Papa Francisco

El sínodo de los obispos posterga al año que viene el debate sobre el diaconado femenino

El Papa abre con una misa la cumbre que quiere modernizar la Iglesia católica

La ordenación de mujeres ya no figura en la orden del día y un grupo de estudio presentará un informe el próximo junio

El Papa Francisco, durante una misa este domingo en Bruselas, durante su viaje oficial a Bélgica.

El Papa Francisco, durante una misa este domingo en Bruselas, durante su viaje oficial a Bélgica. / ANDREW MEDICHINI / AP

Irene Savio

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El papa Francisco ha reabierto este miércoles el Sínodo de la Sinodalidad, la cumbre global con la que la Iglesia católica intenta modernizarse. Eso en la teoría. En la práctica, esta segunda gran convocatoria de laicos y obispos de todo el mundo (tras la del año pasado) también ha comenzado con la postergación de los debates sobre algunas de las cuestiones más divisivas dentro de la institución, como la ordenación de mujeres diaconisas.

De hecho, la cuestión ya no figura en la orden del día y ha sido asignada a un grupo de estudio que entregará un informe final solo en junio próximo. Lo mismo ocurre con otros nueve temas sobre los que el Papa ha considerado que es necesaria una mayor reflexión, lo que ha calmado en los últimos meses las críticas del ala más conservadora (contraria a las aperturas) y ha suscitado dudas en algunos sectores de la progresista.

Se mantiene, en cambio, la presencia de mujeres en la reunión con derecho a voz y voto, introducida por primera vez el año pasado por Francisco. Unas 50 mujeres (de 368 participantes procedentes de 110 países) tendrán esa facultad de nuevo en este 2024.

A puerta cerrada

En este contexto, el Papa ha abierto este miércoles con una misa esta asamblea llamada a trazar el futuro de la Iglesia católica. Y el Pontífice argentino lo ha hecho con un llamamiento a los participantes para que no conciban la reunión como un espacio para imponer "agendas".

“De lo contrario, terminaremos encerrados en diálogos de sordos, donde los participantes buscan avanzar en sus propias causas sin escuchar a los demás”, ha añadido Francisco. La Iglesia, ha indicado, “necesita de lugares pacíficos y abiertos” y “todos” deben sentirse libres de “expresarse espontáneamente y libremente”.

Tanto es así que, repitiendo el formato del año pasado, gran parte de los debates se llevarán a puerta cerrada, una manera, según el Vaticano, para que los participantes no se sientan presionados desde fuera. El objetivo es un documento final que se espera se vote el próximo 26 de octubre, día de cierre de la reunión.

Conclusiones

La incógnita es, sin embargo, qué pasará después. De hecho, tras finalizar la reunión, el Papa tendrá que decidir si publica un texto propio, con posibles cambios doctrinales y, de hacerlo, cuándo lo hará, aunque lo más probable es que eso no ocurra hasta mediados de 2025.

También es posible que grupos de mujeres católicas vuelvan a alzar la voz y reclamen mayores espacios y visibilidad dentro de la institución. Esto tal vez explique por qué el propio Francisco se reunió con una delegación de activistas antes de la apertura del sínodo y que, siempre antes de la reunión, reiterara su petición de perdón por “los pecados” cometidos por la Iglesia católica contra los pueblos indígenas, los migrantes, las víctimas de abusos y las mujeres.