Sucesos

Redes internacionales quieren mover grandes volúmenes de droga en la temporada de esquí

Las bandas contratan a jóvenes que, con ropa y material de marcas caras, trasladan en vehículos de gama alta enormes cantidades de cocaína y pastillas sin levantar sospechas en medio de largas colas

Más de 15.000 euros por viaje, 1.000 por avisar en caso de peligro

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Una enorme retención de vehículos de camino a las estaciones de esquí durante la pasada temporada

Una enorme retención de vehículos de camino a las estaciones de esquí durante la pasada temporada / PILAR MÁRQUEZ

Josep Lluís Micó

Puigcerdà
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Las redes internacionales de narcotráfico confían en la temporada de esquí para introducir en Europa grandes cantidades de estupefacientes -cocaína, drogas de diseño, hachís- a través de las carreteras del norte de Catalunya. Hasta hace poco, estas organizaciones continuaban empeñadas en intentarlo por el paso fronterizo de La Jonquera, en el Alt Empordà. También elegían esta opción pequeños delincuentes que viajaban a Marruecos por su cuenta para vender hachís a los países del centro y norte del continente.

A menudo, la aventura terminaba en fracaso. La Guardia Civil les pillaba y los detenidos eran juzgados y condenados por la Audiencia de Girona a decenas de años de cárcel. Por ello, los responsables de las bandas están desplazando su interés al Alt Urgell y la Cerdanya. «Nos sorprendía que los patrones que seguían a los traficantes que eran interceptados en la AP7, en La Jonquera, fueran tan evidentes», recuerda Juan, un agente, ya retirado, que había sido destinado en el Alt Empordà.

«Si llevaban pastillas o torta, los transportistas, hombres de mediana edad, solían ir solos. Conducían buenos vehículos y tenían un aspecto que no se correspondía con el perfil de las personas que pueden permitirse automóviles de gama alta», añade.

Cómo pasar inadvertidos

Un colega de este guardia, en activo aunque de servicio en el sur de España, Antonio, señala: «Estos tipos no tenían nada que ver con los desgraciados que llevaban coches viejos y destartalados, y que se te presentaban a los controles nerviosos y con hedor a porro. Habían bajado al moro —expresión de jerga que se utiliza para referirse a las incursiones en el Magreb para hacerse con cannabis— con tanta ilusión como inconsciencia». Y bromea: «En la segunda pregunta que se les formulaba, los pobres diablos ya confesaban».

Los mayores volúmenes de sustancias prohibidas entran en la Península Ibérica en barco y, en menor medida, en avión. América Latina provee a Europa de cocaína; África, de hachís; y la heroína viene principalmente de Asia. En cualquier caso, cuando las redes ya tienen este material en sus almacenes, les quedan muchas gestiones por hacer, y no son sencillas.

El transporte por carretera o autopista se complica si es necesario superar lugares blindados como La Jonquera. En consecuencia, los narcos han tenido que encontrar soluciones para que sus correos -los chóferes- pasen inadvertidos.

Difícilmente se sospecha de una pareja joven, con un peine saludable, ropa de marca, a bordo de un Audi, un Mercedes, un Volvo o un BMW, preferentemente blanco o de algún color discreto, y que va equipada para disfrutar de un fin de semana en una estación de esquí, o que regresa a casa después de un puente en la nieve», revela un extraficante barcelonés que actualmente vive del negocio de las apuestas online, Paco.

«La situación, hoy, es muy distinta a lo que ocurría en mi época», insiste, porque, pese a que el modus operandi es similar al anterior, se ha modificado la caracterización de los actores y las rutas escogidas para el tráfico. La C-16 y la C-17 desembocan en las instalaciones de La Molina, Masella, Guils Fontanera, Lles y Aransa. Estas dos están conectadas, y en la segunda se puede acceder por la C-13.

Actores interpretando un papel

La ficción que las bandas quieren crear es esta: un chico y su novia, catalanes o franceses, acuden a un municipio con estación de esquí para practicar este deporte durante unos días. Por eso, van juntos, con el vestuario, los complementos y accesorios adecuados. «Tienen que aparentar que son de buena casa. No importa si no lo son. De hecho, raramente se localiza a alguien con dinero que se avenga», comenta Antonio, el guardia todavía en ejercicio.

Los correos deben fingir. Es probable que no sean pareja en la vida real, y quizás ni siquiera han estado nunca en la nieve. Lo único que les piden las mafias internacionales es que interpreten correctamente su papel, que consiste en ser invisibles entre una multitud que se asemeja a ellos. O, mejor dicho, en su nuevo look. O en su identidad fugaz. Como siempre, la droga se oculta en dobles fondos en el motor, las puertas, el maletero u otras partes de los vehículos.

«Aquel francés con el que me líe me prometió que no sabía lo que había escondido en el coche que le habían dejado. Lo imaginaba, pero no estaba seguro», insiste Ana, una camarera de la Cerdanya que estuvo «dos noches» con uno de esos conductores «de la ruta de los Pirineos».

Detalles que se olvidan

La actitud de este transportista, es decir, la relación despreocupada con terceras personas, no es la habitual, más bien lo contrario. «Al principio, yo pensaba que la cayetana que le acompañaba era su pareja. Me equivocaba... Su movida era muy turbia», admite Ana antes de rematar: «El tío estaba bueno y me invitó a M —manera de abreviar a MDMA, Molly o éxtasis—. Íbamos bastante colocados y se me han olvidado muchos detalles de esas madrugadas».

Los agentes consultados coinciden en la valoración. «Si la chica que le acompañaba explicó ese comportamiento a sus jefes, le escarmentaron», especula Juan. Las organizaciones criminales, satisfechas por el excelente balance del invierno de 2023 a 2024 en la Cerdanya y el Alt Urgell, han planificado aumentar los envíos en esta campaña. Temeridades como la del correo francés les podría costar mucho dinero. Y arrestos.

Para desplegar su estrategia, los narcos prevén mantener su metodología: utilizar jóvenes catalanes que llegan a poblaciones de los Pirineos en coche, se alojan unas cuantas jornadas en hoteles o apartamentos y, cambiando las matrículas de los vehículos o incluso sin esta modificación, ingresan en Francia con la mercancía intacta.