Educación en Catalunya

Los fallos de la lectoescritura más allá del móvil: alumnos sin vocabulario ni capacidad crítica

Los expertos urgen a enseñar a leer de forma activa (no esperar a que los niños lo hagan solos), fomentar la oralidad y acompañarles en ese aprendizaje hasta la ESO

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Alumnado catalán el primer día de curso este septiembre en una escuela de Barcelona.

Alumnado catalán el primer día de curso este septiembre en una escuela de Barcelona. / Ferran Nadeu

Helena López

Helena López

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El problema con la lectura y la escritura, con la lengua, es profundo y recorre todas las etapas educativas, incluida la enseñanza superior. No solo lo dice PIRLS (termómetro que evalúa la comprensión lectora en cuarto de primaria) o PISA (prueba que realiza el alumnado en cuarto de ESO). El curso 23-24, por ejemplo, suspendieron la asignatura de catalán de primero del grado de Educación Primaria de la Universitat de Barcelona (UB) prácticamente la mitad de los matriculados; a pesar de ser un alumnado que había superado la selectividad y las Pruebas de Actitud Personal (PAP), suspendidas, a su vez, ese año, por casi la mitad de los aspirantes.

¿Qué pieza o piezas del sistema fallan para que una parte tan significativa del alumnado catalán tenga serias dificultades con la lengua? El neurobiólogo Héctor Ruiz, autor de 'Aprendiendo a aprender' y la doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación Montserrat Fons -profesora de Didáctica de la lengua de la UB- coinciden en la necesidad de enseñar a los niños a leer (algo que suena a evidencia, pero no lo es tanto). "Una de las ideas más perjudiciales para la misión educativa es la creencia de que el aprendizaje de la lectura ocurre de manera natural y espontánea, igual que la adquisición del lenguaje oral", apunta Ruiz, quien insiste, igual que Fons, en que "la conclusión de que aprender a leer es igual que aprender a hablar no tiene ningún sustento".

PISA muestra que el problema no está en entender la literalidad, sino en la capacidad para hacer inferencias (deducir aquello que el texto no dice)

"La ciencia señala que el 70% de los niños aprenderá a leer hagas lo que hagas, pero un 30% requerirá una enseñanza más metódica. Entre un 5% y un 10% puede ser por dislexia, pero queda otro 20% o más sin esa dificultad que solo requerirían que les enseñaran bien", prosigue el neurobiólogo, quien insiste en que "cómo hacerlo es el aspecto de la educación sobre el que hay hecha y publicada más investigación académica".

Ruiz y Fons subrayan que no basta con rodear a los niños de libros. Hay que dedicarle tiempo a enseñar a leer y a escribir. "Uno de los problemas es que a la escuela cada vez se le pide más: educar en la paz, en la higiene dental… y eso puede hacer perder el foco de la base, que es enseñar a leer y escribir", sostiene Fons. La profesora de la UB agrega que es importante acompañar esa enseñanza durante todas las etapas. "Nunca se deja de aprender a leer", asegura.

La lista de retos es larga: de la mejora de la formación inicial y la permanente (de los docentes ya en activo) a hablar más a las criaturas para ampliar su vocabulario

La parte mecánica de la lectura y la escritura se trabaja en la etapa final de infantil (i5) y en ciclo inicial (primero y segundo de primaria), pero "leer y escribir va mucho más allá", prosigue la profesora, quien pone otra cuestión importante sobre la mesa: los resultados de PISA nos dicen que el problema de nuestros estudiantes no está tanto en entender la literalidad de lo que leen -la parte mecánica-, sino en la capacidad para hacer inferencias (deducir aquello que el texto no dice) y en el apartado de preguntas críticas, aspectos que deben seguir aprendiéndose durante toda la primaria y la ESO.

"Es importante dar importancia a las inferencias desde muy pequeños, incluso antes de que aprendan a leer. A veces estamos tan enfrascados en que aprendan las letras que perdemos esos matices que son importantísimos. Si estamos explicando el cuento de Caperucita les podemos preguntar en qué otros cuentos aparece un lobo y van aprendiendo a relacionar", ejemplifica Fons.

Más allá de la literalidad

En esa misma línea de enseñar a leer más allá de la parte mecánica, Ruiz apunta al problema de la falta de vocabulario y de los conocimientos que te permiten hacer esas inferencias. "Si tienes un vocabulario tan pobre que no entiendes lo que lees, es muy difícil que disfrutes de la lectura", reflexiona Ruiz, añadiendo que la mejor manera de aprender vocabulario es leyendo.

Otra cuestión sobre la mesa para mejorar la comprensión lectora es la necesidad de reforzar la oralidad, una de las líneas de trabajo de la Red de Comprensión Lectora que se implantará este curso en 342 centros, cuyo objetivo es "identificar los componentes de la competencia lectora y establecer estrategias de mejora". Esta es, de hecho, la gran apuesta del Departament [impulsada por el Govern anterior, pero que llegará a las aulas este curso] para remontar en lengua, junto a la puesta en marcha, al fin, del poco ambicioso Plan de mejora de las bibliotecas escolares.

"Si tienes un vocabulario tan pobre que no entiendes lo que lees, es muy difícil que disfrutes de la lectura"

La falta de bibliotecas escolares en las escuelas (más del 40% no tienen pese a estar obligados por ley) es otra de las cuestiones que señalan no pocos expertos como una de las muchas causas del bajo nivel de comprensión lectora del alumnado.

La lista de retos es larga: de la mejora de la formación inicial y la permanente (de los docentes ya en activo) a hablar más a las criaturas. Algunas voces apuntan a que la nueva concepción de la escuela, con ámbitos y proyectos, hace que los propios docentes hablen menos a los niños de lo que lo hacían en la vieja escuela, basada en escuchar al maestro durante toda la jornada (y escuchando a alguien hablar, y hablar bien, es una de las vías para aprender vocabulario, básico después para mejorar la comprensión).

¿Cuál es el papel de las pantallas?

Entonces... ¿dónde queda el papel de las pantallas en el desplome en la comprensión lectora? Depende de a quién se le pregunte. Encarnación Carrasco, jefa de estudios del grado de Educación Primaria de la UB, tiene muy clara la relación entre las pantallas y la disminución de la capacidad de concentración y atención. "La lectura es un esfuerzo y las pantallas suponen una competencia desleal", bromea.

Numerosos docentes de ESO a pie de aula coinciden en el diagnóstico: el abuso del móvil hace que los alumnos no logren concentrarse en nada y la lectura requiere concentración. Héctor Ruiz, en cambio, no opina lo mismo. "El tema del móvil es más una cuestión de pánico moral y social; de todas las posibles causa, el móvil será de las últimas", zanja.

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