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Insectos para dar de comer a las vacas y ovejas
¿Insectos o carne sintéctica?
¿Comer insectos?

Pablo Gutiérrez, con una de las ovejas que están utilizando en sus estudios en León
Luján Palacios
Alimentar a ovejas y vacas con insectos. Esta es la sorprendente propuesta sobre la que está trabajando en la actualidad el investigador de Blimea Pablo Gutiérrez Toral, en el marco de un proyecto conjunto entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Turín, en Italia, con el objetivo de ofrecer nuevas fuentes de sustento a la ganadería, más sostenibles y ecológicas.
Gutiérrez Toral lleva 18 años ligado al Instituto de Ganadería de Montaña, impulsado por el CSIC y la Universidad de León, con trabajos para mejorar la calidad nutricional de la leche. Y resulta que las últimas indagaciones desvelan que el uso de los insectos en la dieta del ganado puede abrir un campo enorme de oportunidades y beneficios.
El objetivo de esa colaboración es proponer el uso de determinados insectos como “concentrado” para los rumiantes, en los que hasta ahora no se había investigado. Tal y como explica el investigador blimeíno, “ha habido mucha desinformación a raíz de la crisis de las vacas locas, pero es perfectamente factible usar insectos como alimento para estos animales, más allá de en piscicultura o aves, con los que ya se viene haciendo desde hace años”.
Evitar las proteínas
La clave está en que se evitaría dar de comer a los animales la parte de las proteínas de los insectos, la más sensible. En su lugar, se aprovecharía la parte grasa, que, según acaban de demostrar en colaboración con la universidad de Turín “mejora la calidad de la leche de las vacas, y no afecta a la producción”. Los estudios se están llevando a cabo con la especie de la mosca soldado negra, y se ha visto que el aceite graso que se extrae de ellas aumenta el contenido lácteo de “algunos ácidos grasos positivos para la salud”.
Los insectos llevan tiempo usándose como alimento de otros animales y la intención de este estudio colaborativo es la de llegar a rumiantes en régimen de explotación con un doble fin. Por un lado, “evitar la competencia por el alimento entre animales y humanos, algo que en la actualidad está sucediendo”, sostiene Pablo Gutiérrez Toral. Es decir: si las vacas y ovejas pueden comer insectos, se utilizarán menos recursos naturales para su alimentación, y se podrán optimizar para las personas en forma, por ejemplo, de más terrenos libres para cultivos.
Por otra parte, su busca una circularidad y sostenibilidad económica. “Criar insectos es fácil y barato; no ocupan mucho sitio y consumen muy poca agua. Además, se pueden alimentar de residuos agrícolas o incluso domésticos, con lo que se estarían optimizando los recursos y poniendo en marcha un ciclo de reciclaje”, explica el investigador.
Y con ello también se estaría abordando uno de los grandes problemas de la alimentación a nivel global: la de las enormes extensiones de palma para elaborar aceite, ingrediente del que se componen muchos de los piensos en la actualidad: “Se trata de unos cultivos que generan deforestación y una gran huella de carbono. Con una explotación de insectos in situ se evitaría tener que importar aceite de palma por ejemplo de Tailandia”. El plan sería llegar a sustituir toda la grasa de palma de la dieta de los rumiantes por aceite extraído de las moscas soldado negras.
Experimentación
De momento se está experimentando con un rebaño de vacas en Italia y otro de ovejas en León. Y de lo que se trata también es de “cambiar la percepción de la gente, porque hay muchas lagunas de conocimiento”. Los insectos no son vistos aún con mucha confianza, y por eso parte del estudio consiste actualmente en evaluar la opinión de los potenciales consumidores de animales alimentados por esta vía.
Lo que está claro es que la población creciente del planeta y sus necesidades de alimentación están ocasionando un problema importante económico y de sostenibilidad y la solución podría llegar volando. “A veces lo necesario es cambiar el sistema por completo y hacer más eficiente el plan de producción que tenemos”, defiende el investigador de las Cuencas.
Ahora mismo en España hay varias granjas de insectos y en Salamanca está en plena expansión la que será la más grande del mundo. “Las granjas de insectos que conocemos lo tienen todo vendido”, recuerda Gutiérrez Toral. Para pensárselo. Y para empezar a mirar a las moscas con otros ojos.
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