Biodiversidad
La población de cabras montesas de Montserrat toca techo
Ante la falta de depredador natural, los agentes rurales organizan batidas en otoño para reducir el número de ejemplares y evitar interacciones con los visitantes
De hogueras ilegales a maleantes escondidos en cuevas: la revolución de los drones en los agentes rurales

Cabras salvajes en Montserrat. / DAVID BRICOLLÉ


Guillem Costa
Guillem CostaPeriodista
Junto a los 'escolanets' y la Moreneta, hace años que una creciente manada de cabras montesas forma ya parte del paisaje de Montserrat. La especie se reintrodujo casi 30 años atrás a partir de ejemplares procedentes de los puertos de Beceite. Y en tres décadas, se ha pasado de una decena de cabras a casi 400. A día de hoy, es frecuente que los excursionistas las sorprendan haciendo equilibrios sobre las grandes rocas.
Esta situación ha obligado a los agentes rurales de la Generalitat a incluir a estos animales como un elemento más de sus vigilancias. Son ellos quienes se encargan de los censos anuales y también de su gestión. Los drones, evidentemente, también han facilitado este trabajo.

Uno de los agentes rurales durante una patrulla. / JORDI OTIX / EPC
La idea de que las cabras salvajes se instalaran en Montserrat se basaba en la idoneidad del hábitat, una hipótesis más que acertada, porque la especie se ha reproducido y expandido con un éxito más que notable. Además, su presencia ha ayudado a reducir el riesgo de incendios, puesto que son auténticas devoradoras de vegetación.
Sin embargo, estos ungulados no tienen cerca ningún depredador natural que controle su población. Este hecho implica riesgos para los visitantes y las vías de escalada. "Las cabras, mientras se van moviendo, mueven piedras, que pueden caer y causar un accidente", avisa Jordi Carrasco, el agente rural responsable de la comarca del Bages. "Además, al haber tantos ejemplares en tan poco espacio, existe el peligro de que una enfermedad se propague entre estas cabras", señala.
Caza controlada
Para poder regular la población, a principios de los años 2000 se optó por empezar a cazar las cabras de forma regulada. Cada otoño se capturan varios ejemplares. Algunos cazadores de la zona reciben autorizaciones para cazar estos animales, que tienen salida en el mercado gastronómico.

Agentes rurales comprueban la presencia de cabras salvajes. / JORDI OTIX / EPC
"Otros cazadores, tres o cuatro cada año, pagan una importante cantidad de dinero para ir a buscar los llamados trofeos; o sea, machos con grandes cuernos", explica Carrasco. Este monto económico acaba sirviendo para sufragar la gestión de la especie.
Los agentes rurales acompañan a los cazadores para garantizar que se dispara solo a los individuos previstos. Y no solo eso, sino que también capturan a los ejemplares necesarios para reducir la población hasta la cifra indicada por el servicio de fauna y flora de la Generalitat. Las cabras muertas desaparecen al cabo de unos días porque jabalís y zorros se aprovechan de esta carroña.
La presencia de cabras también ha atraído a cazadores furtivos. Por tanto, al trabajo de los rurales hay que añadir los controles para interceptar esta actividad ilegal y denunciar a las personas que acuden a Montserrat para cazar cabras montesas sin autorización.
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