosáurico, han integrado las redes sociales en sus rutinas de ligue, que funden lo 'on-line' y lo 'off-line' en un todo indistinto. "Utilizar Instagram es más natural que ponerte en una especie de catálogo para elegir o que te elijan. Conoces a alguien que te interesa y le pides el Insta. O le 'abres' a algún conocido o conocida de un amigo –dice Alex–. Enseguida vas viendo si la otra persona pasa de ti o es receptiva".

"La tecnología es fascinante, pero los humanos ponemos demasiadas esperanzas en ella: esperamos demasiado de las relaciones de pareja y en algún momento entendimos que estas 'apps' serían una especie de agencia matrimonial"

— Carmen Sánchez. Sexóloga

“Sí, ligamos por redes sociales, aunque yo lo veo un poco forzado porque el ‘juego’ va de colgar una historia y esperar a que la persona que te gusta te conteste o te dé un ‘like’”, añade Rebeca Román, de 21 años. Ninguno de los dos pagarían por acceder al plan más básico de Tinder: el Tinder Plus, de 100 euros anuales, que concede privilegios como quitar 'likes' a personas, chatear con gente de cualquier parte del mundo o ver quién mira nuestro perfil. “¿Quién paga para ligar?”, cuestiona Rebeca. 

Ocho de cada 10 usuarios sienten "fatiga" ante las aplicaciones de citas.

Ocho de cada 10 usuarios sienten "fatiga" ante las aplicaciones de citas. / JORDI OTIX

Salto sénior a lo presencial

Mientras, en la soltería sénior –en la que existen menos espacios informales de alterne que en la juventud– avanza la necesidad de levantar el pie del acelerador y regresar a un primer contacto presencial más relajado que una cita. De ahí el 'boom' de encuentros organizados. "Yo he empezado a ir a actividades en la que conoces a gente en grupo, lo que rebaja el nivel de ansiedad", explica Belén. Una tendencia en la que abunda Janira Planes: “Ligar en persona vuelve a estar de moda, la gente se apunta a, por ejemplo, grupos de lectura o excursionismo para conocer a personas con las que se tienen cosas en común”, dice. "Está habiendo una transición hacia lo presencial y el mejor sitio para conocer a alguien es donde se compartan hobis, como en una academia de baile", coincide Hernández.

"Cuando quieres tener vida afectiva y ya no tienes 20 años no hay tantas opciones: a mí no me interesa salir y conocer a alguien de noche, y es muy difícil que de pronto te enamores de un tipo en una tienda o conozcas a alguien estupendo en una cena"

— Patricia

Las 'apps', sin embargo, seguirán ahí. Quizá con menor furor –y potencial de negocio– que en la última década y suscitando expectativas más moderadas. "Cuando quieres tener vida afectiva y ya no tienes 20 años las opciones no son tantas –explica Patricia–. A mí no me interesa salir y conocer a alguien de noche. Y realmente es muy difícil que de pronto te enamores de un tipo en una tienda o sientas un flechazo en una cena. Por tanto, las aplicaciones siguen siendo una puerta abierta factible. Ya sé que no existe el amor para toda la vida, pero sí me gustaría tener una relación un poco más a largo plazo para hacer equipo y tener un poco de tranquilidad. Así que voy entrando y saliendo cuando me harto".

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