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Isabel Giménez, jueza de familia: "Cuando un niño dice 'Tengo miedo', escuchémosle"

Isabel Giménez, en el patio del edificio histórico de la Universidad de Oviedo.

Isabel Giménez, en el patio del edificio histórico de la Universidad de Oviedo. / LUISMA MURIAS

Juan A. Ardura

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La jueza barcelonesa Isabel Giménez (1967) se ha hecho popular al estrenar en España una fórmula inédita hasta ahora: explicar a los niños y niñas en un lenguaje entendible para ellos el contenido y las consecuencias de las sentencias de primera instancia que ha dictado en juzgados de Barcelona. Defiende los avances en materia de violencia machista, pero advierte de que todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo en dotación de medios.

–Un destacado futbolista, Vinicius, ha reabierto el debate sobre el racismo en este país. ¿Y el machismo? ¿Cree que España lo es?

–Creo que hay personas machistas y también que en España se está haciendo mucho por y para la igualdad. Como sigue habiendo personas machistas hay que trabajar en la igualdad. La igualdad no se alcanza de un día para otro, es algo que hay que educar. Yo soy de la Asociación de Mujeres Juezas de España y trabajamos en un proyecto muy bonito, que se llama Educando en la igualdad. Vamos a los colegios para enseñar que en justicia también puede haber igualdad, enseñar cómo funcionan los abogados y también qué nos encontramos a veces en situaciones normalizadas, machistas, que es preciso combatir desde la educación.

–¿Qué le parece un caso como el que se conocía días atrás del alcalde de Vita, apoyado incluso por vecinos?

–Él decía que era una canción de su pueblo... Cuando una persona ostenta un cargo político tiene una proyección que no es solo personal, como podemos tener cada uno en nuestra vida privada, sino una proyección pública en la que se debe ser muy cuidadoso, incluso con las canciones de los pueblos, incluso en días de fiesta.

–Es jurista desde hace más de 20 años. ¿En qué ha cambiado la respuesta judicial a la violencia de género en ese tiempo en España?

Muchísimo, ha cambiado y mejorado mucho, pero tenemos mucho que mejorar. Ha cambiado porque lo que antes era normalizado y banalizado ya no lo es. La violencia es uno de los problemas que se banalizaba. "¡Qué va! No es tan importante, no te han matado, no te han dado una paliza o no te han mandado al hospital". Hoy en día ya no se banaliza o cada día menos. Tenemos muy buenas leyes, tenemos muy buenos profesionales, pero tenemos que seguir avanzando para ser mejores todavía.

–¿El 'caso Rubiales', ocurrido hace ahora un año, es reflejo de ese cambio?

Sí, totalmente. Yo creo que esa agresión antes se hubiera interpretado como se la tomó él, como un besito robado, que no es nada. Es importante ver cómo la sociedad también se revela contra estos estereotipos que ya cada vez se los creen menos.

–Hay quienes ven lo ocurrido como exagerado

Siempre va a haber algún reticente, pero cada vez se los creen menos.

-¿Es muy diferente la situación de España a la de los países de nuestro entorno, de Europa, en materia de violencia de género?

–España es muy pionera en temas de igualdad y de género, pero nos falta una cosa, la necesidad de que se invierta en justicia. Es decir, faltan medios materiales, faltan medios personales. En este momento hay un déficit estructural de más de 500 jueces. España invierte en la Agencia Tributaria, pero no invierte en justicia. Y hay que empezar a hacerlo si queremos una justicia de calidad y queremos que el justiciable realmente esté protegido.

Usted se hizo popular por sus cartas a menores, en las que les explicaba de manera entendible para ellos, sin tecnicismos, las razones de sus sentencias y resoluciones. ¿Son los niños y las niñas las víctimas silentes de la violencia de género?

–Totalmente. A los niños, niñas y adolescentes no se les escucha, no se les oye y no se les tiene en cuenta en muchísimas ocasiones, en demasiadas ocasiones. Claro, cuando hablamos de violencia vicaria, lo que acaba saliendo en la prensa son los niños y niñas asesinados este año que, a fecha del 5 de septiembre, son diez, son muchos. Y además de esos casos, de gran riesgo, hay más de un millar en riesgo alto y medio.

–¿Qué falla para llegar a esas cifras?

–Nadie se pone a examinar todos los riesgos que sufren los niños que efectivamente están viviendo y conviviendo con esa violencia de género. Muchas veces las medidas se toman solo respecto a la madre, pero no se tiene en cuenta en los niños y niñas. Si un hombre es violento contra la madre, puede ser también violento contra los niños. Y hay una cosa que empieza a preocupar, algunas voces ya advierten que cuanto mayor es la protección hacia la mujer, más expuestos están los niños, porque son, al final, el eslabón débil de esa cadena de violencia.

–¿Hasta dónde debe llegar el marco jurídico en la defensa de ese eslabón más débil?

–Necesitamos ya que se cumpla la ley integral de protección a la infancia y a la adolescencia contra la violencia, la LOPIVI, que el 25 de junio cumplió tres años. Que se cumpla la creación de los tribunales de infancia, que proteja a los niños y adolescentes de este país. Hacen falta los medios económicos y personales necesarios para poner en marcha estos tribunales. Hay mucho que hacer, como la especialización de las audiencias provinciales en infancia y en violencia, que lleguen allí también los especialistas. No puede ser que temas de violencia de género los estén viendo a veces jueces que no son especialistas en violencia de género, o que los futuros de infancia no sean expertos en ese ámbito.

