CASTILLA Y LEÓN

El pueblo "embrujado" a una hora de Madrid que es perfecto para hacer una visita en Halloween

La Lastra, situada entre Ávila y Madrid y que quedó deshabitada después de la Guerra Civil, apenas mantiene en pie la espadaña de la iglesia y varios muros de piedra de viviendas semiderruidas

Vista de la entrada al pueblo abandonado de La Lastra, en el límite entre Ávila y Toledo

Vista de la entrada al pueblo abandonado de La Lastra, en el límite entre Ávila y Toledo / DAVID RAW

Roberto Bécares

Roberto Bécares

La Lastra (Ávila)
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La Lastra, justo en el límite de Ávila y Madrid, en plena Sierra de Guadarrama, llegó a tener 200 habitantes en su día, pero durante la Guerra Civil el pueblo quedó destrozado y sus vecinos abandonaron las casas a su suerte. Ahora quedan las ruinas, visitadas de ves en cuando por senderistas y por amantes de lo paranormal. "Yo vi una sombra pasar por detrás, como por mi espalda", dice Ana, periodista jubilada que pasea con su perro y su marido y vino aquí hace unos años.

En la actualidad, se mantienen varios muros de viviendas bajas -incluso una de ellas ha sido convertida en cobertizo cubriendo el techo con tejas de barro-, presididas por la espadaña de la iglesia -lo único que queda de la ermita- que las zarzas y la vegetación han ido fagocitando a lo largo de las últimas décadas. 

La aldea, que depende administrativamente en parte del Ayuntamiento de Peguerinos (Ávila) y en la otra del de Santa María de la Alameda (Madrid), es testigo mudo del paso de los senderistas que recorren una ruta que tiene el propio nombre de la pedanía, situada a más de 1.400 metros de altura, y que ha salido recientemente a la venta por 900.000 euros.  

"Ubicación espectacular"

"Pueblo en ruinas, pero la ubicación es espectacular. Es la zona de turismo más demandada de toda la Comunidad de Madrid, ya que se puede observar incluso la Sierra de Gredos. Las propiedades en venta son 23 parcelas de un total de 40. 4.144 metros cuadrados de un total de 6.785", reza el anuncio publicado en el portal inmobiliario especializado Aldeas abandonadas, donde no se explica qué pueblo es, pero es fácil localizarlo por las indiciaciones que se dan: "A 72 kilómetros de Madrid. Entre Peguerinos y Santa María. Precio de salida 900.000 euros". 

Pocos en Santa María, en el que costaba ver un alma este viernes por las calles, saben que la pedanía, o lo que queda de ella, está en venta. "Pues no sabía nada, la verdad, y yo soy uno de los que tiene ahí unas tierras, pero en el lado de Madrid", explica José, el dueño del restaurante-hotel El Cuartel, al que llegamos zigzagueando por una carretera en buen estado, pero con más curvas que un circuito de motociclismo. 

"Para llegar a La Lastra tenéis que salir del pueblo, pasar un pinar, que dejáis a la derecha, y luego cogéis el camino". El camino es más bien un pedregal lleno de baches, y el coche -o más bien el que lo conduce- se las ve y se las desea para llegar sin (apenas) daños en el vehículo. 

Un lugar con leyendas perfecto para Halloween

A primera hora ha lloviznado, pero el cielo se ha ido clareando y ahora unos tenues rayos de sol acarician la piel, pero hace rasca. Por entre los muros, andando por los vericuetos que permite la vegetación, pasean a Ana y Antonio, residentes en El Escorial. Al ver que no había níscalos por los pinares cercanos se habían acordado de la excursión a La Lastra que hicieron hace unos años y habían vuelto. "Habíamos venido con un grupo de unos amigos", recuerda Ana, "y debía ser como esta hora, cerca del mediodía, cuando la vi [la sombra]. El pueblo tiene muchas leyendas por todo lo que ocurrió en la Guerra Civil". 

Antonio ladea la cabeza, no muy convencido, mientras degusta varias moras de las zarzas, que están "buenas ya, muy frescas". "Vinimos con un grupo que cree en esas cosas, pero eso de los fantasmas que dicen que hay, no sé. Hay mucha gente que habla de que se llamaba a algunas vecinas brujas por el bocio [un crecimiento irregular de la glándula tiroidea que deforma la cara]. En esta zona hay mucho manantial que, como apenas tiene recorrido y no se ha mineralizado el agua, no tiene yodo, de ahí que vecinos de la zona desarrollaran esa enfermedad. También se les caían los dientes", cuenta el hombre, también jubilado. 

Lo cierto es que hay todo tipo de leyendas y habladurías sobre el pueblo. Que si está embrujado [lo que lo hace una perfecta visita para Halloween]. Que si había aquelarres de brujas aquí hace siglos, lo que explicaría que en algunos sitios de la aldea no creciera la hierba, o la del fantasma de una anciana a la que su hijo dejó morir sola y desde entonces vaga por el pueblo. 

Zona de pasto de vacas

"Pues yo he pasado muchas noches aquí con mi ganado y no he visto nada raro", comenta otro jubilado de paseo por el pueblo al que no sonsacamos su nombre, pero que sí es socio de la sociedad que ha puesto los terrenos en venta y entre cuyos propietarios hay varios ganaderos. El despoblado es zona de pasto de vacas, como atestiguan varias boñigas frescas repartidas por aquí y por allá. "Yo lo conocí cuando estaban las casas levantadas, pero ya se lo han llevado todo, vinieron con máquinas a llevarse las piedras de las casas y de las calles", explica mientras señala varios 'adoquines' que sí se mantienen y que apenas son visibles por la maleza que ha ido creciendo del suelo. 

Cuevas donde se escondían en la Guerra Civil

"Aquí había una calle que llevaba al caño, que era donde estaba el manantial, y entre aquellas zarzas había dos cuevas donde los vecinos se escondían durante la Guerra Civil", prosigue mientras señala un prado tras unos muros el jubilado, que no sabe muy bien si alguien tendrá interés por aquellas tierras perdidas de la mano de Dios, entre las que está una finca privada, coto de caza, que tiene en su interior varias calles del pueblo.

"Eso es un problema para el que lo comprara", comenta otro paisano que va con él de paseo, "porque las calles no son privadas, son del Ayuntamiento". "Lo poco que quedaba lo han ido expoliando y el resto se ha ido cayendo", lamenta José, en el bar, que dice que la ruta de La Lastra tiene cierto tránsito de senderistas, como también ocurre con las cercanas del Hornillo o la Peña del Águila. 

También asegura que cuando el pueblo sale alguna vez en Telemadrid o en otro canal viene algún curioso que otro a ver si es verdad lo de las brujas. "Hay gente que ha venido a grabar psicofonías", comenta un parroquiano que se está tomando un café en la barra. 

"Ha venido mucha gente que le gusta la parapsicología, sí", confirma por teléfono Arturo, un escultor del pueblo que asegura que la leyenda de que había aquelarres en La Lastra provenía de lo que llaman el coro de las brujas, una formación circular de setas que hacía que no creciera la hierba en su interior. "Otra cosa que se decía es que había una especie de Poltergeist, de que fue una señora a coger un dinero que no era suyo de un desván de una casa y la empezaron a caer objetos. Yo he ido mucho y nunca he visto nada raro", cuenta el escultor. "Más bien al contrario, me da buen rollo ir allí".