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Postres caseros

Postres caseros / Olga Pereda

Olga Pereda

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El azúcar nos invade. Se camufla y tiene hasta 262 nombres, según el registro 'online' de la Fundación para Erradicar la Obesidad Infantil. Sacarosa. Glucosa. Fructosa. Dextrosa. Azúcar de dátil. Azúcar moreno. Miel. Jarabe. Panela. Néctar de agave… La cantidad de nombres abrumadora. Un truco: Si algo termina en osa es azúcar.

En España, los niños de 7 a 12 años consumen 55,7 gramos de azúcar añadido, muy por encima de la recomendación de la OMS (máximo 25 gramos al día). Así lo afirma un estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada. Entre otras conclusiones, los investigadores consideran prioritario “revisar la dieta de los escolares”, lo que incluye aumentar la formación nutricional de padres y madres.

Publicado en la revista 'Nutrients' y presentado a la prensa esta semana, el estudio revela que “la mayoría de padres y madres no tienen una visión clara sobre el perfil nutricional” de los alimentos que se consumen en los hogares. A los investigadores les llama especialmente la atención la buena percepción que tienen los progenitores de la repostería casera. La realidad es que, aunque no sean industriales, estos bollos bizcochos y pasteles aportan 17 gramos de azúcar añadido por ración y tienen un bajo índice de densidad nutricional.

Todas las recetas de repostería casera incluyen generosas cantidades de azúcar. Muy generosas, incluso. ¿Por qué? Obvio: para que algo esté bueno tiene que llevar azúcar. Desde hace un tiempo, sobrevuela en los hogares la moda de los dátiles (o el agave o la miel) para sustituir el demonizado azúcar blanco. Pensamos que estamos delante de una merienda o un desayuno saludable. Error. Al igual que el agave y la miel, los dátiles son azúcar. Tienen fibra y proteínas, pero, básicamente, son azúcar. No azúcar blanco de los paquetes del supermercado, pero azúcar. Con otro peligro: la falsa sensación de seguridad. Pensamos que es sano, así que echamos diez dátiles (o medio vaso de agave) para endulzar una simple nocilla casera.

Dirigido por el catedrático de Fisiología Jesús Francisco Rodríguez Huertas, el estudio de la Universidad de Granada insiste en que la repostería casera no es el único error nutricional que cometen los padres. Estos también “perciben positivamente las galletas”, uno de los productos más consumidos por la población infantil a pesar de aportar más de 10 gramos de azúcar añadido por ración.

El informe afirma que el 65% de los azúcares añadidos consumidos diariamente por los niños y las niñas procede de alimentos con baja densidad nutricional: azúcar blanco, mermeladas, salsas, chucherías, refrescos, néctares de fruta, barritas de chocolate, repostería industrial o casera, las mal llamadas bebidas energéticas, helados, cacao en polvo y galletas. Con más de 7,3 gramos de azúcar por ración, el cacao en polvo es otro de los productos más consumidos. Junto con las galletas, es el alimento que mayor cantidad de azúcar aporta cada día a la dieta de los niños españoles.

Una de las propuestas estrellas del Ministerio de Consumo para reducir los altos índices de sobrepeso y obesidad infantil, fue vetar los anuncios infantiles de alimentos no saludables: chocolate, galletas y helados. Pero no lo consiguió. Los ministerios de Agricultura y de Industria, haciéndose eco de las peticiones de las empresas afectadas, vetaron el real decreto de Consumo y el plan estrella se quedó en estrellado.

Ni las galletas ni el cacao en polvo tienen aporte de nutrientes esenciales. Todo lo contrario pasa otro de los imprescindibles del desayuno: la leche, que contiene proteínas de alto valor biológico, calcio, fósforo, magensio, potasio, zinc, vitamina A, riboflavina y niacina, “nutrientes esenciales para su etapa de desarrollo y crecimiento”.

El informe de la Universidad de Granada afirma que el otro 35% restante de los azúcares añadidos consumidos diariamente proviene de alimentos con mayor densidad nutricional. Por ejemplo, postres lácteos, bebidas vegetales, yogures de sabores y cereales de desayuno.

El catedrático Rodríguez Huertas pide concienciar a la población para disminuir el consumo de los productos con azúcar añadido, sobre todo los que tienen baja calidad nutricional. En su opinión, la industria también tiene que mover ficha: mejorar el etiquetado nutricional.

El semáforo Nutriscore ni siquiera se ha implantado totalmente y, además, muchos nutricionistas lo critican porque las empresas pueden manipular las cantidades de sal y azúcar para sacar nota sin que el producto sea mejor desde el punto nutricional. “Hay que mejorar el etiquetado, que debe ofrecer información del aporte real de azúcares añadido y minimizar la confusión con los azúcares naturalmente presentes”, concluye el catedrático, que insiste en la importancia de reducir los altos índices de sobrepeso y obesidad porque "el futuro de la sociedad depende de la salud".