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¿En qué situación estamos ante la sequía?

Los tentáculos de la sequía: más de 1.000 millones en pérdidas

Afectación de la sequía en el pantano de Rialb

Afectación de la sequía en el pantano de Rialb / EFE / Ramon Gabriel

Andrea Arnal (Verificat)

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Hace semanas la sequía copaba titulares y largos análisis, pero desde que empezó a llover a mediados de mayo, parece que el asunto se ha resuelto. Al menos en la inmensa mayoría de medios de comunicación, no se ha vuelto a hablar del tema. 

Es cierto que gracias a las lluvias, la situación se ha suavizado ligeramente. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) anunció el miércoles pasado en su cuenta de Twitter que la primavera de 2023 “ya no será la menos lluviosa de la serie”, es decir, desde 1961. En algunas zonas del sureste el panorama cambió en cuestión de días, dejando unas precipitaciones que superaron “el triple del valor normal del mes”. 

Pero a pesar de los grandes acumulados en la vertiente mediterránea, no ha llovido tanto como para incrementar la reserva hídrica total en España, la cual incluso ha descendido, pasando del 47,7% de su capacidad el 23 de mayo al 47,4% el 6 de junio, según los datos del estado de los embalses que ofrece el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco). La media de los últimos 10 años se sitúa en un 67,9 %, según datos del último Boletín Hidrológico Semanal.  

Destino del agua

Por tanto, la sequía sigue estando presente y causando estragos en los campos de toda España. En Catalunya, a día 6 de junio, los embalses se encuentran al 26% de su capacidad, lo cual sitúa a la mayoría de la región en un escenario de sequía meteorológica extrema. 

Esto implica también una serie de restricciones que son más severas en aquellas regiones que se encuentran en un estado de excepcionalidad. Las primeras ya se están aplicando en el campo, pues es a la agricultura donde van a parar alrededor del 77,6% de los recursos hídricos en España, según datos del Observatorio Ciudadano de la Sequía. 

Este es un dato que desconoce el 70% de la población, según el barómetro del CIS de mayo, que piensa que en realidad se dedica a otra actividad, como la industria, el turismo o el ocio. En cambio, la realidad es que la demanda urbana representa alrededor de un 15% del consumo total, seguido de la industria, con un 7,4%, según el Observatorio

Así, si bien las acciones individuales tienen un papel relevante en el ahorro de este bien escaso —según el propio Ayuntamiento de Barcelona, reducir un 4% el consumo de agua doméstico garantiza el suministro para más de 6 millones de habitantes durante un mes—, lo habitual en estos casos es que las restricciones más urgentes se apliquen en los campos, principalmente en los de regadío, y sean los suministros en las casas los últimos en verse afectados, como recoge el decreto ley de medidas urgentes en respuesta a la sequía.

Normalmente, estas restricciones establecen un tope máximo de litros para el riego, pero en ningún caso se prevé la prohibición de ningún cultivo por razón del consumo hídrico, tal y como indica el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya. 

Barcelona en el contexto catalán

Esta semana el departamento de Acció Climàtica de la Generalitat ha anunciado que una veintena de municipios, donde hay situación de excepcionalidad, están gastando más agua de la permitida. El gasto doméstico del agua en Barcelona no es de los más elevados del país. En la ciudad se consumieron alrededor de 106,1 litros por persona al día en 2021, según los datos del Ayuntamiento. Es una cifra inferior a la media estatal, que se sitúa alrededor de los 133 litros por persona y día, y a la catalana, de 124 litros, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). 

En comparación con las otras ciudades catalanas de más de 100.000 habitantes, la capital catalana se sitúa en medio del ránking, de acuerdo con los datos de la Agencia Catalana del Agua. L'Hospitalet de Llobregat es el municipio de más de 100.000 habitantes que consume menos agua por habitante, 97 litros por persona en 2021, seguido de Santa Coloma de Gramenet y Mataró. Barcelona ocupa el octavo lugar, con 108 litros por persona, y Lleida cierra el ránking con 131 litros por habitante.

Sequía y cambio climático

Conforme pase el tiempo, las sequías serán “más cortas en duración —uno o dos años, frente a los cuatro o cinco de las grandes sequías del siglo XIX y XX— pero muy intensas, que ponen en jaque los sistemas de abastecimiento de agua”, tal y como indica a Verificat Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA) y director del Laboratorio de Climatología del mismo centro. Eso significa que la falta de agua será un problema más común, y que incrementará a su vez el riesgo de desertificación en la Península. 

Además, el aumento de temperaturas será otro de los intensificadores de estas sequías, pues “aumenta la evaporación y, por tanto, agrava las condiciones ambientales de sequedad y provoca deterioro de ecosistemas y aumento de aridez”, concluye el experto.

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