–¿Hacen falta más cautelas por parte de los órganos judiciales?

–No hay violencia banal, debemos tener una serie de instrumentos que nos digan cuándo existe riesgo, cuáles son esos riesgos, y que cuando existen esos riesgos, inmediatamente, sea cual sea la competencia, se tomen unas medidas cautelares para proteger. Y luego ya hablaremos. Pero si ese niño o esa niña es asesinado, ya no estamos a tiempo de nada. Así que hay que hacerlo, hay que prevenir. La prevención es fundamental.

–¿Falla el sistema ante la violencia vicaria o es imposible llegar al riesgo cero?

–Quizá el riesgo cero sea mucho pedir, ojalá que sí, ojalá que podamos. Las sociedades debemos ser conscientes de que es una necesidad para todos. Para este riesgo cero todos tenemos que participar. Si empezamos a prevenir es más difícil que ocurra. Cuando un niño está diciendo "Tengo miedo", escuchémosle. Para mí eso es fundamental. Nos cuesta mucho como sociedad entender que en la familia, que para nosotros es el lugar donde se debe proteger a los niños y a las niñas, haya gente que no los quiera, que los asesine, que abuse sexualmente de ellos y que los maltrata. Pero hay ese tipo de gente.

–Usted ha advertido de que hay que tener cuidado con la alienación parental, por parte de los progenitores al niño, en los casos de abusos a menores.

–Yo no me fijo ni en la madre ni en el padre. Escucho al niño, y está diciendo lo que está diciendo, ¿por qué no me puedo creer al niño? ¿Por qué no me lo tengo que creer? Al contrario, hay que creerlo. La alienación parental está prohibida por la LOPIVI, está prohibido que se utilice, porque lo que se utiliza es en contra del derecho de los niños a denunciar las violencias y contra las mujeres, a veces hombres también, que defienden a estos niños y niñas. Para mí la clave es escuchar y creer al niño.

–Cambio de tercio. ¿Sigue siendo juez sustituta?

–Sigo, sigo. Más de veinte años... no sé, ya he perdido la cuenta.

–El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha dicho que las administraciones públicas en España abusan de la contratación temporal. ¿Qué opina usted como conocedora y sufridora de esa realidad?

–Lo ha dicho el TJUE y yo también lo digo.

–¿Qué le parecen las medidas en marcha para corregir ese abuso que sufren miles de empleados públicos?

–Como conocedora y sufridora, respecto a nuestro colectivo, no hay ninguna medida en marcha. Ni para fiscales sustitutos, ni para jueces sustitutos se está efectuando ningún tipo de estabilización, ni medida alguna para evitar la precarización en la que estamos. Nada de nada, seguimos igual. Nuestro problema es todavía más grave porque mientras no tenemos plaza, no podemos trabajar en nada más. Tenemos una incompatibilidad total, menos en docencia y en producción de libros, en escribirlos.

–¿Se les ha tratado distinto y peor?

–Somos especiales, especialísimos. Y lo triste, además, es que somos muchas personas, somos un 20 por ciento del trabajo, diríamos, que se realiza. Somos jueces y juezas sustitutas. Yo soy una de las interlocutoras de la plataforma de judicatura interina, que en este momento somos más de 400 juezas y jueces interinos en España que estamos en la plataforma, un 40% del total aproximadamente. Y se trata de una situación de precarización ahora y en el futuro, porque muchas de nosotras tenemos mas de 50 años, somos mujeres y seremos también jubiladas precarizadas.

–¿Es otra asignatura pendiente de la justicia española?

–Es una asignatura pendiente del Consejo General del Poder Judicial y del Ministerio de Justicia tomarse en serio que somos trabajadores y que esto que estamos viviendo se puede considerar maltrato institucional.

–¿Qué le parece que una mujer vaya a presidir por primera vez el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo?

–Es maravilloso. Ya era hora. Desde la Asociación de Mujeres Juezas también hemos apoyado mucho que fuera una mujer. Tenía que ser una mujer. Ya tocaba. Las mujeres somos más de la mitad de la población. Y tocaba que haya una mujer al frente porque también es otra forma de trabajar, ni mejor ni peor. Aprendemos los unos de los otros. Pero es bueno también saber lo que las mujeres podemos aportar a esos puestos de poder, esos puestos de responsabilidad, como va a ser la flamante compañera que va a presidir a partir de ahora el Consejo del Poder Judicial y el Tribunal Supremo.

–¿Contribuirá esa presencia femenina a que cuando toque renovar el Poder Judicial no se produzca el bochorno que se ha vivido en los últimos años?

–Espero que sí. Hay cosas que hacemos diferentes los hombres y las mujeres. Las mujeres solemos buscar muchas formas de evitar los conflictos, porque estamos acostumbradas a tener esa herencia, esa herencia de buscar los acercamientos, de buscar otra forma. El problema para mí es que las instituciones siguen teniendo ese esqueleto de organización patriarcal, imperativa, y eso hay que romperlo. Esto les va a costar un poco más, pero yo espero que nuestras compañeras, tanto la presidenta como las vocales del Consejo del Poder Judicial, que están ahí, puedan poner su granito de arena. Para nosotras es un hito histórico que celebramos muchísimo.

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