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David Pastor Vico, filósofo: "Los países que mejor van en PISA tienen sistemas educativos dementes"
Defensor a ultranza del juego infantil en la calle, el divulgador pide un modelo escolar que huya de la presión y la hipercompetitividad
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El filósofo y divulgador David Pastor Vico, en madrid, tras la entrevista con EL PERIÓDICO. / Jose Luis Roca


Olga Pereda
Olga PeredaPeriodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
‘Era de idiotas’ (editorial Ariel), del filósofo y divulgador David Pastor Vico, es una bofetada a la generación de madres y padres presuntamente mejor preparados de la historia. Familias que leen sesudos ensayos sobre crianza y que, sin embargo, roban a sus hijos e hijas el mayor de los tesoros: jugar en la calle. ‘Idiota’ no es un insulto. En la Grecia clásica, era el término con el que se referían a los ciudadanos que no participaban en la vida pública. Ese es, según Vico, uno de los grandes problemas de nuestra era: el ‘yo’ se ha impuesto al ‘nosotros’. Padre de dos niñas, que son el motivo fundamental de haber escrito el libro, el autor reclama que la infancia retome las calles y regrese a casa con heridas en las rodillas.
Asegura que las madres y los padres están educando y protegiendo a sus hijos con "paradigmas mojigatos". ¿Por qué?
Tengo 48 años y soy de la generación que se crio entre la década de los 70 y los 80, años peligrosos porque el consumo de heroína y los hurtos estaban a la orden del día. Nos encontrábamos jeringuillas en las esquinas y nos robaban el dinero que nos daban en casa para comprar el pan. Sin embargo, terminábamos la escuela y nos íbamos directamente a jugar por el barrio. El índice de delincuencia ha bajado casi un 45% respecto a esa época, pero no nos fiamos de la calle y preferimos que nuestros hijos estén el sofá con un teléfono móvil cuando el verdadero peligro está en ese dispositivo. Si un vecino nos anima a que nuestro hijo vaya a su casa para jugar con los suyos desconfiaríamos y pensaríamos que es un depredador sexual.
"Hoy en día no nos fiamos de la calle y preferimos que nuestros hijos estén el sofá con un teléfono móvil cuando el verdadero peligro está en ese dispositivo"
¿De quién es la responsabilidad de que eso esté pasando?
No hay un único culpable. Hemos comprado un modelo de vida impuesto por la realidad política, económica y social. Desde los años 90, seguimos ganando lo mismo pero nos hemos convencido de que somos clase media y nos lleva a pensar que tenemos que adoptar un modo de vida propio de las clases medias. Llevamos a nuestros hijos a un colegio privado y le llenamos la agenda de extraescolares, aunque trabajemos el triple para poder pagárselo. Les sacamos de su entorno natural, su barrio. Nuestros hijos no conocen a sus vecinos… Se nos ha olvidado que BUP y COU [sistema escolar de la generación EGB] ha sido el primer modelo educativo que ha permitido que los niños de la llamada clase obrera hayan ido a la universidad y hoy sean profesionales de primer nivel.
¿Cómo es el modelo actual?
Volvemos a las universidades privadas de élite, los doctorados y las estancias en el extranjero. Solo los que tengan la posibilidad de pagar todo eso se convertirán en profesionales de primer nivel mundial.
"Si los niños no juegan en la calle, ¿cómo van a desarrollar sus habilidades sociales, que son las que les permiten valerse, negociar, pactar y liderar?"
Afirma que estamos hipotecando el futuro de nuestra especie porque la infancia ya no juega en la calle. ¿Tan grave es?
Los problemas que tenemos encima, desde la crisis climática hasta la guerra fría latente, la polarización política y los movimientos de extrema derecha, no son problemas científicos ni sociales ni políticos. Son problemas éticos.
¿Qué implica eso?
