Audiencia de Barcelona

El acusado de matar a su mujer y a su hija en Esplugues se escuda en que "perdió la razón"

Un jurado decidirá sobre el brutal asesinato de una mujer y su hija el día de Reyes de 2020 en Esplugues

El juez de Granollers ratifica la prisión provisional para el asesino de Canovelles

El procesado asegura no recordar cómo cometió el crimen, aunque cuando llamó a la policía confesó los hechos

Rubén Darío Cabezas, durante su interrogatorio este viernes.

Rubén Darío Cabezas, durante su interrogatorio este viernes. / J. G. Albalat

J. G. Albalat

J. G. Albalat

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llevó a su hija de 3 años a la Cabalgata de Reyes la tarde del 5 de enero del 2020. Al cabo de unas horas, ya de madrugada, mató a su mujer, Mónica, y a la pequeña Ciara en su vivienda en Esplugues de Llobregat. A la esposa, de 28 años, le asestó 52 puñaladas y a la niña la degolló. De la boca de Rubén Darío Cabezas, el presunto autor del asesinato, han salido este viernes las palabras de una forma lenta, pausada, como si quisiera convencer al jurado de que se le fue la cabeza, que perdió la razón y el control sobre sus actos. Una justificación para intentar que el tribunal popular se compadezca de él y que, al final, le acaben declarando no culpable y lograr la absolución o una pena menor a la solicitada por la fiscalía, que le reclama prisión permanente revisable. Sin embargo, hay una prueba irrefutable contra él: estaba solo en la casa y él mismo llamó a la policía para confesar.

"Ojalá hubiera visto lo que les pasaba", se lamentaron los padres de Mónica. La madre, al ser preguntada si el acusado se había puesto en contacto con ellos para pedirles perdón, ha asegurado, entre sollozos: "Yo no quiero su perdón, si ellas ya no están aquí, si no las tengo. Yo no quiero esa vida para nadie. Es muy duro. Que te llamen a primera hora de la mañana y que te digan que tu hija y nieta están muertas. A mí no me puede pedir perdón, no lo quiero. No le voy a perdonar nunca. Porque nosotros y mi hija se lo habíamos dado todo". Y ha continuado: "Lo tratábamos como a uno más". Incluso, ha admitido, cuando se enteró de que la pareja se iba a separar, los padres de la víctima se ofrecieron a acogerlo en su casa hasta que encontrara un piso. Ese día de Reyes los regalos se quedaron sin repartir en casa de los abuelos. "El cochinillo se fue a la basura; todo se fue a la basura".

Estrategia de defensa

A pesar de que en el escrito de defensa se detalla que el procesado actuó esa noche por un "arrebato" y, en cambio, durante la vista que se ha celebrado este viernes en la Audiencia de Barcelona, ha declarado que no recordaba lo que había hecho, que cuando se despertó encendió la luz y vio "a la niña y a Mónica". "Entré en 'shock' y no daba crédito a lo que estaba viendo. Me paralicé, me horrorizó", alegó, con discurso pausado. No ha reconocido ni que fue a buscar un cuchillo, ni que apuñaló a su mujer y degolló a la pequeña. En su interrogatorio, y solo a preguntas de la defensa, pretendió convencer perdió el control por sus dolencias físicas y el desánimo al conocer que su esposa se quería separar y podría tener una relación con un amigo.

Control del móvil

El procesado ha reconocido que habían tenido una crisis de pareja en 2020, un mes antes del asesinato, pero negó una y otra vez que maltratara a su mujer, tanto física como psíquicamente, a pesar de que sí ha admitido que la relación era "un poco tóxica". Esos problemas de pareja se produjeron, al parecer, al haber visto Rubén Darío en el móvil de su esposa que esta podría tener una relación paralela. De hecho, fue ese mes cuando Mónica, la víctima, le comunicó al acusado que quería separarse.

"Me sentí abandonado, confuso. No entendía su comportamiento, sentía ansiedad, depresión, tristeza, estrés, fatiga", ha precisado. Palabras que ha ido repitiendo a lo largo del interrogatorio que solo realizó su abogado, David Sans, al acogerse a su derecho a no declarar ante la acusación ejercida por Jorge Navarro, en nombre de la familia de las víctimas, y de la fiscal Teresa Yoldi. A pesar de que el acusado miraba el móvil de Mónica, este ha llegado a decir que no la controlaba, que no la había seguido, que no la había maltratado. La madre de la víctima ha reconocido que el acusado miraba el móvil de su hija.

La fiscal mantiene que el acusado "atacó sorpresivamente" a la mujer y luego a su hija

Escuchar en la sala de vista el relato de lo que pasó esa noche de Reyes ha estremecido a los asistentes al juicio. Esa tarde, Rubén Darío se fue a la Cabalgata con su hija, después a tomar algo y luego se dirigieron los dos a su casa. La madre de la pequeña no estaba con ellos. Ya en la vivienda, Rubén Darío le preparó la cena a la niña, la duchó y jugaron un rato, antes de llevarla a dormir. Se metió en la cama con la pequeña. Se despertó, según ha recordado, cuando oyó la puerta. "Supe que Mónica había llegado", ha detallado.

La mujer entró en la habitación y, al cabo de un rato, el imputado oyó que sonaba el móvil. Ella salió al salón y, al cabo de un rato, volvió al dormitorio. En ese momento es cuando el procesado se levantó, miró el móvil y vio algunos mensajes. Empezó, ha incidido, a "ponerse nervioso", a tener "una fuerte presión en la cabeza", a sentir que "estaba perdiendo el juicio" y no se podía "controlar". La fiscalía, sin embargo, rebate este relato y sostiene que Rubén Darío sintió celos al constatar que su esposa estaba hablando con un hombre, se enfadó y "atacó sorpresivamente" a la mujer y luego a su hija, a las que provocó "un gran sufrimiento".