Entrevista
Maria del Mar Cugat, una mujer en la curia catalana: "La Iglesia debe afrontar el camino hacia la feminidad"
La secretaria general y cancillera del Arzobispado de Tarragona, uno de los cargos laicos más importantes, aborda el reto de la institución para reconocer el papel femenino, un cambio que ve "inevitable"
MULTIMEDIA | Las mujeres piden paso en la Iglesia: "El machismo es antievangélico"
¿Quién se resiste a ceder poder a la mujer en la Iglesia?

Maria del Mar Cugat, secretaria general y cancillera del Arquebisbado de Tarragona. / Eric Renom


Jan Magarolas
Jan MagarolasPeriodista. He trabajado para medios locales en Tarragona como 'freelance': 'Diari de Tarragona', 'Diari Més' y, en el ámbito cultural, en las revistas 'Fet a Tarragona' y 'NW Revista de Reus'.
Maria del Mar Cugat es una de las pocas mujeres en la curia de la Iglesia catalana. Desde septiembre de 2023 ocupa el cargo de secretaria general y cancillera del Arzobispado de Tarragona, uno de los puestos más importantes del organigrama eclesial. Diplomada en Relaciones Laborales, ha sido delegada de misiones y actualmente es la encargada del 'sottogoverno' de la curia tarraconense. Se define como "una mujer de Iglesia". Esta es la primera entrevista que concede.
¿Cuál es la responsabilidad de una secretaria general y cancillera?
La secretaria general es la encargada de las actas y del registro, es decir, se ocupa de toda la documentación que llega al Arzobispado y que debe ser registrada. También tiene que organizar los despachos y ocuparse de enviar el material a las parroquias. La labora de la cancillera es ser la notaria del Arzobispado. Es la que da fe de todos los documentos como autorizaciones, certificados, personas que quieran apostatar, partidas de bautismo... También custodia el archivo. Es un cargo de importancia dentro de la curia; está por encima de cualquier otro y solo por debajo del arzobispo. Además de eso, soy también jefa de personal del Arzobispado.
"El machismo ha estado presente en nuestra institución, pero está habiendo un cambio. La Iglesia tiene que avanzar"
¿De dónde le viene la religiosidad?
De familia, de mi abuela. Mis padres no estaban en contra de la Iglesia, pero no eran practicantes, pero mi abuela sí que lo era y de ella lo saqué. Y he tenido la suerte de casarme con una persona creyente con quien nos hemos acompañado.
Es una de las pocas mujeres que ocupa un cargo tan relevante en la curia.
La Iglesia está avanzando. El machismo ha estado presente en nuestra institución, pero está habiendo un cambio. En nuestra diócesis hace 20 años que se nombró a mujer para ocupar la secretaría general y desde entonces ya son muchos los obispados que han seguido ese camino. Quizás de mujeres canciller no haya tantas. Pero es que la Iglesia tiene que avanzar. Es cierto que mayoritariamente son hombres por el Ministerio Ordenado que tienen, pero se está avanzando. El nombre de la Iglesia es femenino. El Sínodo ha hablado del papel de la mujer y ya se está empezando a reconocer. Esta es una actitud de apertura. Quizás nos falta tiempo, pero no estamos diferenciados del resto de instituciones civiles o empresariales o del mundo del deporte.
"En determinados asuntos la Iglesia ha de abrir su tradición a nuevas realidades porque el mundo de ahora no es el mismo que el de las primeras comunidades"
En este ámbito, ¿hacia dónde tiene que avanzar la Iglesia?
Muchas mujeres ya forman parte de la Iglesia y se reconoce su camino. Yo no sé si el objetivo tiene que ser el Ministerio Ordenado, es decir, reconocer el diaconado femenino. En la Biblia hay un pasaje de San Pablo en el que se habla de una diaconisa. Es verdad que nos estamos centrando mucho en si en las mujeres tienen que acceder al sacerdocio o no, pero no sé si ese es el camino. Primero porque no depende de mí y segundo porque es una discusión que deben tener todos los organismos.
¿Cree que esa presencia mayoritaria de hombres en puestos de decision puede alejar a mujeres y jóvenes de la Iglesia?
Estamos en un momento en el que muchas personas nos han dejado de seguir. Nos tenemos que acercar más a los jóvenes y tenemos que conectar más. No sé si es tanto la figura de la mujer o un cambio de mentalidad, mediante el diálogo, de saber transmitir nuestros valores a los jóvenes. Antes todo el mundo venía a nosotros por la tradición pero ahora se está girando la tortilla. Creo que va más relacionado con el cambio de mentalidad, de expresión, de diálogo y de explicar bien las cosas y, por qué no, que en determinados asuntos la Iglesia abra su tradición a nuevas realidades porque el mundo de ahora no es el mismo que había cuando se crearon las primeras comunidades.
"El camino es el correcto, se está viendo un cambio en la sociedad y nosotros también tenemos que afrontar este camino hacia la feminidad"
¿Cuáles son estas nuevas realidades?
