Opinión | Educación

Héctor Ruiz Martín

Héctor Ruiz Martín

Director de la International Science Teaching Foundation

Pantallas y comprensión lectora

Catalunya se desploma en comprensión lectora y se sitúa a la cola de España y Europa

¿Por qué se ha desplomado la compresión lectora de los niños en Catalunya?

07/07/2010 PINEDA DE MAR ALUMNOS DEL INSTITUTO PINEDA DE MAR UTILIZAN ORDENADORES CON LIBROS DIGITALES PARA APRENDER SUS CLASES. FOTO DE NURIA PUENTES

07/07/2010 PINEDA DE MAR ALUMNOS DEL INSTITUTO PINEDA DE MAR UTILIZAN ORDENADORES CON LIBROS DIGITALES PARA APRENDER SUS CLASES. FOTO DE NURIA PUENTES / NURIA PUENTES

En los últimos días, muchos se han hecho eco de una noticia según la cual, la ministra de Educación de Suecia ha echado marcha atrás el plan de digitalización de las escuelas para volver a los libros de texto. Los alarmantes resultados en las pruebas PIRLS de comprensión lectora en Catalunya han llevado a muchos a señalar las pantallas como responsables de este declive, y la noticia sobre la decisión del país escandinavo no ha hecho más que enardecer a quienes sostienen esa hipótesis. Sin embargo, si realmente nos preocupa averiguar qué puede estar afectando al nivel lector de nuestros jóvenes, con el fin de ponerle remedio, cabe antes de nada adoptar una actitud sosegada y tratar de analizar la situación fríamente.

En primer lugar, ¿en qué se parece el caso de Suecia al de Catalunya? Al consultar la prensa sueca (bendito traductor de Google), salta a la vista que la noticia que los medios españoles han difundido fue tergiversada en algún punto: el gobierno sueco no ha tomado ninguna decisión respecto a cancelar el plan de digitalización, simplemente se ha pedido a un grupo de expertos que lo analice para determinar si hace falta hacer cambios. La única decisión que se ha tomado consiste en volver a hacer las pruebas nacionales de diagnóstico de tercero de Primaria en papel, pues en 2017 se decidió, por motivos prácticos, pasarlas al formato digital, y eso forzó a enseñar a los niños a escribir con dispositivos digitales desde una edad muy temprana.

Otra de las cosas que se puede apreciar leyendo la prensa sueca es que el gobierno ha abierto la posibilidad de emplear el presupuesto para materiales educativos en la compra de libros de texto, para que no todo se limite a recursos digitales. La ministra Lotta Edholm ha sido crítica con el uso intensivo que en Suecia se hace de la tecnología en edades muy tempranas, y por ello —dice ella— ha considerado oportuno abrir la posibilidad de contar, también, con libros de texto en las aulas. Lo que no cuentan los tabloides españoles es que, según la prensa sueca, el ministerio de ese país ha aplicado el mayor recorte presupuestario en educación desde 2007, algo que no creo que se desee emular aquí.

"Haber minimizado la importancia de adquirir conocimientos culturales desde temprana edad puede estar dificultando la comprensión de los textos"

El caso de Suecia por lo que respecta a la digitalización de la educación, por lo tanto, es bien distinto al de Catalunya. En el país escandinavo, la apuesta del gobierno por las pantallas ha incidido con fuerza desde los primeros años de la educación básica, mientras que en Catalunya el gobierno solo ha realizado una apuesta decidida por la digitalización a partir de quinto de Primaria. En realidad, Catalunya fue la única comunidad autónoma que, en 2009, con la aplicación del programa Escuela 2.0, apostó por introducirlo a partir de Secundaria, en unas edades en que los alumnos ya deberían (sic) tener una competencia lectora aceptable y la suficiente madurez como para sacar mayor partido a la tecnología. Dejando de lado si el despliegue de aquel programa fue adecuado (que no), el caso es que, si tenemos en cuenta que las pruebas PIRLS se realizan con alumnos de cuarto de Primaria, salta a la vista que esa apuesta por la digitalización en cursos posteriores no puede haber sido la causa de los pésimos resultados en comprensión lectora que refleja PIRLS.

Entonces, ¿a qué pueden deberse? Antes de nada, cabe señalar que la prueba se realizó en 2021, en plena pandemia, por lo que para empezar deberíamos convenir que, al menos en parte, los resultados pudieran estar reflejando los efectos del confinamiento. Además, la de 2021 fue la primera prueba que se realizó en formato digital. Esto significa que difícilmente podemos comparar los resultados de 2016 y 2021. Aun así, lo cierto es que los resultados de 2016 ya eran alarmantes y quizás ya entonces (o incluso antes) deberíamos haber hecho saltar las alarmas. 

"Quizás no estemos empleando métodos para enseñar a leer que sean de eficacia contrastada"

Hay muchos motivos por los que la competencia lectora de los estudiantes puede ser inferior a la deseada. Si dirigimos la vista a países que han logrado mejorar sus resultados en los últimos años e incluso resistir el embate de la pandemia en sus últimos resultados de PIRLS, como Inglaterra (aunque este país realizó la prueba en 2022), se antoja posible que quizás no estemos empleando métodos para enseñar a leer que sean de eficacia contrastada. Los alumnos aprenden a leer, pero no con la fluidez necesaria como para centrar su atención en extraer el significado de los textos, ni como para disfrutar de la lectura. Al fin y al cabo, nadie suele disfrutar de algo que no se le da bien. Además, puede que haber minimizado la importancia de adquirir conocimientos culturales desde temprana edad también pueda estar dificultando la comprensión de los textos, a pesar de que los alumnos los consigan descodificar. A fin de cuentas, la comprensión lectora depende básicamente de una descodificación fluida del lenguaje escrito y de la capacidad de entender el mensaje una vez descodificado, exactamente igual que si alguien nos lo hubiera leído. Y esto último depende íntimamente del conocimiento del vocabulario por parte del lector y de su capacidad de hacer inferencias a partir del texto, es decir, de completar lo que este no dice a partir de sus conocimientos.

El caso es que en Inglaterra se decidió dar un vuelco a la forma en que se enseñaba a leer, introduciendo las recomendaciones de la investigación en este ámbito para mejorar la descodificación y poner el foco en la comprensión del lenguaje oral, además de incentivar programas para implicar a toda la comunidad educativa. Y si bien siempre hay que ser cautos con atribuir causalidad a una correlación, las mejoras observadas en Inglaterra —y en varios estados de Estados Unidos que han hecho lo mismo— no hace más que sugerir que quizás deberíamos prestar atención a este aspecto sobre la enseñanza de la lectura. 

Escuelas sin biblioteca

Desde luego, se trata de un problema complejo que no tiene una causa evidente ni una solución simple. En este sentido, por ejemplo, no podemos dejar de señalar que entre 2016 y 2020 los centros educativos catalanes con una biblioteca escolar pasaron del 78% al 57%. Es decir, hoy más del 40% de centros no cuenta con biblioteca, un equipamiento que, según la investigación, resulta clave para contribuir a la competencia lectora de los alumnos.

Ante esta complejidad, lo importante sería rogar que analicemos el problema de manera sosegada para identificar sus causas (su importancia lo merece) y, si es posible, procurar no dar más bandazos en educación. Ni la tecnología educativa es la panacea, ni tampoco es funesta. Y si para huir del abuso caemos en el desuso, nos estaremos perdiendo lo que puede aportar, en especial en los niveles educativos de Secundaria y superiores. En una cuestión tan compleja como es la educación, la respuesta no suele estar en los extremos ni en las simplificaciones.