MAPA | Rodalies registró en 2022 un total de 427 incidencias por lanzamiento de piedras

El pasado 15 de mayo, un tren de la R4 recibió el impacto de una piedra a la altura de Manresa. Fue en uno de los vagones, así que el maquinista no se percató de la situación y tampoco le llegó aviso alguno por parte del pasaje. Afortunadamente, las ventanas de la zona de viajeros tienen doble cristal, así que, como suele suceder, solo se rompió la primera capa.

La línea que más pedradas recibe es la R-3 y el tramo más conflictivo es el de Balenyà-Tona-Seva-Vic 

Al conocer el incidente, al final del trayecto, el conductor tuvo que llevar el tren a una vía muerta, pues dicta el protocolo que antes de volver a la circulación, es menester arreglar el estropicio. Se habla mucho del boicot intencionado a Renfe en Catalunya, de los grafitis. Y de las averías en la infraestructura de Adif, por supuesto. Pero poco se sabe de cómo afectan las pedradas a los servicios de Rodalies y Regionales. Hay un dato que lo resume todo: en 2022 se produjeron 427 incidentes ferroviarios vinculados a lanzamientos de piedras en Catalunya.

Si observan el mapa podrán comprobar que hay zonas con una incidencia inquietante. La R3 es la que más pedradas registra, un total de 88. Especialmente movida es la situación en el tramo Balenyà-Tona-Seva-Vic (32 pedradas) o entre Torre Baró y Montcada Bifurcació (25 lanzamientos).

"Catalunya es un foco muy importante de vandalismo en toda la red ferroviaria estatal"

Por líneas, le sigue la R1 (59 incidentes de este tipo), con 13 casos entre Clot y Sant Adrià de Besòs y 14 entre Malgrat de Mar y Blanes. Bronce para la R2 Nord (55), con 32 piedras volando entre Palautordera y Sant Celoni, y diploma para la R2 Sud, con un total de 47 rocas, con 23 entre Calafell y Sant Vicenç de Calders. La R2 entera, de hecho, supera incluso a la R3, pues el año pasado registró 102 lanzamientos que de una manera u otra afectaron al servicio. La alta velocidad, en cambio, solo registró dos casos en todo 2022, entre Camp de Tarragona y Castelló de la Plana.

Conductor herido

Pero lanzar piedras no solo afecta al servicio. También puede generar heridos. Como el maquinista de la R4 que a principios de abril, entre Sabadell Nord y Terrassa Est (R4), recibió el impacto de una piedra en el frontal del tren y terminó con cristales en la boca que le llevaron al hospital. "Por cosas así, los maquinistas que trabajamos en Rodalies y que somos de otra comunidad autónoma, en un año o poco más nos vamos", explicó en Twitter el propio afectado, unos días después.

Explica un maquinista al que llamaremos Alfredo que el impacto de piedras "se ha convertido en una situación habitual" en su día a día. "Suelen ser impactos frontales, pero también laterales, con el peligro de que si da en la ventana de emergencia, que es más fina precisamente para poder romperla desde dentro, puede llegar a colarse dentro y herir a algún viajero". Cuenta que en las prácticas ya les recomiendan que no abran las ventanillas laterales de la locomotora para evitar que entren objetos forasteros. Y así lo hacen.

Los maquinistas alertan del peligro que suponen las pedradas y denuncian la facilidad con que los vándalos entran en la infraestructura ferroviaria

Si se rompe una ventana, el Rodalies debe detenerse y todo el pasaje debe ser trasladado a otro tren. Si son vagones estancos, el coche afectado puede quedar vacío, cerrarse y pasar a los usuarios a las otras unidades, de manera que se pueda seguir, como mínimo, hasta el final del trayecto, donde el tren ya pasa a talleres para ser reparado. Si el cristal afectado es el del maquinista, entonces en ningún caso se puede continuar la marcha. Todo ello, con la consiguiente afectación sobre la circulación del propio tren y del resto de la línea. Afortunadamente, no en las 427 pedradas de 2022 se registraron retrasos.

Política y falta de respeto

Diego Martín, secretario general del Sindicato Español de Maquinistas Ferroviarios (SEMaF), explica que Catalunya es un "foco muy importante de vandalismo en toda la red ferroviaria estatal". "La incidencia -argumenta- está muy por encima de lo que sucede en el resto de comunidades autónomas". "Los compañeros se han encontrado troncos atravesados en la vía, bloques de hormigón, y las pedradas, claro. Son acciones muy peligrosas que nacen en parte de la tensión política y que buscan hacer daño a una empresa que vinculan con el Gobierno. Pero en el fondo están poniendo en peligro a los maquinistas y a los viajeros", sostiene.

Alfredo no comparte la totalidad de esta opinión. "Creo que le hemos perdido el respeto a lo que es de todos y no es de nadie. Los pies en el asiento, peleas, grafitis, vómitos, incluso caca en el tren. Sucede mucho más que antes. Pasa un poco con todo, pero sí es verdad que parece que con Renfe la gente se atreve un poco más. La mala imagen de Rodalies se traduce en una falta de cuidado brutal, y nosotros somos un daño colateral".

Bajo su punto de vista, la R3 es la línea con pasajeros más veteranos y apegados al tren; es la línea, dice, en la que es más habitual encontrar a gente de toda la vida. Es ahí donde este maquinista, en varias ocasiones, ha oído unos golpecitos en su puerta. Eran viajeros advirtiendo de problemas en el tren. "En varias ocasiones ha sido por ventanas rotas con una piedra del tamaño de una garrafa de agua dentro del vagón", recuerda. Afortunadamente, remata, son muchos más los buenos que los malos usuarios de Renfe.

El responsable del SEMaF denuncia la facilidad con que los vándalos entran en la infraestructura ferroviaria. Los maquinistas consultados por este diario coinciden con este diagnóstico: hay muchos tramos en los que se puede acceder a las vías y coger las propias piedras que soportan todo el montaje: el balasto, esa capa de rocas que permite distribuir todo el peso del convoy, de manera que el firme no ceda. O sea, para los malos, es como instalar porterías en una plaza y que en una esquina haya un cartel en el que se lee 'prohibido jugar a la pelota'. "Entrar en la infraestructura es muy fácil. No está ni cerrada ni monitorizada como la alta velocidad", añade Martín. Tampoco los trenes disponen de cámara frontal que permita grabar a los malhechores. Los maquinistas, además, se quejan también de que el personal de seguridad es insuficiente y está desbordado.

Una tormenta perfecta a la que hay que añadir el fenómeno de los grafitis, que no tiene el componente de inseguridad de una piedra pero, explican los conductores, cuando se encuentran a estos supuestos artistas callejeros, "no se les puede decir nada porque se enfrentan a ti y nadie va a salir en tu defensa".

En 2022, según datos de Renfe, en Catalunya se invirtieron 10,4 millones de euros en la limpieza de convois, el 41,2% del dinero invertido a nivel estatal (25,2 millones de euros). La empresa denunció 1.500 intrusiones de grafiteros en el espacio ferroviario catalán, por 3.559 alertadas en toda España. Sean grafitis, troncos o piedras, sea por falta de respeto, manía política, inquietud cultural mal llevada o puro gamberrismo, queda claro que Rodalies tiene otros problemas además de la vetusta infraestructura de Adif.

Suscríbete para seguir leyendo