Sequía en Catalunya

Cientos de vecinos, sin agua potable en el Priorat: "Así, no hay vida ni futuro"

Con los pozos secos y el agua que llega del Ebro en mal estado, en la Vilella Baixa han vuelto al reparto de garrafas

MULTIMEDIA | El Priorat presiona al Govern para que se garantice el agua en el río Siurana

El Priorat tendrá un 'minitrasvase' del Ebro en 2025 pero el agua regenerada de Reus deberá esperar a 2027 

Cientos de vecinos, sin agua potable en el Priorat: "Así, no hay vida ni futuro"

ZOWY VOETEN

Guillem Costa

Guillem Costa

La Vilella Baixa
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La crisis hídrica no cesa en el Priorat. Esta comarca, junto con el Empordà, ha sido calificada por algunos como la zona cero de la sequía en Catalunya. Escenas como las que se han vivido este mismo jueves, a las siete de la tarde, en la Vilella Baixa, un municipio de menos de 200 habitantes, lo corroboran. Cae el sol y los vecinos acuden en masa a la plaza del pueblo para recoger las garrafas de agua que les suministra el ayuntamiento.

"Es una imagen que nadie ha vivido en Barcelona y el área metropolitana, por mucho que se haya hablado del declive del pantano de Sau y de la llamada fase de emergencia", comenta uno de los vecinos. No le falta razón. Lo que en la gran ciudad eran advertencias y llamadas al ahorro, en el Priorat se ha traducido en ríos secos, embalses vacíos y grifos que nadie sabe si manarán.

"Es una imagen que nadie ha vivido en Barcelona y el área metropolitana, por mucho que se haya hablado del declive del pantano de Sau"

"Los problemas empezaron en la primavera de 2023, cuando los pozos se secaron", cuenta Marta Camp, la alcaldesa, mientras observa cómo la gente del pueblo va cargando garrafas. "A principios de este año, empezamos a beber agua procedente del Ebro, pero no está llegando en buen estado y hemos vuelto a las garrafas", lamenta Camp. Encontrar una solución es su principal angustia diaria, pero admite que no será fàcil, ya que los tempos de la Administración no son precisamente ágiles. Si lloviera con fuerza y los acuíferos se recargaran, tendrían una alternativa.

Jaume Sabaté e Ignasi Carsí colocan decenas de garrafas en sus respectivas furgonetas. No solo son para su familia. "Las dejo en la puerta de algunas personas mayores que no pueden bajar hasta aquí", aclara Carsí. Eulàlia, de 70 años, acude a la cita con un carrito, pero espera a que termine el reparto. Entonces, Òscar Ferrús, el alguacil del pueblo, la acompañará hasta su casa y le abrirá el tapón de la garrafa para que la pueda utilizar durante la semana.

"Soy payés y necesito el agua, pero también soy ecologista y sé que es imprescindible mantener vivo el río"

El agua y su ausencia es uno de los grandes temas de conversación en la comarca. En uno de los bares de Cornudella de Montsant, cuatro ancianos juegan a cartas y especulan sobre la posible aparición de setas en el monte. "Algo llovió, pero no sé si habrá sido para salir a buscarlos", dice uno de ellos. Saüc de Esteban Cabré es uno de los camareros: "Veo una brecha generacional, hay gente mayor, lo noto cuando hablo con mi abuelo, que se precoupa por el uso del agua. Pero no se percata de que el río tiene unos derechos y no se puede defender a él mismo, lo tenemos que hacer nosotros".

Brecha generacional

En una de las paredes del local, luce una fotografía del embalse de Siurana lleno a rebosar y acompañado por un bucólico paisaje nevado. Hace mesas que las cosas son muy distintas. El pantano se ha convertido en un charco y no alcanza el 1% de su capacidad. De Esteban Cabré, que también tiene olivos, aborda las diferencias entre las demandas del sector agrícola y el ecologista: "Soy payés y necesito el agua, pero también soy ecologista y sé que es imprescindible mantener vivo el río".

Los vecinos reclaman el fin del trasvase de agua del Siurana hacia Riudecanyes y Reus

En el Priorat, no todo el mundo interpreta del mismo modo la actual sequía. Mientras los agricultores hablan de la "filoxera moderna" y reclaman agua del Ebro, los conservacionistas centran los esfuerzos en recuperar el curso del Siurana. Pero no existe un debate de blancos y negros.

Los habitantes de esta comarca han encontrado puntos de consenso y están decididos a pedir que se remedie la situación. Coinciden en la necesidad de poner fin al trasvase de agua hacia Riudecanyes y Reus y exigen respuestas por parte de la Administración. "El agua es vida y si no hay vida, la gente se irá", advierte Manel González, el alcalde de Poboleda. "Y cuando se va, no vuelve", lamenta. "Cincuenta años atrás, aquí nos movíamos con mulas y no había nada de nada. Ahora el turismo ha crecido y vivimos de la agricultura. Pero sin agua, no hay futuro", zanja.

La noche cae en la Vilella Baixa y los últimos habitantes del municipio apuran para ir a recoger sus garrafas semanales. "Espinàs dijo un día que nuestro pueblo era la Nueva York del Priorat, por los típicos edificios de varios pisos repletos de ventanas, ¿pero quién se imagina un lugar como Nueva York sin agua potable?", se pregunta Ferrús.

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