Sabemos que se ha establecido un diálogo sobre la ordenación de la mujer, sobre la acogida de personas que tienen relaciones con personas del mismo sexo, todo esto es un cambio de paradigma en el que la Iglesia no debería tener una mentalidad cerrada. Porque si hablamos en términos de caridad también es hacia aquellas personas que están alejadas de nosotros, ya sea en relaciones del mismo sexo, las mujeres, las migraciones... y se debe velar por estas realidades donde la Iglesia ha de tener una actitud abierta, de caridad y de acompañamiento. Se tiene que conseguir el equilibrio entre la tradición y la innovación. Lo que no podemos hacer ahora es cerrar un libro y abrir otro. La tradición en la Iglesia es la que es y como tal también tiene que evolucionar.
¿Cómo casa la tradición y la innovación en una institución con una historia tan marcada?
Ahora nos estamos planteando la apertura a estas realidades. Es una actitud de escucharnos mutuamente, de entender las instituciones y movimientos. Nos falta poner en común qué piensa el otro. A veces tenemos actitudes muy próximas, pero como no nos hablamos ni escuchamos es imposible entendernos. Uno de los efectos del Sínodo es que se han creado pequeños grupos de estudio en las parroquias y las diócesis. Hemos creado una red hasta llegar a Roma. Esto nos ha ayudado a escucharnos, y yo lo valoro muy positivamente porque muchos han podido decir lo que pensaban. También grupos externos a la Iglesia. Tras esta escucha, hay que hacer una reflexión y ver qué podemos mejorar.
"El diaconato de la mujer podría ser permanente como el del hombre. ¿Qué necesitamos? ¿Hacer la celebración? No lo sé"
¿Cuándo se podrán empezar a ver resultados de los acuerdos del Sínodo?
El proceso todavía no ha acabado y en la Iglesia somos lentos. Pero yo espero que en un tiempo se hayan recogido todas las aportaciones. Estamos en la fase final del Sínodo y ahora hay que hacer una reflexión más. Creo que no tardaremos demasiado a ver los resultados.
¿Cuál es su opinión sobre el diaconato femenino?
Ya hay muchas mujeres en la Iglesia haciendo la celebración de la palabra. El diaconato masculino se ha reconocido y el de la mujer podría ser también permanente. Hay muchas mujeres ocupándose de la gestión, de las unidades pastorales. ¿Qué necesitamos? ¿Hacer la celebración? No lo sé. Ya tenemos un papel reconocido de la mujer y se tiene que seguir trabajando en este sentido. Es un ejercicio de fuerte reflexión.
"Se tiene que reconocer el papel de la mujer, sea ordenada o no, porque la Iglesia la formamos mayoritariamente mujeres"
¿Qué se debería hacer para que esa apertura no se encalle si quien está al frente no se la cree?
No creo que haya que crear unas directrices porque es evidente que hay un cambio de paradigma y cuando se obliga a alguien a hacer una cosa, entonces no la hará nunca. La obligatoriedad no es la solución. El camino que se está haciendo es el correcto, se está viendo un cambio en la sociedad y nosotros también tenemos que afrontar este camino hacia la feminidad.
Ha dicho que era evidente que había un cambio de paradigma. ¿Este cambio en la Iglesia es inevitable?
Sí, es inevitable. El cambio es inevitable porque tenemos las comunidades que tenemos, la crisis de vocaciones que hay. Se tiene que reconocer el papel de la mujer, sea ordenada o no, porque la Iglesia la formamos mayoritariamente mujeres.
"Jesucristo transmitió el mensaje de la resurrección a las mujeres, siempre habló con ellas con normalidad, no había exclusión y así se plasma en la Biblia"
¿Cuál es el papel de la mujer en la Iglesia?
Ya tenemos muchas parroquias donde las contables son mujeres, más allá de las labores de servicio. Además, la mayoría de decisiones se toman entre todos, esto ya es un cambio de paradigma porque ya no hay un rector que mande sobre todo. Es una evidencia que en muchos de los consejos parroquiales hay mujeres y esto es positivo.
Esta Iglesia más femenina se asemeja más a la que practicaba Jesús. Él confiaba en las mujeres.
¡Exacto! Quizás aquí nos hemos equivocado y no hemos sabido transmitir lo que era una realidad. Jesucristo transmitió el mensaje de la resurrección a las mujeres, siempre habló con ellas con normalidad, no había exclusión y así se plasma en la Biblia.
¿Cómo se recibe el cambio que promueve el Sínodo?
Yo creo que positivamente. Ya hace tiempo que se habla de feminidad, del papel de la mujer dentro de la Iglesia, igual que en el resto de instituciones civiles. Tendrá una gran acogida.
¿Se siente comprendida por los hombres del Consell Episcopal?
Dentro de la orden de gobierno me siento muy valorada. Hago las aportaciones igual que el resto. Es cierto que la mayoría son vicarios episcopales, pero puedo aportar mis ideas con total libertad y la toma de decisiones se hace mancomunadamente, con la mayoría de lo que determina el consejo.
¿Los casos de abusos sexuales en la Iglesia se habrían gestionado diferente desde una mirada femenina?
Con el tema de los abusos lo tengo claro: absolutamente tolerancia cero. Tenemos que pedir perdón por todas aquellas actitudes que hayan podido tener algunos de nuestros compañeros, hay que acompañar a las víctimas y tenemos que hacer un ejercicio de reflexión. Tenemos que ser transparentes. No estamos más alejados que otras entidades donde también se han dado abusos, pero la Iglesia produce más escándalo y por tanto tenemos que ser muy fieles a nuestra vocación, cada cual la suya, pero tolerancia cero. Y para mí esta tolerancia cero es una actitud bastante femenina.
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