Tras la DANA

El riesgo de lluvias explosivas obliga a reforzar la seguridad de 58 presas en Valencia

La Confederación del Júcar y la del Segura están implantando distintas medidas frente a fenómenos extremos

El riesgo de lluvias explosivas obliga    a reforzar la seguridad de 58 presas

El riesgo de lluvias explosivas obliga a reforzar la seguridad de 58 presas

Minerva Mínguez

València
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¿Están adaptados los embalses de Valencia frente al cambio climático? La gota fría del 29 de octubre ha demostrado que las advertencias de los científicos no son a futuro, sino la nueva realidad a la que aboca el calentamiento global. De hecho, el riesgo de lluvias explosivas ha obligado a implantar un sistema de seguridad integral en 27 embalses de la demarcación del Júcar y otros 31 en la del Segura, con medidas de adaptación a eventos extremos. La evaluación de estas construcciones hidráulicas, que se inició hace poco menos de dos años, contempla un exhaustivo análisis de la inestabilidad de taludes o laderas frente a la generación de olas como las que sufrieron en Forata y Buseo hace ahora un mes.

Las presas más modernas, como Tous, apenas requerirán modificaciones para adecuarse a la nueva normativa del Ministerio para la Transición Ecológica. En las antípodas se sitúan casos como el de María Cristina o Valbona. La primera empezó a construirse en 1901 y se concluyó en 1925, con problemas incluso durante su levantamiento. Se ha desbordado hasta en tres ocasiones por en fuertes temporales. En Beniarrés, por ejemplo, ya se han introducido modificaciones para duplicar el volumen de desagüe por los aliviaderos hasta los 2.000 m³/s. Se terminó de construir en 1958 y se recreció en la década de los años setenta con criterios que habían quedado obsoletos. Las compuertas se diseñaron para soltar 1.000 m³/s si se abrían todas a la vez, unos valores totalmente insuficientes. El mecanismo de apertura permite ahora pasar de los cinco metros de altura a los seis y medio.

Superar las previsiones

El episodio meteorológico del 29 de octubre en la sierra de Utiel y en las cabeceras de los barrancos del Poyo y la Saleta vino a certificar la virulencia de unas precipitaciones que superaron todas las previsiones. La presa de Forata, por cuya estabilidad se llegó a temer en varios momentos de aquel fatídico día, se halla inmersa ahora en obras de emergencia. La actuación persigue la limpieza de los desagües del riego, totalmente taponados por cañas, maleza y barro. Como se recordará llegaron a entrar hasta 2.000 m³/s por lo que hubo desembalsar a razón de 1.000 m³/s, lo que agravó las inundaciones en el río Magre, sobre todo en Algemesí.

Los trabajos de conservación son habituales en los embalses, con medidas correctivas para prevenir pequeños fallos y tenerlas a punto. Cuestión bien distinta son las intervenciones específicas por cuestiones de seguridad. La licitación de estas últimas actuaciones se llevó a cabo en la época de Teresa Ribera al frente del Miteco, que las señaló como prioritarias para garantizar el suministro de agua y protección frente a las inundaciones. La revisión de cada infraestructura hidráulica incluye el estudio de cómo pueden afectar eventos extremos como la sequía, escenario en el que estaban varios sistemas del Júcar hasta la dana, o por contra avenidas torrenciales.

Entre las soluciones hidrológicas frente a escenarios como el de la última dana se propone rebajar umbrales de los aliviaderos o eliminar aterramientos para restablecer la funcionalidad de los desagües de fondo. En casos límite, incluso contemplar vertidos controlados sobre coronación. En Beniarrés, además de la intervención de la primavera se procedió a redactar un proyecto integral que permitirá absorber avenidas mayores al tiempo que incrementar la capacidad de almacenamiento.

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