Este jueves

Dos activistas vuelven a lanzar sopa contra un cuadro de Van Gogh

El grupo afirma que esta acción es una protesta por la condena de los dos activistas que realizaron por primera vez esta acción en 2022

Dos activistas vuelven a lanzar sopa contra un cuadro de Van Gogh

Valentina Raffio

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Madrid
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Tres activistas de la plataforma ecologista 'Just Stop Oil' han irrumpido este viernes por la tarde en la National Gallery de Londres y han arrojado sopa contra los famosos girasoles de Van Gogh. Según ha reivindicado el grupo en redes sociales, esta acción busca protestar contra la condena a cárcel de los dos activistas que hace dos años realizaron por primera vez una acción de este tipo en un museo. El vídeo de la protesta, difundido por el mismo grupo, ya está dando la vuelta al mundo y, a su vez, reaviva el debate sobre la utilidad de estas protestas en los museos.

Según afirman desde el grupo ecologista, que hace dos años saltó a la fama por este tipo de acciones, un juez acaba de condenar a las primeras activistas que arrojaron sopa de tomate contra un Van Gogh en 2022 a "un total de cuatro años de cárcel entre las dos" por esta protesta. Una de ellas también recibió una condena adicional de tres meses de prisión, según el grupo, por participar en una marcha ecologista al cabo de unos meses. Asimismo, dos miembros más del grupo han sido sancionados con 100 horas de trabajo comunitario y 500 libras de multa por promover este tipo de protestas. "Están prohibiéndonos el derecho de protesta mientras los verdaderos criminales, los que impulsan las explotaciones de petróleo, siguen libres", afirman desde el grupo a través de un comunicado emitido este viernes. 

Protestas en los museos

En estos últimos dos años, han sido varios los activistas que han trasladado sus protestas hacia los museos y, en general, hacia lugares tradicionalmente considerados patrimonio de la humanidad. Hace unos meses, por ejemplo, miembros del mismos grupo ecologista arrojaron pintura naranja contra los monumentos de Stonehenge para pedir el fin de las explotaciones de combustibles fósiles en Reino Unido. En esta misma línea, a lo largo del año 2022, poco antes de la cumbre del clima de Sharm El-Sheikh, también se realizaron acciones de protesta en las que se arrojó comida contra, por ejemplo, cuadros de Van Gogh, Picasso y Monet así como contra la Mona Lisa de Da Vinci y hasta contra estatuas de cera de los reyes de Inglaterra. 

Desde un principio, los grupos ecologistas que han impulsado estas acciones las han definido como "actos de desobediencia civil no violenta" para protestar contra la inacción climática. "¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Qué nos preocupa más, la protección de una pintura o la protección de nuestro planeta y de la gente?", afirman los impulsores de estas protestas, cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo y han suscitado un gran debate entre partidarios y detractores.

"¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Qué nos preocupa más, la protección de una pintura o la protección de nuestro planeta?"

Dos años después del inicio de este tipo de protestas, el gran debate sigue siendo el impacto de estas acciones sobre la opinión pública. O mejor dicho, en si realmente logran concienciar sobre la crisis climática. Por un lado, a la vista está que estas acciones han conseguido convertirse en fenómenos virales y, además, han logrado devolver las protestas climáticas a la agenda pública. Pero por otro lado, también hay quien cree que estas acciones tan extremas pueden reducir el apoyo popular hacia el movimiento ecologista. "Puede que las personas 'disparen al mensajero', pero al menos escuchan el mensaje", destacó en su día el psicólogo y activista Colin Davins en el inicio de estas protestas.