Tragedia en Valencia
Un gigante de los mares para auxiliar al pueblo valenciano: así es el buque 'Galicia'
Es una base naval flotante de la Armada con 315 hombres y mujeres a bordo que socorren "por tierra, mar y aire" a la población afectada por la DANA
"Tengo a muchos amigos metidos en el fango ayudando y yo no podía quedarme fuera de la misión", dice el capitán y piloto de helicópteros valenciano Jorge Castillo
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El buque de asalto anfibio Galicia (L51) que desde este lunes está amarrado en el puerto de València para participar en la ayuda a los afectados por las inundaciones de la DANA, es uno de los gigantes de los mares de la Armada. Sus 160 metros de eslora de proa a popa equivalen a dos veces y media la altura del Micalet, y es como un gran edificio flotante de 7 plantas con un total de 11 cubiertas, seis de ellas sumergidas desde la quilla hasta la línea de flotación en sus seis metros de calado y otras cinco cubiertas en altura que suman otros 15 metros sobre el nivel del mar.
Este coloso de acero que desplaza cerca de 14.000 toneladas y dispone de un hospital propio con 8 camas UCI, dos quirófanos, sala de rayos X y laboratorio, llega con dos helicópteros Sikorsky SH-60F Ocean Hawk de la 5ª Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves de la Armada, dos lanchas de desembarco LCM del Grupo Naval de Playa por si hubiera que desplazar material y personal a zonas de costa con difícil acceso, y dos vehículos ligeros y siete camiones del Tercio de Infantería de Marina, con comida, agua y suministros para la población que incluyen hasta pañales y potitos para bebés.
"Ilusión por ayudar"
Pero su verdadero tesoro es la "ilusión por ayudar" de los 315 hombres y mujeres de la Armada que lleva a bordo, explica el alférez de navío José María Cordero, un joven madrileño de 23 años que el pasado julio se graduó en la Escuela Naval de Marín y afronta su primera misión humanitaria en un buque que desde que comenzó a surcar los océanos en 1998 se ha convertido en un referente en el auxilio a la población víctima de catástrofes. El Galicia ha estado en Centroamérica tras las inundaciones causadas por el huracán Mitch (1998) y en Indonesia tras el tsunami de 2005. También participó en las tareas de limpieza de la contaminación causada por el hundimiento del Prestige en 2002 y durante la pandemia de 2020 prestó soporte sanitario en Melilla y Ceuta contra el COVID-19 y el año pasado se desplazó a Turquía para dar apoyo tras el terremoto. Es una auténtica base flotante de la Armada, "con medios para auxiliar por tierra, mar y aire a la población víctima de una catástrofe y que, si fuera necesario, podría alojar hasta 800 militares", detalla el oficial.
La misión de auxilio a las inundaciones de Valencia que presta el buque Galicia está compuesta por 104 Infantes de Marina, 36 marinos del Grupo Naval de Playa y 25 marinos de la Unidad Aérea Embarcada, junto a una tripulación del buque integrada por 150 personas. Entre ellos hay algunos valencianos como el capitán Jorge Castillo, piloto de helicópteros de la 5ª Escuadrilla, que nació en Torrent hace 36 años y tras una década y media en la Armada afronta su primera misión humanitaria con el corazón dividido entre la pena y la ilusión. "Por una parte siento tristeza, porque al final lo que estamos viendo es mi tierra y la verdad es que esto va a tardar tiempo en recuperar la vida normal, pero, por otro lado, estoy contento porque nunca había estado aquí volando y ahora tengo la oportunidad de estar ayudando y apoyando a la gente que tan mal lo está pasando y que tanto esfuerzo está poniendo de su parte", relata el capitán.
"Tengo a muchos amigos metidos en el fango"
La activación de su unidad el pasado viernes 1 de noviembre le cogió de permiso en Silla, localidad en la que reside junto a su mujer Maite, que es veterinaria y este lunes tenía que haber empezado a trabajar en una clínica de Catarroja que ha quedado completamente arrasada por la inundación. No dudó ni un segundo en presentarse voluntario. "Llamé a mi jefe y le dije que contase conmigo sí o sí, tengo a muchos amigos metidos en el fango ayudando en el día a día y yo no podía quedarme fuera del despliegue", explica Castillo, quien estaba esperando a que el Galicia echara el ancla en el muelle de cruceros del Puerto de València para subir a bordo.
La ilusión del piloto valenciano es un todos a una en el Galicia, relata el alférez de navío Cordero, "todos queríamos venir a ayudar y por eso el 1 de noviembre, a pesar de ser un día festivo y tratarse de unidades repartidas en dos bases, pues el buque y la 5ª Escuadrilla están en Rota y el Grupo Naval de Playa y el Tercio de la Armada en San Fernando, apenas 14 horas después de activarnos nos echábamos a la mar rumbo a València".
Los dos halcones del océano de la 5ª Escuadrilla, unidad cuya divisa es "No hay quinta mala", son una de las capacidades avanzadas del Galicia que le permite desarrollar misiones logísticas de transporte de material y personal, así como las tareas de reconocimiento que les está asignando la Unidad Militar de Emergencias (UME), que es quien coordina a las aeronaves de los tres ejércitos y de la Guardia Civil que participan en el despliegue. "Ahora mismo ya ha pasado la etapa de poder rescatar a gente con vida, por lo que nos están encomendando tareas logísticas de llevar víveres, agua y personal para trabajar en zonas de difícil acceso, así como de reconocimiento de barrancos y cauces en busca de personas desaparecidas, pues con todo lo que ha arrastrado la fuerza de la inundación están llenos de vehículos con signos de haber sido arrastrados", explica el capitán Castillo.
"Esta mañana en un vuelo de 2 horas por zona entre Torrent, Calicanto, Montserrat y Masía Pavía en Turís, hemos estado reconociendo los barrancos y hemos encontrado una docena de vehículos en medio de los mismos. Por suerte, los que hemos visto no parecían tener dentro señales de cuerpos, sino simplemente vehículos cuyos ocupantes a lo mejor pudieron abandonarlos a tiempo en vistas a lo que venía", detalla. Las imágenes de la devastación que ha visto desde el helicóptero le han impresionado: "son muchas las zonas arrasadas, además, se ve como las lenguas de agua han ido arrasando y arrastrando todo lo que pillaban a su paso y adaptándose a las vaguadas".
Factor emocional
El "factor emocional" está omnipresente en esta misión de ayuda a la provincia de Valencia, cuentan desde el puente de mando del Galicia los cabos primeros de la Armada Roberto Romero y Vanesa Cámara. Roberto es de Sevilla, pero Valencia forma parte de sus recuerdos de infancia, pues su padre era de Gandia y aún tiene familia en la capital de la Safor, donde pasaba los veranos de niño. Un vínculo que "incrementa más, si cabe, mis ganas de ayudar", narra este marino que participó en la misión de socorro a Turquía tras el terremoto de 2023. Vanesa, que es de Burgos y ya estuvo en la operación Balmis de apoyo a Ceuta y Melilla durante la pandemia, también incide en que "estar en casa, ayudando a la gente de tu país, no es lo mismo que participar en una misión humanitaria en otra parte del mundo por mucho que te esfuerces igual, pues nuestra preparación no solo es de Armada de guerra, ya que también incluye ayudar y solucionar los problemas de la ciudadanía".
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