Derechos humanos
Las familias musulmanas reclaman entierros dignos en Catalunya: "Necesito tener cerca a mi hijo pero no puedo"
El padre del pequeño Mamadou Baldé, fallecido en Alcarràs, lamenta haberlo tenido que enterrar a 30 km de casa por la falta de un espacio islámico en el cementerio local
A día de hoy, apenas existe una decena de cementerios islámicos en Catalunya y no todos están abiertos a personas no empadronadas en la ciudad
Los musulmanes reclaman su sitio en los cementerios catalanes
"Me obligaron a meter a mi hijo en un nicho"

Un grupo de mujeres musulanas de Figueres visitan las tumbas de sus seres queridos en el cementerio de Collserola, en Barcelona. / jordiotix


Elisenda Colell
Elisenda ColellPeriodista
Redactora de desigualdades y exclusión social. Premio 'Montserrat Roig', por mención especial del jurado (2024). Crecí en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
Sus hermanas atesoran una caja con sus cosas: un coche teledirigido, dibujos, cuadernos de la escuela, medallas… el recuerdo de Mamadou Baldé, un niño de siete años que este verano murió ahogado en la piscina de Alcarràs (Segrià, Lleida), sigue inundando de lágrimas a su familia. "La muerte de mi hijo es otra muestra de la discriminación que sufrimos los inmigrantes", señala Souleymane Baldé, su padre. La falta de cementerios islámicos en Catalunya les obligó a enterrarle a más de 30 kilómetros de su localidad. Una situación que afecta a todos los musulmanes en Catalunya y que la comunidad islámica considera un agravio.
A día de hoy, apenas existe una decena de cementerios islámicos en Catalunya. Y no todos permiten enterrar a personas que no estén empadronadas en la ciudad. Otros, como el de Tarragona, ya está lleno. Terrassa, Mataró, Manresa, Salt u Osona, ciudades con un importante número de población musulmana, aún no disponen de estos espacios y los propios fieles se están planteando construir un cementerio islámico privado. "Se han hecho estudios geológicos en algunos terrenos pero el problema es que es muy caro, no lo podemos asumir", cuenta El Ghaidouni.
A Baldé se le corta la voz cuando recuerda a su hijo. Llegó a España en 2012 desde Guinea Konakry, ha trabajado diez años en el campo sufriendo, cuenta, humillaciones, engaños y sin cobrar. "Pero la muerte de Mamadou es de lo peor que he vivido", afirma el hombre, que ahora trabaja de camionero. "Cada día nos hacíamos videollamdas, yo le enseñaba a mi hijo por dónde conducía", recuerda el hombre, compungido, cuatro meses después del fallecimiento. "Ahora necesito estar con él, sentirlo cerca, ir a verle cada día, pero no puedo", se queja.

Mamadou Baldé, en un retrato que conserva su familia. / Elisenda Colell / Elisenda Colell
El niño está enterrado en Les Borges del Camp, a 36 kilómetros de Alcarràs, media hora en coche. "Algunos dirán que es poco pero para los que no tenemos nada, ver a nuestro hijo es un lujo que no nos podemos permitir cuando queremos", lamenta el padre. Este el único cementerio en la zona de Lleida que permite enterrar según el rito islámico: bajo tierra y en dirección a La Meca. La madre, con los ojos entelados, es incapaz de articular palabra cuando ver una foto del niño. El padre se plantea mudarse al municipio donde está enterrado el niño. "Si no, no creo que lo soporte", reconoce. "Es una discriminación muy grande", se queja la hija, Rougui Baldé, de 17 años.
"Hay casos como el de Mamadou a diario. Los que pueden pagarlo, terminan en cementerios privados islámicos en Valencia o Zaragoza"
Mamadou Balde murió en la UCI pediátrica del Hospital Vall de Hebrón la madrugada del 10 de julio, después de ser rescatado de la piscina, asistido por el Sistema d’Emergències Médiques y los facultativos del hospital Arnau de Vilanova de Lleida. El padre tuvo que costear el transporte del cadáver hasta el tanatorio de Alcarràs, la ceremonia del lavado del cuerpo, el transporte hasta Les Borges y el posterior entierro. Más de 4.000 euros que, a pesar de algunos donativos, aún debe devolver con intereses. El hombre, además, sigue sin saber las causas de la muerte del niño, aunque sospecha que hubo una cadena de errores y se tardó demasiado en reaccionar.
"Nosotros, los inmigrantes, vivimos aquí de rodillas. Nos toca cerrar los ojos, los oídos y la boca", asume Souleyman. "Mi hijo nació en Catalunya, pago todos mis impuestos aquí y vivo trabajando. ¿Por qué no podemos enterrarle aquí? ¿Qué hemos hecho mal?", se queja el padre.
El proyecto de un cementerio propio
Su drama no es único en Catalunya. Cientos de familias musulmanas pasan por lo mismo. En abril, un hombre sin hogar falleció en una furgoneta en Montcada. Era un habitual en la mezquita, pero el consistorio no autorizó una sepultura islámica porque no disponía de ningún lugar habilitado. La mediación de la Unió de Comunitats Islámiques de Catalunya (UCIDCAT) permitió el entierro en una tumba islámica del cementerio de Collserola, en Barcelona, con fondos de beneficiencia.
"La gente que hemos hecho raíces en Catalunya, que tenemos a nuestros hijos aquí… queremos ser enterrados aquí, estar cerca de los nuestros"
"Hay casos como estos a diario y comprenderás que no podemos ir pidiendo favores cada día", lamenta Mohamed El Ghaidouni, presidente de UCIDCAT. Los que pueden pagarlo, terminan en cementerios privados islámicos en Valencia o Zaragoza. El coste supera los 3.500 euros. "Es una discriminación enorme que unos ciudadanos que llevan toda la vida en una ciudad no puedan ser enterrados allí. No pedimos un trato de favor, solo que se cumplan los derechos fundamentales. Es voluntad y responsabilidad de nuestros políticos”, insiste El Ghaidouni.
Raíces en Catalunya
Actualmente, una gran parte de musulmanes residentes en Catalunya pagan un seguro para repatriar su cadáver cuando mueran y ser enterrados en su país de origen. "Pero cada vez serán menos: la gente que hemos hecho raíces en Catalunya, que tenemos a nuestros hijos aquí… querremos ser enterrados aquí, estar cerca de los nuestros. Necesitamos planificación porque en 15 años no va a haber otro país al que ir y nos preocupa enormemente esta falta de sensibilidad", se queja El Ghaidouni, que recuerda que en Catalunya residen 700.000 musulmanes.
También Mostafá Benelfassi, síndic municipal de Terrassa, encuentra inconcebible esta falta de tumbas islámicas. "Es una vergüenza: pagamos nuestras tasas municipales como el resto de vecinos pero no tenemos el derecho a una tumba", y recuerda que el convenio de 1992 entre España y la Comisión Islámica dice que hay que garantizar estos entierros. Este diario se ha puesto en contacto con la dirección general de Asuntos Religiosos de la Generalitat, que ha aducido que este asunto es competencia de los ayuntamientos.
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