El acoso a las personas LGTBI+ se enquista en la escuela: "Las bromas que sufrí eran insoportables"

Cuando tocaba hacer grupos para los partidos que echaban en la clase de Educación Física, a Bárbara Pérez la dejaban la última. En su clase había una broma interna sobre a quiénes les tocaría jugar con ella y, por tanto, fastidiarse.

Una vez la invitaron a una comunión solo para reírse de ella. La dejaron sola. Un patrón que se repitió durante algunos cursos de educación primaria, hasta que todo explotó cuando tenía unos 12 o 13 años. Fue entonces, asegura, cuando ocurrió un "episodio más gordo". Estaba en un campamento de verano que organizaba el colegio en el que estudiaba en Salamanca. Las bromas empezaron a volverse más pesadas hasta que aquello dejó de definirse como tal. Tras ver algunas amenazas pintadas por paredes de la habitación que compartía con otras chicas, y al notar que la cosa iba a más, avisó a los monitores, que comenzaron una investigación sobre el tema. Descubrieron que le habían echado insecticida en una cantimplora que iba a usar esa misma tarde. Por suerte no llegó a beberlo, pero su familia dijo que hasta aquí.

Sus padres hablaron con la dirección del colegio para que expulsaran a las niñas, las mismas que llevaban años acosándola, pero la única solución que les ofrecieron consistía en cambiar de clase a las culpables. No conformes con esta medida, su familia interpuso dos denuncias que no llegaron a ningún lado. Una iba dirigida a colegio, pero como el episodio había ocurrido en el campamento -pese a que estaba organizado por el mismo centro educativo- no fue a más. La otra era para las niñas. Al tener menos de 14 años, también se quedó ahí. "Las bromas o el acoso que sufría eran insoportables. A principios de secundario tuve que cambiarme", asegura Bárbara.

Más prejuicios entre chicos jóvenes

A sus 20 años, forma parte de ese 23% de la población LGTBI+ que ha sufrido actos de odio en su etapa escolar, según una encuesta que acaba de presentar la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+), con datos inéditos de la agencia 40db. Son una de cada cuatro personas (25%) en la franja de edad de entre 18 y 24 años, la que corresponde a la Generación Z.

Según el CIS, dos de cada 10 estudiantes se identifican como LGTBI+. El COGAM (Colectivo LGTB+ de Madrid) eleva el porcentaje al 26% en esta comunidad. En total, según los datos de la FELGTBI+, en España habría unas 800.000 personas del colectivo que estudian ESO, Bachillerato y FP. Sin embargo, más del 20% nunca ha sido visible en las diferentes etapas educativas, una cifra que se incrementa hasta la mitad de la población en enseñanzas de secundaria. El abandono escolar en este colectivo es casi seis puntos mayor que entre quienes no pertenecen al mismo.

Pese a que en los últimos años España se ha convertido en una país líder en la defensa de los derechos LGTBI, todo parece indicar que hay un cierto retroceso entre la población más joven. Hay bastantes más chicos de la generación Z (nacidos entre 1995 y 2009) a los que les incomoda ver a una pareja homosexual que a las generaciones más mayores. Además, entre los varones también aumenta el porcentaje de población con prejuicios en 28,7%, siete puntos más que entre las chicas, según los datos de COGAM.

Inacción de los centros escolares

En más de la mitad de los casos (64%) el centro educativo en el que estudian no hace -o no hizo- nada. Como el de Bárbara. Asegura que no hubo ningún castigo para el grupo de chicas que la acosaban. Ellas terminaron sus estudios ahí mientras que a Bárbara le tocó cambiarse. Con el tiempo conoció otros casos como el suyo, de estudiantes más mayores o más jóvenes que sufrieron bullying allí sin ninguna tipo de consecuencia para los abusadores. "En mi colegio se repite el patrón y los profesores no hacen nada", denuncia.

La Federación recalca que, a día de hoy, solo uno de cada tres centros educativos (33,70%) aborda la prevención del odio LGTBIfóbico. Por otra parte, el cuerpo de docentes tampoco se visibiliza: casi el 70% de las personas LGTBI+ declararon no tener profesorado del colectivo en su etapa educativa, cifra que se mantiene en casi un 60% entre el alumnado de la Generación Z.

Por esto mismo, justo antes del verano, la Federación tuvo una reunión con el Ministerio de Educación sobre la importancia de que se trabaje todo esto en las aulas. Sin embargo, como ha indicado David Armenteros, coordinador del Grupo de Educación de la FELGTBI+, este miércoles, la respuesta que recibieron es que ya hay leyes que recogen estas cuestiones.

Sin implementación de las leyes

Y sí que las hay. Está el artículo 21 de la ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI donde se dice, por ejemplo, que las administraciones educativas colaborarán con los centros educativos en las acciones dirigidas a fomentar el respeto a la diversidad sexual, de género y familiar de las personas del colectivo. Los servicios de inspección son los que tienen que velar por que esto se cumpla.

El artículo 24 de esta norma también señala que promoverán la aplicación de programas de información dirigidos al alumnado, a sus familias y al personal de centros para divulgar las distintas realidades sexo-afectivas y familiares y combatir la discriminación de las personas LGTBI y sus familias, con especial atención a la realidad de las personas trans e intersexuales.

Sin embargo, casi seis de cada 10 centros no imparten charlas sobre diversidad sexual. En el 24% que sí las imparten, estas están organizadas por asociaciones externas. Pero, como indica Marta Alonso, miembro del Grupo Joven de la Federación, no dejan de ser charlas de 50 minutos en las que, como es lógico, poco tiempo tienen para adoctrinar a nadie, como en alguna ocasión ha denunciado Vox.

"Ahí se desmonta bien el mito. Tenemos que hacer ver que estas charlas, además de ser importante para el alumnado LGTBI+, son importantes para todas las personas del aula, incluso las que se identifican con identidad cishetero", añade Alonso. En ellas se habla de VIH, de prevenir infecciones de transmisión sexual (ITS) o de afectos que rompen los muros construidos alrededor de la masculinidad hegemónica. Es decir, todos y todas salen ganando.

Para seguir derribando estereotipos, la Federación también ha presentado este miércoles, con motivo de la vuelta al cole y del Año Temático Educación en Diversidad, la campaña Mute al Mito, una iniciativa dirigida a la población joven. Persigue "combatir los bulos y mitos originados por los discursos de odio, que son el origen de la discriminación y la violencia que las personas LGTBI+ sufren en las calles y en los centros de enseñanza".

Aseguran que los discursos negacionistas y la desinformación está calando entre los más jóvenes, hasta el punto de que son ellos los que más prejuicios tienen.