Derechos de la infancia

Cuatro años siendo familia de acogida: "Aprendes a querer de un modo que no sabías que existía"

Enric Pujol y Gemma Civit relatan su experiencia como padres de acogida de un niño que llegó a sus vidas con 18 meses

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Los niños de menos de seis años que viven en centros tutelados de la Generalitat se han duplicado desde 2018

Gemma Civit y Enric Pujol, padres de familia de acogida.

Gemma Civit y Enric Pujol, padres de familia de acogida. / Elisenda Pons

Elisenda Colell

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"He aprendido a ser más flexible, paciente. A entender otras realidades y otras formas de pensar que creía correctas. He aprendido que las familias perfectas no existen y que debes permitirte caer", explica Enric Pujol, padre de dos hijas biológicas y un hijo de acogida. Junto a su pareja, Gemma Civit, son unas de las 787 familias de acogida de la Generalitat: madres y padres que acogen durante un tiempo en su casa a niños hasta que puedan volver con sus padres biológicos. La Generalitat busca duplicar la cifra para evitar que no haya niños menores de seis años viviendo en centros tutelados. "No diré que todo es fantástico porque realmente es una montaña rusa. Pero no se necesitan familias perfectas, se necesitan familias que quieran", apunta Civit.

"No diré que todo es fantástico. Pero no se necesitan familias perfectas, se necesitan familias que quieran"

Gemma Civit

— Madre de acogida

Pujol y Civit decidieron ser familia de acogida en 2020, poco después de estallar la pandemia del coronavirus. Ya tenían dos hijas, que entonces tenían 4 y 9 años. "Mis hermanas son adoptadas y tenía esa inquietud. No de volver a ser padre, sino de tratar de ayudar. Sabía que existía esta realidad y pensaba que la familia que ya habíamos creado podría ser útil para estos niños", cuenta Pujol. Después de diez meses de trámites y de valoraciones de la Generalitat, en este caso un proceso gestionado por una entidad social subcontratada, en 2021 un niño de 18 meses se incorporó a sus vidas.

Una mochila de frustración

"Recuerdo los nervios de la llamada cuando nos dijeron que ya nos habían asignado al niño, y aquel sobre con las dos fotos del niño. Desde el momento en que le pones nombre y cara, ese niño ya está con nosotros, es uno más de la familia", cuenta Pujol. En su caso, primero fueron familia de acogida simple, para después convertirse en permanente. El niño no tiene sus apellidos y permanecerá con ellos hasta que los técnicos del Govern lo consideren.

"Es una montaña rusa, porque a pesar de que es muy pequeño tiene una mochila de lo que ha vivido. Pero es muy bonito ver cómo va evolucionando, cómo va creciendo y se va recuperando", cuenta Civit. "Notas que el nivel de frustración es muy bajo, tiene reacciones inesperadas porque todo el proceso empezó desde el embarazo con la madre, que no fue correcto", sigue.

"Desde el momento en que le pones nombre y cara, ese niño ya es uno más de la familia"

Enric Pujol

— Padre de acogida

Durante mucho tiempo, Pujol y Civit han tenido que estar pendientes de los encuentros quincenales del niño con la madre biológica. A día de hoy ya no se producen, porque así lo han determinado los técnicos de Drets Socials. "Yo entiendo a esa madre... al principio nos traía ropita y se la poníamos el día de la visita. Le hacíamos un diario de lo que había hecho el niño cada día, con fotos de algunos momentos", explica ella.

"No deberías encontrártela pero, quieras o no, te la cruzas. Yo me la encontré por la calle y me pidió si le podía dar un beso a la niña. ¡Pues claro! Al final, piensas en ella como madre y claro que quiere lo mejor para su hijo", cuenta por su parte Imma Espín, también madre de acogida.

Más medios

Las familias de acogida piden más medios y que se les escuche. "Estos niños tienen un gusanito dentro que les dice 'a ti te abandonaron, tú no sirves para nada' y necesitan ese apoyo para que sigan adelante, porque no entienden por qué les ha ocurrido a ellos", señala Espín.

La familia de Pujol y Civit, con el tiempo, han conocido al hermano mayor de su ahijado, que hoy ya tiene 19 años. "La mayoría de edad es un problema, porque de repente cobran la ayuda de extutelados de golpe, nadie les ayuda... hemos tratado de ayudar al hermano y siempre que tiene un problema nos llama. Pero debería haber más ayudas para ellos", pide Civit.

Civit no se arrepiente de la decisión tomada. "Solo necesitan aquel beso de buenas noches. Aquel cuento... El dinero no es tan importante. Hay familias que tienen un cuarto para los tres hijos. En el centro tutelado eran 10. Solo hay que darles una infancia normal. Que tengan la oportunidad de recibir amor, cariño y afecto", sigue la madre. Ella, asegura, ha descubierto otra forma de querer. "Te hace querer de una forma que no sabías que existía, que no sabías que tenías".

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