Eclosión tecnológica

Expertos piden crear un organismo global para estudiar el impacto de la inteligencia artificial

El auge de la IA acelera el gasto de electricidad y agua en plena sequía

Universitarios y adolescentes se pasan a ChatGPT para hacer trabajos

Figuras de Zuckerberg con el lema 'arregla Facebook', en Washington.

Figuras de Zuckerberg con el lema 'arregla Facebook', en Washington.

Carles Planas Bou

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"Como sociedad, no estamos abordando adecuadamente el uso de las tecnologías digitales de la información como un reto global que afecta a casi todos los aspectos de la vida moderna". Es por esa razón que un grupo de expertos ha solicitado este miércoles la creación de un organismo intergubernamental que estudie las repercusiones de las redes sociales, pero también de aplicaciones de inteligencia artificial (IA) cada vez más populares como el famoso ChatGPT. "El uso de estas tecnologías tiene consecuencias difíciles de predecir que abarcan generaciones y continentes", apuntan.

"De la misma manera que organismos como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas llevan a cabo evaluaciones del cambio ambiental global que sirven de base a las políticas basadas en datos empíricos, ahora se necesita un grupo análogo para comprender y abordar el impacto de las tecnologías de la información emergentes en los sistemas sociales, económicos, políticos y naturales del mundo", escriben en un comentario publicado en la revista científica Nature. "Los problemas que surgen del ecosistema de la información en línea no se solucionarán a escala nacional".

Creado en 1988, el IPCC ha reunido expertos internacionales para mejorar la comprensión sobre las causas y consecuencias de la emisión de gases de efecto invernadero, una recopilación de conocimiento y evidencias que ha servido para concienciar a la opinión pública y especialmente a las autoridades políticas responsables de legislar para responder a ese problema.

Ganar influencia

Así, los cinco expertos que firman el artículo creen que un organismo de supervisión global "tendría más influencia a la hora de persuadir a las empresas tecnológicas a compartir sus datos que los investigadores independientes o grupos sin ánimo de lucro" que actualmente indagan sobre ello. "El objetivo no sería establecer un consenso internacional sobre cómo gestionar el mundo digital, ni dictar recomendaciones normativas, sino proporcionar una base de conocimientos que sustente las decisiones de actores como gobiernos, grupos humanitarios e incluso empresas", argumentan.

Aunque coinciden en señalar que las tecnologías de la comunicación pueden tener aplicaciones prácticas "tremendamente beneficiosas", advierten que hay que cuestionar los riesgos sociales que presenta el diseño de esas tecnologías. A efectos prácticos, ese organismo que solicitan podría recopilar datos fiables sobre los efectos de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes, la injerencia ilegítima para la manipulación de elecciones o las consecuencias económicas del fraude, entre otros. "ChatGPT podría socavar la comprensión pública de la ciencia al impulsar la producción a escala industrial de textos que contienen falsedades e irrelevancias. A la inversa, también podría allanar el terreno de juego en la ciencia internacional al reducir o eliminar las barreras lingüísticas", aseguran.

Opacidad para acallar la crítica

Los autores también denuncian la opacidad de grandes empresas tecnológicas que "están desplegando tácticas para influir en el discurso público" sobre los productos que desarrollan, una operación que recurre a la publicación selectiva de estudios que benefician sus intereses y que "responsabilizan a los usuarios" de sus efectos nocivos. Además, esas multinacionales también buscan obstaculizar la fiscalización académica mediante "amenazas de acciones legales o demandas reales".

Esa falta de acceso a los datos de los gigantes tecnológicos contrasta con el acceso que el IPCC y otros paneles intergubernamentales sí tienen a datos sobre la evolución climatológica, de los desastres naturales, de la seguridad alimentaria y de la sostenibilidad.

Los autores del artículo son Joseph Bak-Coleman, investigador científico asociado en la Columbia School of Journalism de Nueva York; Carl T. Bergstrom, biólogo evolutivo y profesor de la Universidad de Washington; James Mickens, catedrático de informática y codirector del Institute For Rebooting Social Media de la Universidad de Cambridge; Zeynep Tufekci, socióloga, catedrática de periodismo y directora del Craig Newmark Center For Journalism Ethics and Security de la Universidad de Columbia; y Timmons Roberts, sociólogo y profesor de estudios medioambientales en la Universidad de Brown.