Entrevista

Michael Benson: “Un insecto es más sofisticado que un avión”

El artista estadounidense presenta en el Museo de la Ciencia CosmoCaixa la exposición ‘Nanocosmos. La realidad oculta al ojo humano’

En ella reúne un conjunto de imágenes que exploran el mundo natural que se esconde a nuestros sentidos gracias al uso de microscopios electrónicos

Michaen Benson frente alguna de sus fotografías expuestas en el Museo de la Ciencia CosmoCaixa

Michaen Benson frente alguna de sus fotografías expuestas en el Museo de la Ciencia CosmoCaixa / David Campos / Fundació La Caixa

Eduard Palomares

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Michael Benson –fotógrafo, cineasta y artista estadounidense– se ve a sí mismo como un explorador naturalista del siglo XIX que se adentra en una selva desconocida en busca de raros especímenes. Eso sí, sus instrumentos no son una lupa y un cazamariposas, sino algo un poco más sofisticado: los microscopios electrónicos de rastreo del Canadian Museum of Nature. Con ellos ha logrado captar la belleza del mundo natural a escala submilimétrica, como el ala de una libélula, la probóscide de un mosquito (la aguja con la que pica) o la estructura de un radiolario, un tipo de placton. Algunas de estas imágenes se reúnen ahora en la exposición ‘Nanocosmos. La realidad oculta al ojo humano’, producida por Fundación La Caixa y que se puede visitar en el Museo de la Ciencia CosmoCaixa de manera gratuita hasta el 22 de junio.

-Como en toda su obra anterior, en ‘Nanocosmos’ fusiona arte y ciencia. ¿Hay también el objetivo filosófico de preguntarse qué es la realidad?

-Desde la infancia siempre me ha fascinado conocer cuáles son las fronteras de la realidad, y la tecnología nos permite adentrarnos cada vez más en ellas. Como artista, me parece muy interesante trabajar desde esta perspectiva. En obras anteriores, miraba hacia lo más lejano, los planetas, y ahora me he ido al otro lado de la escala, a lo más pequeño. Siempre con el objetivo de explorar, de descubrir, y creo que estas micrografías (que se denominan así porque se basan en electrones en vez de fotones) ejercen de mediador entre nosotros y esa realidad que nos rodea pero que no somos capaces de ver.

-¿Es una cura de humildad para el ser humano?

-Si consideramos el conocimiento humano como una burbuja rodeada de oscuridad, y esa oscuridad es nuestra ignorancia, sin duda esa burbuja no ha parado de crecer en el último siglo a medida que hemos ido aprendiendo más cosas. Sin embargo, y esto sí que es un planteamiento filosófico, cuanto más sabemos, más crece también nuestra consciencia de lo que aún desconocemos.

-El “solo sé que no sé nada” socrático.

-Al observar con el microscopio un fragmento que para nosotros es muy pequeño, se produce una paradoja: se convierte en algo enorme. Me pasé semanas mirando un espacio de realidad de apenas dos centímetros que contenía miles de radiolarios microscópicos. Para mí eso es un privilegio, y con mi obra intento dar a entender que como seres humanos nos pasamos demasiado tiempo preocupados por nuestra especie en vez de de prestar atención al marco extraordinario que nos rodea.

"Nos pasamos demasiado tiempo preocupados por nuestra especie en vez de de prestar atención al marco extraordinario que nos rodea"

-¿Aparecen muchas sorpresas al observar por el ocular del microscopio?

-El exoesqueleto de un insecto es algo tan extraordinario que ya es de por sí una sorpresa. He sido como un explorador que partía de un punto de vista subjetivo para dejarse maravillar por el diseño natural visto a escala submilimétrica. Es algo muy emocionante.

-Alguien dirá que ese diseño natural es tan perfecto que ha debido ser obra de algún ser superior. ¿Ha encontrado respuesta a eso?

-Llevamos miles de millones de años de una evolución que tiene la energía del sol como motor, que ha ido alimentando un diseño cada vez más complejo. Para mí no hay espacio para la figura de un creador, aunque tampoco soy capaz de responder a esa pregunta. Pero basta con la observación de criaturas unicelulares, como los radiolarios y diatomas, para entender que son más complejas que cualquier ciencia que hayamos creado los humanos. El exoesqueleto de un insecto o el esqueleto de un pez me parecen más sofisticados que cualquier avión o submarino. ¡Tenemos tanto que aprender del diseño natural!

-¿Ese es el objetivo de su obra, que podamos aprender?

-Mi objetivo es artístico más que científico. Tengo la esperanza de que mis imágenes entren a formar parte del canon fotográfico y que lo hagan por un mérito puramente estético. Es decir, que se consideren obras de arte.

-¿Se imagina ir más allá de la escala actual, sumergirse en las partículas elementales?

-Hasta ahora la ciencia no ha sido capaz de producir imágenes de partículas subatómicas con suficiente calidad. Cuando lo logre, es muy posible que me interese. Para mí, siempre debe existir esa conexión entre arte y ciencia. Pero quién sabe, nunca puedes decir nunca.

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