Que solo se pueden dirimir en el modo en el que nos relacionamos, la ética. Es decir, la ciudadanía y la igualdad. Si los niños no juegan ¿cómo van a entender que los otros son iguales que ellos? Si no están en la calle ¿cómo van a desarrollar sus habilidades psicomotrices y sociales, que son las que les permiten valerse, negociar, pactar, liderar o someterse a una disciplina? Si no conocen su entorno ¿cómo van a desarrollar un pensamiento crítico? Nadie aprende solo, necesitamos a los demás. La capacidad de razonar sobre este mundo es un proceso que se da desde los 6 meses o un año hasta los 14, 15 o 16 y gracias al juego. Solo así se consigue gente capaz y crítica.
"¿Qué es esto de meterles clases extraescolares hasta reventar? Niños de 6 años que van a clase de chino, ¿en serio?"
Hablemos de los omnipresentes móviles. Muchas voces piden no demonizar la tecnología y que el camino es la educación en lugar de la prohibición.
Si viviéramos en el mejor de los mundos posibles, los maestros de infantil y primaria tendrían tiempo para enseñar a los niños el uso correcto de la tecnología, los padres tendríamos mucho tiempo para formarnos en cómo introducir la tecnología en el hogar y las empresas tecnológicas serían conscientes del daño que hacen en nuestros hijos y pondrían medidas para que no sucedería. ¿Vivimos en el mejor de los mundos posibles? No.
Habla muy bien del sistema educativo de Finlandia, que, sin embargo, ha pinchado en la última edición de Pisa.
En el libro digo que cuidado con los finlandeses porque cuando pierdan la voluntad de confianza en los demás y de involucrarse activamente en la política social de su país, reinará el individualismo y vendrá un oportunista. Eso es lo que ha pasado. Un empresario ha llegado a la política y está manipulando el sistema educativo. La población finlandesa, muy pagada de sí misma, no le está poniendo freno.
"En Singapur, los padres quieren hijos fuera de serie. No se contentan con una nota de 9,5, exigen un 10"
Los países que mejor nota sacan en PISA son Singapur, Shanghái, Corea del Sur y Japón, pero a usted no le gustan nada estos sistemas educativos. ¿Por qué?
Son países que vieron los resultados de Finlandia y decidieron que también querían que sus alumnos fueran los más brillantes. En lugar de copiar un modelo educativo basado en el ‘nosotros’ y la colaboración, con profesores de matemáticas a los que también les gusta la música y la poesía, lo basaron todo en la hipercompetitividad de los alumnos. En Singapur, los padres quieren hijos fuera de serie, no se contentan con una nota de 9,5, exigen un 10. Llega septiembre, mes en el que se celebran los exámenes de accesos a la universidad, y a las autoridades de Japón se les abren las carnes porque es el mes con más suicidios. Es una locura. Han querido imitar los resultados sin copiar el proceso.
No se puede adoptar el modelo educativo de otros, cada país tiene sus características propias.
De acuerdo, cada Estado tiene su idiosincracia. Pero una cosa es que adoptes el modelo y otra cosa es que te cagues en él. Ellos han generado un sistema individualista y competitivo que ha derivado en un estrés descomunal sobre el alumno. Son sistemas dementes. El resultado es que muchos jóvenes se quiebran bajo esa presión y se encierran en casa. En Japón se les llama ‘hikikomori’ y pueden rondar el millón de chavales. Solo hay dos maneras de salir de ahí: con tratamiento psiquiátrico o con los pies por delante, no hay otra. Es un absoluto drama. Veamos ahora lo que pasa en España con el suicidio juvenil. ¿Qué modelo tenemos? ¿Qué es esto de meterles clases extraescolares hasta reventar? Niños de 6 años que van a clase de chino, ¿en serio?
Las extraescolares tienen parte positiva también.
En un mundo ideal donde nuestros hijos salen de la escuela, van a comer a casa, hacen pocos deberes, leen mucho y juegan en la calle es fantástico tener un par de extraescolares en el barrio a la semana. Ahora bien, un niño que sale corriendo del colegio, hace los deberes mientras come o cena y tiene que ir a dos clases de inglés a la semana y otras dos de informática… ¿Dónde está el juego en ese niño? ¿Dónde están sus habilidades sociales? ¿Dónde está su manera de entender el mundo?
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